Este próximo sábado es la festividad de Juan el Bautista, así que hay que brindarle los honores debidos. Para ello, en el vídeo de hoy vamos a compararle con otro bautista de su tiempo, Bano, al que también alude Flavio Josefo; diciendo en su Autobiografía que “vivía en el desierto, llevaba un vestido hecho de hojas, comía alimentos silvestres, se bautizaba varias veces al día – porque recordemos que “bautismo” viene del verbo griego baptzein, que significa “sumergirse” –, se bautizaba varias veces, de día y de noche, con agua fría, para purificarse.” Así que veamos los puntos en común de Juan y Bano.
1. Ambos rechazan la cultura dominante. Juan parece pertenecer a una familia sacerdotal del entorno de Jerusalén, es decir, renuncia a su futura vida consagrada y cultual para hacerse profeta. Mantiene el interés sacerdotal por el pecado y la pureza, y no es un davídida como Jesús, más preocupado por el Reino, por la vida social. Ni Bano ni Juan aceptaron el dominio de la ciudad sagrada sobre el campo ni admitieron la autoridad del Templo: ambos marcharon al desierto para regresar a los orígenes de Israel, para anunciar el fin del orden anterior y esperar algo completamente nuevo.
2. Ni Bano ni Juan fueron hombres de comunidad y comida, de libro y de rito, como sí lo eran los esenios de Qumrán. Aunque se retiraron al desierto, como ellos, no se encerraron en sí mismos; sino que fueron portadores de una fuerte protesta.
3. Como digo, se retiraron al desierto, lugar que evoca ruptura y preparación, como saben los esenios de Qumrán cuando afirman que se han retirado al desierto “para preparar los caminos del Señor”. En efecto, tanto Juan como los esenios asumen Is 40:3. Pero el desierto de los qumranitas es un lugar de estudio de la Ley y de celebración de vida comunitaria en espera del Juicio. El desierto de Bano y Juan implica un regreso a la naturaleza, como testimonia su vestimenta y comida. Es el lugar simbólico de la historia israelita, que sigue al Éxodo y conduce a la Tierra Prometida tras el paso del Jordán. En una línea diferente, pero muy significativa para Juan y Jesús, Flavio Josefo asocia el desierto también con el hogar preferido de bandidos, asociales y/o rebeldes contra Roma…
4. Juan y Bano llevan vestimentas que los diferencian de los hombres y mujeres que viven en las tierras habitadas: el vestido de Bano remite al principio de la humanidad al estar hecho de hojas, como el de Gn 3:7. El cinto de cuero de Juan se relaciona con Elías según la descripción de 2 Re 1:8, personaje clave de la apocalíptica judía. Más complicado es el uso de la túnica de pelo de camello, un animal relacionado con los relatos patriarcales, pero considerado impuro según la Ley de Lv 11:4 y Dt 14:7. Quizás sea precisamente por eso, una protesta de Juan contra las normas de pureza de esa ley sacerdotal, enfrentándose así a esenios y fariseos.
5. Ambos toman comidas especiales para señalar de esa forma una exigencia de retorno al desierto, antes de la cultura ciudadana: comidas naturales, silvestres, no cultivados ni elaborados a través de un proceso cultural. Porque recordemos que en la cosmovisión mítica judía, el Paraíso es un jardín en la naturaleza plantado por Dios, mientras que la cultura y las ciudades son obra de Caín y su descendencia.
6. Bano y Juan son bautistas, como los qumranitas. Pero el bautismo de Juan no es un signo de purificación diaria para comer en la mesa de los elegidos, como en Qumrán; ni es tampoco la ablución diaria y nocturna de Bano para volver a la limpieza del Edén. Juan no se bautiza a sí mismo, sino que ofrece el bautismo a los demás, una sola vez, como signo exterior del arrepentimiento y purificación interior del pueblo ante Dios. Juan se presenta como portador de un signo de Dios: lo que Juan empieza haciendo al introducir a hombres y mujeres en las aguas en gesto de limpieza y muerte; lo culminará el propio Dios bautizando a todos los hombres en Espíritu Santo y fuego (cf. Mt 3:11-12), en el Gran Juicio, al entrar en la Tierra Prometida. Por eso se sitúa a orillas del Jordán: es una muerte y un renacimiento, se deja atrás el desierto del Éxodo y se entra en la Tierra Prometida, al nuevo mundo de Dios.
Juan el Bautista es una figura interesantísima, que a partir de esos cuatro elementos (desierto, vestido, bautismo y comida), expresan de forma visible una forma de vida alternativa, pero alternativa total; rescatando elementos básicos de la Creación (en el vestido y la comida) y de la historia (el desierto y el bautismo) para superar un tipo de leyes que considera limitantes y, sobre todo, un tipo de cultura que se expresa en el dominio de unos sobre otros; algo por desgracia muy actual. Hay mucho que decir sobre el Bautista, pero el vídeo de hoy llega hasta aquí. Si queréis saber más, tenéis un par de clases en las que hablamos de él en el curso La Historia de la Biblia. Muchas gracias por vuestra atención.
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