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Foto del escritorCésar R. Espinel

El secreto de las letras hebreas en el mito de la Creación

Las letras hebreas son mucho más que signos creados por los hombres para poder comunicar hechos e ideas. Son verdaderos jeroglíficos, es decir, signos sagrados que, según la tradición judía, Dios reveló a la humanidad para que ésta fuera hecha a su imagen y semejanza. Por eso las letras esconden los mismos misterios que el Creador y su creación. No por nada fue por medio de las letras que Dios creó el mundo haciendo visible y manifiesto aquello que antes sólo estaba encerrado y oculto en su mente.

Los seres humanos que conocen los misterios de las letras sagradas son los que poseen el mayor de los dones que el Creador ha otorgado a sus criaturas, pues por medio de ellas pueden participar del mismo poder de Dios. Estas personas son los grandes profetas de la humanidad, pues al pronunciar correctamente las palabras compuestas por las letras "dicen" a Dios y actúan como intermediarios para enseñar a los hombres el mensaje divino de su regeneración. Según la tradición hebrea, esta enseñanza se encuentra contenida en la Torah. Y la Qabbaláh, lo que nosotros llamamos Cábala, sería el arte de leer la Torah con la ayuda de la inspiración del Cielo. En el hebreo original, antes de la llegada del texto masorético entre el siglo VI y el X, la Torah era una secuencia de letras seguidas sin ningún signo de puntuación. Era un rollo donde estaban grabadas y se podían leer de varias maneras. Estas letras jeroglíficas detentaban el misterio de Dios y al desvelar su sentido verdadero se comprendía el misterio de los nombres divinos. En el Zohar, obra cumbre de la Cábala fechada en el siglo XIII, puede leerse a este respecto: "Bienaventurados los justos de este mundo y del mundo por venir, pues el Santo, bendito sea, los desea en su gloria y les revela los misterios supremos de su nombre santo que no ha revelado a los ángeles superiores ni a sus santos." (Zohar III, 78b). Como toda literatura de corte místico, los libros de los cabalistas están llenos de metáforas que remiten a los diferentes valores y significados de las letras que conforman la Torah, y por eso es frecuente que se confunda la Cábala con una simple especulación y entretenimiento intelectual. Pero si se conoce su auténtico valor se descubre que es entendida como el medio adecuada para acceder a la auténtica creación de Dios, que no es sino el ser humano regenerado. A este respecto escribe Emmanuel d’Hooghvorst en El hilo de Penélope: "Se ha comparado naturalmente la letra de la Escritura al hombre mismo, pues una y otro tienen un cuerpo que puede estar muerto o vivo gracias al soplo que lo anima. En el tiempo del Mesías, el texto recreado con otras vocales resucitará, al igual que el hombre. Es la creación del hombre que va a la par con la del texto".


En el voluminoso Zohar hay incontables fragmentos que hablan sobre el misterio de las letras, pero hoy vamos a trabajar sobre uno muy conocido y de gran belleza literaria que podemos encontrar en la parte preliminar del libro (Zohar I, 2b-3b). Según el fragmento, antes de la creación del mundo, en ese "principio" del que habla la Torah (Bereshit), todas las letras del alefbeto hebreo se presentaron ante Dios, de la última a la primera, para que éste comenzara la creación con ellas. Sin embargo, Dios las rechaza a todas hasta llegar a la letra bet, la segunda del alefbeto, y la escoge para ser el origen de su creación.

Cuando se presentan, cada letra expone sus razones para ser escogida para el origen de la creación, argumentando que es la letra inicial de tal o cual palabra positiva. Pero Dios contesta a cada una que también pertenece a una palabra de valor negativo. En estos diálogos entre las letras y el Creador se esconden las más profundas enseñanzas sobre los más sublimes misterios del Nombre, mostrando tanto su misericordia como su rigor. Acerca de esta dualidad escribió Louis Cattiaux en El Mensaje Reencontrado 29, 41: "Ciertos Nombres de Dios consumen y otros riegan; ciertos Nombres de Dios matan y otros dan la vida; ciertos Nombres de Dios suben y otros descienden. Estos Nombres divinos se escriben, se deletrean, se nombran y se cantan para dar las formas y para deshacerlas; es un secreto que Dios sólo confía a los renunciados que prefieren morir antes de matar."


Una cuestión interesante es que la primera letra del alfabeto hebreo es la alef, pero, como hemos dicho, Dios no comenzó la creación por ella, sino por la segunda letra, la bet, la letra con la que empieza la Torah. A los ojos de los profanos esto será una cuestión sin importancia, pero que en cambio contiene una valiosa lección cuando es analizada por los sabios cabalistas. Sin embargo, el sentido profundo de la alef la dejaremos para el final del artículo, pero tenga el lector algo presente: la alef no es la letra A. Dicho esto, el fragmento del Zohar que trata del misterio de las letras empieza así:


<< En el principio. Rabí Hamuná el anciano dijo: "Descubrimos (en las primeras palabras del Génesis) una inversión, primero hay una bet (Be-reshit, ‘En el principio’) y sigue otra bet (bará, ‘creó’). Solamente después viene una alef (Elohim) seguida de otra alef (eth, ‘a’). En efecto, cuando el Santo, bendito sea, quiso crear el mundo las letras estaban ocultas y mil años antes de que fuera creado el mundo el Santo, bendito sea, las contemplaba y jugaba con ellas. Cuando quiso crear el mundo todas las letras se presentaron ante Él, de la última a la primera. >>


La tav

La letra tav fue la primera en presentarse y le dijo: "Maestro de los mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo, pues yo soy el sello acuñado por ti, que es emet “verdad” (la tav es la última letra de la palabra emet). Tu mismo tienes por nombre emet “verdad”, le conviene a un rey empezar por la verdad y servirte de ella para crear el mundo." Dios le contestó: "Eres digna y justa, pero no es apropiado crear el mundo contigo debido a que en el futuro serás señal sobre la frente de los hombres que han permanecido fieles a la Torah de la alef hasta la tav y que morirán bajo tu señal." La palabra emet está compuesta por tres letras: la primera del alfabeto alef, una letra intermedia mem y la letra final del alfabeto, tav. Por eso es uno de los nombres del Creador, que es el principio, el medio y el fin de todo.

El Zohar comenta en otro fragmento: "¿Qué significa emet, 'verdad'? Significa la perfección de todo." Por eso Dios reserva a la tav para convertirse en el signo de sus elegidos. Este signo ya aparece mencionado en Ezequiel 9:4, cuando Dios le dice al profeta: "Pon una señal en la frente de los hombres que gimen y claman." Puesto que en hebreo la palabra "señal", ot, se escribe con la letra tav, la Vulgata de San Jerónimo traduce este pasaje de Ezequiel como "Haz el signo tav sobre la frente de los hombres que gimen y claman." La tav no puede ser la primera letra de la creación porque está reservada para señalar a los salvados al final de los tiempos, cuando el número de tzadikim ("justos") que hayan realizado la obra de Dios sea suficiente para justificar la creación. Pero Dios no rechaza a la tav como origen sólo por esto, sino porque también es el sello de la muerte: la última letra de la palabra "muerte", mavet, es también la tav. "Muerte" se escribe igual que "verdad" pero sin la primera alef. Y con esta primera explicación el Zohar nos enseña que los nombres divinos y la realidad a la que remiten tienen dos aspectos, según cómo se presenten a nosotros y según cómo nos presentemos a ellos.


La shin, la resh y la qof

Después de la tav se presentó la letra shin y le dijo a Dios: "Maestro de los mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo, pues por mí eres llamado Shaday, y es conveniente crear el mundo con un nombre santo. El Santo, bendito sea, le contestó: "Eres digna, buena y verdadera. Pero debido a que las letras de sheqer, 'mentira', te han tomado para que estés con ellas, no quiero crear el mundo contigo, pues las letras resh y qof (las letras inmediatamente anteriores) se unen a ti para formar la palabra sheqer."

La letra shin es la primera del nombre divino Shaday, que se traduce por "Todopoderoso" y que representa la primera manifestación de Dios. Es la luz que despierta al hombre profano y que permite la auténtica iniciación. Esta luz primera recibe el nombre de Todopoderoso porque en ella están escondidos todos los pasos de la realización futura. La shin quiere ser la primera letra de la creación porque representa el primer contacto entre el cielo y la tierra, entre el hombre y Dios. Sin embargo, en esta primera visión puede haber un germen de engaño, es decir, puede ser una experiencia que no provenga del Shaday, sino que sean mentiras que acompañan a los delirios místicos.

Para explicar el sentido equívoco de los contactos del hombre con el más allá, el Zohar utiliza la palabra sheqer “mentira”, que está compuesta por la resh, cuya forma se dirige a la izquierda y por la qof, cuya forma se dirige a la derecha. Cuando la shin se une a ellas se manifiesta la mentira y la falsedad. Así, lo que pudiera ser la base de la revelación, en la visión de Shaday, también puede convertirse en un cúmulo de despropósitos que conducen al hombre al delirio engañoso, provocado por el enemigo. Para incidir en este doble aspecto de la divinidad, el Zohar desarrolla la idea con el siguiente comentario:

<< De aquí se sabe que quien quiere decir mentira, al principio parte de un fundamento de emet, “verdad” y a partir de él establece sheqer, “mentira” que empieza por la letra shin. Es una letra verdadera, pues en ella están unidos los patriarcas (la shin se escribe con tres líneas que representan los tres patriarcas y que corresponden a hesed, gueburah y tiferet). Pero la qof y la resh, que forman la palabra qar, “frío”, son dos letras que aparecen del lado malo y a fin de poder ser eficaces acogen entre ellas a la shin, lo que da qesher, “complot”. Después de estas palabras la shin salió de delante de Él. >>

El Árbol sefirótico está compuesto por tres columnas. La de la derecha representa la misericordia y recibe el nombre de hesed, tradicionalmente se relaciona con Abraham. La de la izquierda representa el rigor, bajo el nombre de gueburah, y se relaciona con Isaac. Finalmente, la columna central se corresponde con la belleza, se llama tiferet, y está relacionada con Jacob. Efectivamente la letra shin, en su grafía, presenta estas tres columnas del Árbol de las Sefirot, y por lo tanto es signo de la verdad, ya que en ella se ve el conjunto de la creación, que son las diez sefirot.

Pero este principio de verdad que une el cielo con la tierra, puede quedar aprisionado por la mentira, al igual que la luz pura del origen se heló después de la caída de Adán y Eva. El Zohar alude a este misterio con un simple juego de las letras, pues la shin, que es el fuego químico, al unirse con la resh y la qof (que juntas forman la palabra qar, “frío”) pierde su vigor generativo. Para la cábala cristiana este frío es como un qesher, “complot”, que el maligno trama para que el hombre no viva unido con Dios en el Jardín del Edén.




La tsade

Cuando la letra shin se retira se presenta ante Dios la tsade, que es la letra que sigue a la resh y a la qof en el orden inverso del alfabeto. La enseñanza del punto anterior parece continuar, pues el Zohar indica que la tsade representa la luz que emana de ese primer fuego, aunque en el mundo del frío y el engaño esa luz debe permanecer oculta. Nos dice el Zohar:

<< Se presentó la letra tsade y le dijo: "Maestro de los mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo, pues en mí está el sello de los justos, y tú mismo eres llamado justo gracias a mí, como está escrito: El Señor es justo y ama la justicia (Salmos 9:7), por esto es apropiado crear el mundo conmigo." Le contestó el Santo, bendito sea: "Tsade, tsade, eres justa, pero debes permanecer oculta y no debes descubrirte (para crear el mundo)." >>

Resulta por tanto la letra tzade la inicial de otro de los nombres de la encarnación divina, pues el tzadik, el “justo”, es aquel que ha realizado la unión del cielo con la tierra. Sin embargo, su brillo y esplendor no se manifiestan en este mundo, sino en el mundo por venir, el Olam Habá. Emmanuel d’Hooghvorst también escribió sobre esto: "El justo es el más valioso de los hombres, pero suele permanecer ignorado en su época. Muy pocos hombres han sospechado su presencia y calidad. La mayor desgracia es haber perdido su huella aquí abajo, pero ¿quién lo sabe?." El justo conoce la luz primordial, pero esta luz es un secreto para el mundo profano. En gematría (método de interpretación basado en el valor numérico de cada letra), las palabras or, “luz”, y raz, “secreto”, tienen el mismo valor numérico y por lo tanto el mismo sentido oculto.

El otro motivo por el que Dios rechaza a la letra tsade para crear con ella el mundo tiene que ver con su grafía pues, según el Zohar, esta letra está compuesta por otras dos, la nun y la iod. La primera, la nun, representa lo femenino, ya que esta letra simboliza las aguas del cielo que se desbordan fecundas sobre la tierra. La segunda, iod, la letra más pequeña del alefbeto, representa lo masculino, el espíritu ígneo. En el mundo fenomenológico, el aspecto masculino y femenino de la divinidad están separados y como de espaldas, tal y como indica la grafía de la letra tsade. Únicamente en el Olam Habá, el mundo por venir, cuando resplandezca la justicia divina, las dos partes de mirarán de frente y crearán de nuevo al Adam Kadmon, el Hombre Perfeccionado. Por eso Dios no utilizó la tsade para crear el mundo.

La pe

Cuando la tzade se va, se presenta la letra pe y le dice a Dios: "Maestro de los mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo, pues en mi está grabada la redención que harás en el futuro, ya que ésta se conoce como pedut, “redención, liberación, separación” y por eso es apropiado crear el mundo conmigo." Le respondió Dios: "Eres realmente digna, pero en ti también está inscrito el peshah, “pecado, transgresión”, puesto que en tu forma se esconde la serpiente que ataca y después vuelve su cabeza hacia el centro de su cuerpo. Del mismo modo que aquel que peca baja la cabeza y extiende los brazos."

La letra pe argumenta a su favor que el mundo sólo puede ser creado cuando Dios libere al hombre esclavizado en el exilio, tal como está dicho: «Redención (pedut) ha enviado a su pueblo» (Salmos CXI, 9). Según parece, esto sólo es posible si hay una separación, tal como leemos: «Haré una distinción (pedut) entre mi pueblo y el tuyo» (Éxodo VIII, 19). La letra pe puede redimir al hombre caído puesto que separa lo que pertenece al Señor y lo que pertenece al príncipe de este mundo. Sin embargo, la misma letra puede tener el sentido inverso, tal como aparece en la explicación del Santo, bendito sea, pues lo que encadena los pies del hombre e impide su redención es el pecado original. La clave de esta doble condición está en la comparación jeroglífica de la letra pe con la cabeza de una serpiente, que después de atacar, esconde la cabeza en el centro de su propio cuerpo. La cabeza de la serpiente está acurrucada en cada hombre, escondida, después de haber incitado a Eva a transgredir, recordemos el significado de peshah, “pecado, trasgresión”. Sobre la serpiente Rabí Ashlag escribió lo siguiente: «Es astuta, ya que la serpiente incitó a Eva a comer del árbol del conocimiento. Él mintió ya que dijo: No moriréis (Génesis III, 4), y su explicación es que ocultó la existencia de malkut en su aspecto de rigor, de donde procede la muerte.» (Zohar I, 136b). Malkut es el reino y en él está el fundamento de la resurrección del hombre, pero a condición de que sea un reino de misericordia y no de rigor. Si es de rigor, entonces trae la muerte para quien lo conoce.

La ‘ain

Después el Santo, bendito sea, se dirigió a la letra siguiente, la ‘ain, y le dijo: «En ti está inscrito ‘avo, “falta, crimen” y aunque la ‘ain contestó diciendo que en ella estaba ‘anavah, “humildad”, el Santo, bendito sea, le dijo que no sería con ella con quien crearía el mundo. La pe y la ‘ain salieron de su presencia.» La palabra ‘avo, “falta, crimen”, es sinónimo de peshah,“pecado, trasgresión” por eso el Santo, bendito sea, rechaza a la pe y a la ‘ain, que van seguidas.

Sin embargo, la letra ‘ain defiende su derecho a ser la primera letra de la creación argumentando que es la inicial de ‘anavah, cuyo primer sentido es “humildad y modestia”, y que también significa “grano de trigo”. Ciertamente existe una relación entre las dos significaciones, pues así como el grano de trigo es pequeño y debe morir bajo tierra para poder resucitar y renacer nuevamente a la vida, así el hombre debe llegar hasta el lugar más bajo e insignificante, a la máxima humildad para poder alcanzar la gloria, tal como está escrito: «La humildad precede a la gloria» (Proverbios XV, 33).

La samej y la nun

Para comprender el sentido de las próximas letras, la samej y la nun, es necesario detenerse en el Salmo CXLV, que consta de veintiún versículos, cada uno de ellos iniciado por una letra del alfabeto, desde la alef hasta la tav. Están todas las letras a excepción de la nun. En el Talmud (Berajot, 4ª), se explica que Rabí Johanán preguntó el por qué de dicha falta, contestándosele que la letra nun está ligada a la idea de la caída, según lo que está escrito: «Cayó (nefela) la virgen de Israel» (Amós V, 2). Pero Rabí Nahmán ben Isaac dijo: Sin embargo, David inspirado por el Espíritu Santo transformó la idea negativa de la nun para que Israel tomara coraje, pues está dicho: «Sostiene (sameja) el Señor a todos los que caen» (Salmos CXLV, 14). Este es precisamente el versículo del Salmo CXLV que empieza por la samej, la letra que aparece después de la nun. El diálogo entre el Santo, bendito sea, y las letras nun y samej se basa en dicho versículo.

En primer lugar se presenta la letra samej ante Santo, bendito sea, y según el Zohar le dice: «Maestro de los mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo, pues en mi encuentran samijah, “sostén” los que caen, pues está escrito: Sostiene (samejah) el Señor a todos los que caen. El Santo, bendito sea, le contestó: Justamente por eso debes permanecer en tu lugar y no desplazarte, pues si te fueras de tu lugar, ¿quién sostendría a los que caen, si no se apoyaran en ti? Inmediatamente se fue. Vino la letra nun y le dijo: Maestro de los mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo, pues yo soy la letra inicial de lo que está escrito: Temible (norah) en alabanzas (Éxodo XV, 11) y también en las alabanzas de los justos, como está escrito: Agradable (nava) en alabanzas (Salmos XXXIII, 1). El Santo, bendito sea, le contestó: Nun, quédate en tu lugar, pues por tu causa [ya que eres la inicial de la palabra nefilah, “caída”] la letra samej, “el sostén” también permanecerá en el suyo. Inmediatamente salió la letra». El Zohar enseña discretamente el misterio de la caída del hombre, pues en ella está escondido cierto “sostén” imprescindible para la venida del Mesías. «La caída –escribe Louis Cattiaux– tiene una finalidad divinamente elevada, que es la adquisición de un cuerpo bajo y su glorificación en Dios.»(El Mensaje Reencontrado XXV, 49). Como la nun representa la caída no aparece en los versículos acrósticos del Salmo CXLV, sin embargo, tanto el Talmud como el Zohar mencionan que no debe ser despreciada, pues gracias a ella puede existir el sostén del mundo, representado aquí por la samej.

La mem y la lamed

Cuando se marchan la samej y la nun se presenta la letra mem ante del Santo, bendito sea, y le dice: «Maestro de los mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo, pues gracias a mi eres llamado melej, “rey”. El Santo, bendito sea, le contestó: Es cierto lo que dices, pero no crearé el mundo contigo puesto que el mundo necesita un rey. Vuelve a tu lugar acompañada de las letras lamed y kaf, ya que no conviene que el mundo permanezca sin rey.»

La letra mem con la cual empieza la palabra melej, “rey”, se une con las letras lamed y kaf que componen la palabra melej. Estas tres son las letras centrales del alfabeto hebreo y, en cierto modo, aluden a la reunión de todo el árbol sefirótico. Recordemos que éste empieza en la parte superior por la sefirah keter (cuya inicial es la kaf), que significa “corona” y termina en el polo inferior por malkut (cuya inicial es la mem), que significa “reino”, es decir el reino mesiánico de David. Rabí Ashlag comenta este pasaje señalando que no puede haber un reino (malkut), sin rey (melej) (Zohar I, 136b.). El Santo, bendito sea, no quiere que ninguna de las tres letras centrales del alfabeto abandone su lugar para ser el origen de la creación, pues forman el centro de la escalera que une el cielo con la tierra.

La kaf

Después de que las letras mem y lamed se fueran, desciende la letra kaf del trono de gloria y le dice al Santo, bendito sea: «Maestro de los mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo, pues yo soy tu kabod, “gloria”. Cuando descendió la kaf del trono de gloria temblaron doscientos mil mundos y tembló el trono y todos los mundos estuvieron a punto de caer. El Santo, bendito sea, le dijo: Kaf, kaf, ¿qué haces aquí? No crearé el mundo contigo, vuelve a tu lugar, pues en ti hay keilah, “destrucción”, por eso está escrito: Ejecutará el Señor de los ejércitos la destrucción (keilah) sobre toda la tierra (Isaías X, 23). Vuelve a tu trono y quédate allí. Inmediatamente salió de su presencia y volvió a su lugar». La letra kaf reclama ser el origen del mundo pues en ella está la gloria (kabot) del Santo, bendito sea. La palabra kabod significa, en su primera acepción, “dar peso”, por lo que, según una exégesis tradicional, se puede interpretar que glorificar a Dios es “darle peso” y esto sólo ocurre cuando el espíritu sutil del alma del mundo se corporifica y habita en su lugar.

La figura jeroglífica de la letra kaf es la de un recipiente y, más exactamente, la posición de la mano formando una cavidad para poder contener algo. La forma de la kaf representa el lugar donde se reciben las bendiciones y donde reposa el fuego divino simbolizado por la letra iod, que veremos a continuación. Con ello se enseña que la recepción del don divino, lo que sería propiamente la cábala, se refiere a algo palpable. Por eso un antiguo proverbio dice que el sabio tiene en su mano aquello que el santo siente en su corazón.

La iod

Cuando la kaf vuelve a su emplazamiento se presenta ante el Santo, bendito sea, la letra iod, la menor de las letras, pero el punto original de todas ellas, cuyo valor numérico es diez. Con esta letra empieza el nombre muy santo de IHWH, por lo cual el Creador le dice: «Es suficiente para ti estar inscrita en mi nombre. Estás grabada en mí y toda mi voluntad está en ti». En el Zohar se relaciona el Nombre de Dios con su propia identidad. La iod en el hombre indica su destino en el mundo por venir.

La tet

Después se presentó ante el Santo, bendito sea, la letra tet y le dijo: «Maestro de los mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo, pues por mi eres llamado tob, “bueno” e íntegro. El Santo, bendito sea, le contestó: No crearé el mundo contigo, pues tu bondad está encerrada en tu centro y allí se oculta, según lo que está escrito: Qué grande es tu bondad que guardas para aquellos que te temen (Salmos XXXI, 20). Y puesto que tu bondad está escondida en tu interior, no puede participar de este mundo que voy a crear, sino del mundo por venir. Y, además, a causa de que tu bondad se esconde en tu interior, las puertas del Templo serán sumergidas, tal como está escrito: Y se sumergieron (tabo) bajo tierra las puertas… (Lamentaciones II, 9).» La letra tet representa la bondad y la belleza del esplendor divino, que desde la transgresión de Adán y Eva permanecen ocultas, como lo muestra la propia forma de la letra, que en su grafía hace un requiebro hacia su interior. La tet representa la pureza de luz original. No en vano está escrito en el primer día del Génesis, después de que Dios creara la luz: «Y vio Dios que la luz era buena (tob) y apartó Dios la luz de las tinieblas» (Génesis I, 4). Pero después de la caída esta luz se retrae sobre si misma y sólo volverá a lucir cuando venga el reino del Mesías.

En las Lamentaciones de Jeremías, a causa de la ruina de Jerusalén, que simbólicamente representa lo mismo que la expulsión del Paraíso, el profeta dice: «Y se sumergieron bajo tierra las puertas…» Aparentemente esta cita nada tiene que ver con el primer diálogo entre la tet y el Santo, bendito sea, ahora bien, si se lee en la Torah se observa que la letra tet de la palabra tabo, “se sumergieron”, está escrita en un tamaño menor que las demás letras, por lo que puede deducirse que la belleza y la bondad del Creador se ocultan discretamente cuando se produce la ruina del Templo y la caída del hombre de luz.

La jet

Además, el Santo, bendito sea, le dice a la letra tet: «Y, cuando la jet se une contigo, juntas formáis la palabra jet, “pecado”. Y por eso ni la una ni la otra estáis inscritas en ninguno de los nombres de las tribus santas. Inmediatamente salieron de su presencia.» La letra a la que le correspondería comparecer ante el Santo, bendito sea, sería la jet pero, al estar ligada con la tet, se forma la palabra “pecado” y por eso no tiene ninguna posibilidad de ser la primera letra de la creación. Y, no sólo eso, sino que las dos letras son apartadas de los nombres santos de las tribus de Israel.

La zain

Después le corresponde el turno a la letra zain y ésta le dice al Santo, bendito sea: «Maestro de los mundos, será bueno para ti crear el mundo conmigo, pues tus hijos guardan el shabat gracias a mí, como está escrito: Recuerda (zejor) el día del Shabat para santificarlo (Éxodo XX, 8). El Santo, bendito sea, le contestó: No crearé contigo el mundo, pues en ti está la guerra, ya que tu forma se parece a una espada afilada y a una lanza, que son para hacer la guerra y que son llamadas zain, “arma”. Eres como la nun que representa la caída, entonces la zain salió inmediatamente.» Respecto a la palabra recuerdo (zejer), L. Vert ha escrito lo siguiente: «Conviene mencionar que en hebreo los conceptos recuerdo (zejer) y macho (zajar) se expresan con la misma palabra, aunque su vocalización sea distinta; es decir, que el recuerdo dormido en el interior de cada uno sería precisamente la parte adámica que persiste en el hombre después de la caída y que tiene que unirse con su ayuda celeste. A esta parte fija se la denomina también el ancestro o el anciano, del que Carlos del Tilo explica: “Los maestros de la tradición han afirmado que este Anciano, este Oriente, está en cada hombre, pero olvidado en su pasado adámico, enterrado en la tierra de exilio, en las tinieblas de Egipto, como un Osiris en su tumba. Aquí está el Lugar del conocimiento, o sea de la Gnosis, el polo hacia el cual hay que orientarse, donde el pasado se convierte en futuro. Por eso el sol se levanta en el oriente del cielo terrestre del hombre. » (6)

Pero aun siendo la zain la letra que enseña el recuerdo de Dios, el Santo, bendito sea, no la considera apropiada para crear el mundo, pues en ella existe también un principio de destrucción y desamor. Los argumentos del Santo, bendito sea, se basan en que la forma jeroglífica de la zain se asemeja a dos armas, la espada y la lanza, una mata el sentido del hombre interior y la otra destruye la palabra (7).

La vav y la he

Se presentó a continuación la letra vav, pero el Santo, bendito sea, les dijo a ella y a la letra siguiente, la he, que tenían suficiente con formar parte de su propio Nombre, IHVH, y con el mismo argumento que expuso ante la letra iod no las utilizó para crear el mundo.

La dalet y la guimel

También se presentan juntas las dos letras siguientes, la dalet y la guimel, y el Santo, bendito sea, no quiere crear el mundo con ellas porque han recibido lo suficiente por el hecho de estar juntas. Estas dos letras unidas forman la palabra dag, que significa “pez”, y en guematría valen siete. El número siete es el número del alma del mundo que contiene y transmite el pensamiento divino. Ésta parece ser la enseñanza que se deduce del fragmento correspondiente del Zohar, que dice así: «Vinieron la letra dalet y la letra guimel y dijeron lo mismo que las otras. El Santo, bendito sea, les dijo: es suficiente para vosotras poder ir juntas una con la otra, pues como los pobres no desaparecerán nunca de la tierra, necesitan la recompensa de la misericordia. La letra dalet es la inicial de dalot, “pobreza” y la letra guimel es la inicial de guemilot, “recompensas”. Por eso no debéis separaros una de la otra y es suficiente que podáis permanecer juntas».

El pobre representa la parte divina que ha caído con el hombre y se encuentra sepultada y despreciada en este bajo mundo. La recompensa representa la parte divina que ha permanecido en el cielo (8). Estas dos letras no pueden ir la una sin la otra, las dos son necesarias en el misterio de la unión del cielo y la tierra.

La bet

Finalmente la letra bet se presentó ante el Santo, bendito sea, para ser la primera letra de la creación, argumentando a su favor que era la inicial de la palabra berajah, “bendición”, y gracias a ella el Señor está bendecido arriba y abajo. A diferencia de todas las anteriores, el Santo, bendito sea, la acepta como la primera letra de la Torah y de la creación del mundo. No discute ni busca ningún argumento en contra de ello, pues el hecho de ser la letra de la bendición justifica completamente su decisión. El mundo no puede salir del caos y de las tinieblas sin una iniciación, es decir, sin la intervención directa de Dios sobre el hombre caído por medio de la bendición (berajah). El inicio de la creación del mundo es el mismo que el de la regeneración del hombre.

La alef

Y, puesto que el Santo, bendito sea, ya había decidido la letra original de su creación, la letra alef, la primera del alfabeto, ya no se presentó ante él, por lo cual el Santo, bendito sea, le dijo: «Alef, alef, ¿por qué no te has presentado ante mí como las demás letras? La alef contestó: He visto como todas las letras han salido sin resultado, entonces, ¿qué haría yo allí? Y, además, ya le has dado a la letra bet este gran don y no está bien que un rey tan elevado cambie el don que ha dado a un servidor suyo para dárselo a otro. El Santo, bendito sea, le contestó: Alef, alef, aunque el mundo sea creado con la letra bet, tu serás la primera de todas las letras. No tendré unidad sino en ti y serás el principio de todos los cálculos y de todas las obras del mundo. No habrá unidad sino con la letra alef

En la alef están inscritas las diez sefirot, así como el Tetragrama, pues el valor numérico de IHVH es el mismo que la descomposición jeroglífica de la letra alef, por eso se compara esta letra con el hombre regenerado, que participa tanto de este mundo como del mundo por venir. La grafía de la alef, se puede descomponer en una vav, que forma la diagonal izquierda – derecha y en dos iods. En el Zohar se explica: «El Santo, bendito sea, dibujó al hombre según las formas de este mundo y del mundo por venir. La palabra yietzer, “formó” está escrita con dos iods, pues, en este momento el Santo, bendito sea, hizo entrar a los hijos de Israel en Su Nombre, bajo la forma de las dos iods. Además, la letra vav fue a ponerse entre estas dos iods, a fin de que llegaran a formar la cifra del Tetragrama, IHVH, que es veinte seis, y que su cara fuera dibujada según Su cara por las dos iods, y que, en fin, su nariz tuviera la forma de la letra vav». (Zohar I, 26a.)


Del análisis de este fragmento del Zohar podemos concluir que los misterios que esconden las letras son un símbolo del misterio del hombre. Las letras son como el cuerpo que necesita ser animado por el espíritu, si no, son imágenes muertas que introducen al buscador en un laberinto intelectual sin posibilidad de salida. Pero cuando las letras reciben el influjo del alma del mundo, entonces anuncian la venida del Mesías, pues como explica Emmanuel d’Hooghvorst, en aquel momento: «el sentido del texto, permaneciendo igual en lo que al cuerpo de la letra se refiere, será totalmente distinto en cuanto al sentido, y esto es la Torah sobre la boca o cábala: leer en el presente lo que aún está oculto y será revelado a todos al final de los tiempos». (9)


NOTAS

(1) E. d’Hooghvorst, «Ecce homo» in El hilo de Penélope, Arola, Tarragona, 2000, p. 251.

(2) Mil en hebreo se escribe con las mismas letras que la letra alef.

(3) Este fragmento del Zohar está extraído del artículo de C. del Tilo «El Dios de Rigor y el Señor de Misericordia. Sobre la palabra emet, verdad», en La Puerta. El cristianismo y la filosofía oculta, 1998, pp. 121-125. Recomendamos este artículo como complemento imprescindible del tema que se desarrolla a partir de la letra tav.

(4) De este juego de palabras proviene la historia del Golem, pues «Los judíos polacos modelan (…) la figura de un hombre de arcilla y cola, y una vez pronunciado el shem hameforash [el Nombre divino] maravilloso sobre él, éste ha de cobrar vida. (…) En su frente se encuentra escrito la palabra emeth [verdad]. Va engordando de día en día, y enseguida se hace más grande y fuerte que todos los demás habitantes de la casa, a pesar de lo pequeño que era al principio. De ahí que, al final, sus dueños acaben borrando la primera letra de la palabra emeth, de forma que queda sólo meth [está muerto], en aquel momento el muñeco se deshace y se convierte en arcilla. » Cf. R. Arola, Las estatuas vivas, Obelisco, Barcelona, 1995, p. 130.

(5) E.d’Hooghvorst, «El justo entre sus contemporáneos», in El hilo de Penélope, cit., p. 279.

(6) «El Arte de la memoria», en La Puerta. Cristianismo y filosofía oculta, 1998, p. 67.

(7) E. d’Hooghvorst, «La barba azul», in El hilo de Penélope, cit., pp. 190-191.

(8) C. del Tilo, «El rico y el pobre», en La Puertanº 6, 1980, pp. 46 y ss.

(9) E. d’Hooghvorst, «Ecce homo» in El hilo de Penélope, p. 251.




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