top of page
Foto del escritorCésar R. Espinel

¿Abraham y Moisés no existieron? Una nueva Torá

Es muy probable que Abraham, el patriarca cuya historia se relata en el libro bíblico del Génesis y que es considerado tanto el primer judío como el primer musulmán, nunca haya existido. Tampoco Moisés. Es más, la historia del éxodo que se relata en el libro del mismo nombre contenido en la Biblia quizá no ocurrió nunca. Lo mismo es aplicable a la caída de los muros de Jericó, la ciudad más antigua del mundo. Y es más que probable que David, lejos de ser ese rey intrépido que convirtió Jerusalén en una poderosa capital, haya sido en realidad un líder tribal cuya reputación se engrandeció más tarde para darle fuerza a una nación en crisis. Estas propuestas, bastante asombrosas para el común de la sociedad - y blasfémicas para determinados sectores - son producto de los hallazgos que los arqueólogos han ido realizando durante las excavaciones en Israel a lo largo de los últimos 25 años. Y aunque, como digo, grandes comunidades de creyentes han puesto el grito en el cielo ante estas afirmaciones, ha habido otras que, sorprendentemente, las han acogido de buen grado. Y entre ellas se encuentran varias del judaísmo no ortodoxo.

La Sinagoga Unida del Judaísmo Conservador, que representa al millón y medio de judíos que viven en los EE.UU., publicó a principios de este año una nueva Torá, la primera para los conservadores en más de 60 años. Como vimos en una entrada anterior, se llama conservadora a una tradición dentro del judaísmo que, aunque respetuosa con las normas, tiene una mirada algo más amplia que otras comunidades, lo que les permite revisar normas demasiado estrictas para el siglo XXI.


Con el nombre de Etz Hayim (en hebreo, "Árbol de la Vida"), la nueva Torá incorpora a sus páginas los últimos hallazgos en arqueología bíblica, filología, antropología, historia antigua y en resumen cualquier otra disciplina que haya afectado a la redacción de los textos bíblicos. Para los editores que han trabajo en el libro, se trata de uno de los esfuerzos más sólidos que se han hecho hasta el momento para introducir una visión de la Biblia como documento humano, una visión que todavía hoy sigue estando muy discutida: para muchos millones de personas en todo el mundo, la Biblia es la palabra de Dios. Y todo el mundo sabe lo que es Dios: el Ser Supremo, una Personalidad divina que creó el mundo y todo lo que hay en él. Sin embargo, muchos muestran perplejidad si señalamos que es inexacto llamar a Dios "Ser Supremo", porque Dios no es un ser en absoluto. Las personas de fe saben en teoría que Dios es completamente trascendente, pero a veces parece que saben con exactitud quién es "él" y qué piensa, ama y espera. Tenemos tendencia a querer dominar y domesticar la "alteridad" de Dios. A menudo se pide a Dios que bendiga nuestra nación, cure nuestra enfermedad o nos conceda un buen día para el fin de semana. Se recuerda a Dios que él creó el mundo y que nosotros somos miserables pecadores, como si se le pudiera haber olvidado. Algunos políticos citan a Dios para justificar sus actitudes, los maestros lo utilizaban (y en algunos lugares aún lo hacen) para mantener el orden en las aulas, y muchos terroristas cometen atrocidades en su nombre. Se suplica a Dios que apoye nuestro bando en unas elecciones o en una guerra, aunque cabe suponer que también nuestros adversarios son hijos de Dios y objeto de su amor y cuidado.

Existe también la tendencia a pensar que, aunque vivamos ahora en un mundo completamente transformado y diferente al de otras épocas y tengamos una cosmovisión completamente distinta, la gente ha pensado siempre sobre Dios exactamente de la misma manera que nosotros. Pero, a pesar de nuestra brillantez científica y tecnológica, nuestro pensamiento religioso es, a veces, extraordinariamente subdesarrollado, incluso primitivo. En algunos aspectos, el Dios moderno se parece al Dios de lo Alto de la Antigüedad remota, una teología que fue unánimemente desechada o radicalmente reinterpretada, porque se vio que no era válida. Si a lo largo de la historia se ha visto que es muy complicado hablar de Dios, ¿cómo no habrían de serlo los textos que hablan de él? Y, sin embargo, seguimos conviviendo a menudo con ese pensamiento subdesarrollado en lo que respecta a la Biblia.


"Cuando yo era pequeño en Brooklyn, los fieles no eran demasiado sofisticados", dice el rabino Harold Kushner, uno de los editores del nuevo libro. "Hoy leen mucho sobre psicología, literatura e historia, pero siguen encerrados en una visión infantil de la Biblia." Esta Torá Etz Hayim, compilada por David Lieber, de la Universidad del Judaísmo de Los Ángeles, intenta cambiar esta imagen: ofrece el texto hebreo estándar, una traducción paralela al inglés, una exégesis página por página, comentarios periódicos sobre la práctica ritual judía y, al final, 41 ensayos de rabinos y académicos prominentes sobre temas que van desde los rollos de la Torá y las leyes de la alimentación hasta la ecología y la escatología. Estos textos, seguro, sorprenderán a muchos fieles. Tal es el caso de un ensayo de Robert Wexler, presidente de la Universidad del Judaísmo en Los Angeles, que, sobre la base del academicismo moderno, establece que es improbable que la historia del Génesis haya tenido un origen en Palestina. Según Wexler, es más probable que haya surgido en Mesopotamia, cuya influencia es más evidente en la historia del diluvio, que probablemente fuera consecuencia del desborde periódico de los ríos Tigris y Eufrates. Igualmente asombroso es el ensayo Arqueología bíblica, de Lee Levine, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Levine escribe que "las fuentes egipcias no hacen ninguna referencia a que el pueblo de Israel haya morado en ese país, y la evidencia que sí existe es insignificante e indirecta."


La noción de que la Biblia no es literalmente cierta "está más o menos aceptada por los rabinos conservadores", observó David Wolpe, un rabino del Templo Sinaí en Los Angeles y colaborador en la Torá Etz Hayim. "Pero algunos fieles se sentirán molestos". En la última Pascua, ante 2.200 fieles en su sinagoga, el rabino Wolpe dijo que "prácticamente todos los arqueólogos modernos coinciden en que la manera en que la Biblia describe el éxodo no refleja la manera en que sucedió en realidad, si es que sucedió". El rabino habló de las contradicciones, improbabilidades, lapsus cronológicos y la falta de evidencia comprobatoria de la narración. En realidad, dijo, los arqueólogos que excavan en el Sinaí "no encontraron ningún rastro de las tribus de Israel, ni un solo cacharro". La reacción ante sus palabras fue mixta: muchos le manifestaron admiración por su valentía y otros se indignaron por su audacia. La evidencia académica que cuestiona la narrativa del éxodo se volvió tan importante que las opiniones minoritarias se volvieron mayoría. Pero no entre los judíos ortodoxos, quienes siguen considerando la Torá como la palabra divina e incuestionable de Dios, al igual que muchos cristianos en la actualidad. Un caso de rechazo a esta Torá es por ejemplo el de Lawrence Schiffman, profesor de la Universidad de Nueva York y judío ortodoxo, que dijo que Etz Hayim va demasiado lejos y que, sin darse cuenta, termina siendo una "oposición nihilista" a todo en lo que creen los judíos conservadores.


Sea como sea, el caso es que desde que se publicó a principios de año, Etz Hayim he vendido más de 100.000 ejemplares y muchos esperan que se convierta, finalmente, en la Biblia oficial de las 760 sinagogas conservadoras de Estados Unidos. Sin embargo, la longevidad de Etz Hayim tal vez dependa del ritmo de los descubrimientos arqueológicos. Y para terminar, un pequeño apunte que incluye, además, un poco de contenido publicitario. La publicación de esta Torá tan especial, no solo con comentarios exegéticos sino también con artículos y análisis de corte histórico-crítico, supone un paso de gigante en el desarrollo de la historia de las religiones. Ahora este campo no está limitado a los círculos académicos convencionales, sino que las propias comunidades religiosas van a tener la posibilidad de profundizar en su fe a través de una corriente multidisciplinar que va a enriquecer su experiencia religiosa. Nunca antes se había hecho algo así, y confío en que Etz Hayim no sea un caso aislado, sino que se siga trabajando en estas revisiones de los textos sagrados. Porque es importante, porque los textos sagrados no son islas de revelación en un mar de acontecimientos históricos, no están separadas del pueblo que las concibió, y la espiritualidad que representan ha sido constantemente actualizada por la gente de las sucesivas épocas. En este tiempo que nos ha tocado vivir, donde está en auge la interpretación literal de los textos (hice también un vídeo sobre eso), es más necesario que nunca este tipo de trabajos desde dentro de la comunidad religiosa. La época de la interpretación literal excluyente ha terminado, y aunque aún esté dando coletazos, es necesario que las interpretaciones sean inclusivas y se abran al mundo, sin necesidad de perder aquello que les hace ser lo que son. Las tradiciones religiosas no deben ser excluyentes, pero sí pueden ser exclusivas, en el sentido de que alguien pueda entregarse a una de ellas y experimentarla en su plenitud.


Sin embargo, de momento este proyecto es el único de este tipo que existe. Y no solamente en los ejemplares de textos sagrados que se imprimen día tras día, sino también en la mayoría de los cursos de introducción a los textos sagrados. Un breve vistazo por Internet nos informa de que la mayoría de los cursos sobre la Biblia están dedicados a establecer la verdad de la Biblia como Palabra de Dios, afirmando que la evolución es un mito y que todo cuanto está contenido en esas páginas es plena y absoluta verdad histórica. Y afirmar eso es, a mi juicio, un completo error; porque aquellas personas que se lo crean se convertirán a sí mismas, en el océano de la sociedad del siglo XXI, en islas - todo lo más en archipiélagos, si tienen una comunidad alrededor que les apoya en esta versión -. Afirmar la veracidad histórica de todos los relatos contenidos en la Biblia es ponerse en contra de la historia, la arqueología, la filología y todas las ramas del conocimiento que nos han dado datos muy interesantes sobre la Biblia. Es cerrarse las puertas a un mundo que sí, derrumba cierta concepción de la Biblia, pero sólo para construir otra mucho más auténtica, veraz, interesante y compleja. Ojalá un día podamos escribir en este blog un artículo anunciando que se ha publicado una Biblia similar a esta novedosa Torá, pero mientras tanto, en Centro Ultreia! queremos poner nuestro granito de arena. Por eso, el curso La Historia de la Biblia que ofrecemos es una introducción a esta visión de las Sagradas Escrituras. Si la Biblia es el libro que más ha influido en la historia de la humanidad, cuanto más sepamos de ella, mejor nos conoceremos a nosotros mismos.


109 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page