En el siglo XVIII, sin poder establecer con exactitud el año concreto, se publicó en Roma el Gran Grimorio del papa Honorio, atribuido oficialmente a Antonio del Rabino, un mago de origen veneciano al que también se le atribuye una obra tan célebre como La Clavícula de Salomón (aunque él dijese que los redactó siguiendo notas autógrafas del propio rey Salomón). Pues bien, en el Gran Grimorio, obra de carácter ocultista y uno de los libros más autorizados en cuanto a pactos diabólicos se refiere, se hace mención a cuatro seres elementales protectores de los cuatro elementos. Dice así: "Los espíritus elementales, llamados así porque su morada está en los cuatro elementos, se clasifican en cuatro clases, y son los siguientes: los Silfos, que pueblan el aire; los Gnomos, que moran en las profundidades de la tierra; las Salamandras, que se hallan en el fuego, y las Ondinas, que viven en el agua."
Frozen II (2019) es la película de animación más taquillera de la historia, y eso que la crítica no ha sido en absoluto unánime: mientras se destacaban los maravillosos avances técnicos de animación, el vestuario de los personajes o la belleza de los otoñales paisajes escandinavos, se criticaba la falta de una canción con tanto tirón como Let it go en la precuela, o que la trama es demasiado compleja para un público infantil. Pero es que ya es hora de quitarnos esa idea de la cabeza de que la animación es cosa de niños. Es cierto que la compañía de Walt Disney se ha hecho famosa por adaptar cuentos clásicos a nuestro tiempo y, por así decirlo, suavizar su mensaje (aunque yo considero que lo que suaviza son las formas y el mensaje queda intacto, que ése es su gran logro, pero esa es otra historia). Pero entre las grandes joyas de la animación en general tenemos Felidae (1994), La princesa Mononoke (1997), Anastasia (1997), Tod y Toby (1981), Taron y el caldero mágico (1985), Persépolis (2007) Kubo y las dos cuerdas mágicas (2016) o La fiesta de las salchichas (2016); todas ellas grandes películas de animación que yo, sinceramente, me pensaría dos veces el ponérsela a mis hijos un domingo por la tarde. Pero eh, ahí están.
Sobre la canción. Let it go, que se tradujo en España como Suéltalo, pegó con mucha fuerza, tanta que no era raro escuchar a niños y niñas cantarla tan alegremente. Cierto es que no ha pasado lo mismo con ninguna de las canciones de la segunda cinta... cosa que me alegra. Frozen II es mucho más madura que su predecesora o, si lo preferimos, está dirigida a un público intermedio, más capaz de entender el profundo significado que esconde. De hecho, hay una divertida escena en la que vemos que la propia Elsa ya tuvo suficiente de esa canción, ya que hay un momento en el que se ve a sí misma cantándola y se avergüenza al revivir ese recuerdo. Está claro que Elsa ha madurado desde entonces. De todas maneras, el simbolismo tras la canción de Suéltalo iba sobre la necesidad de liberarse de los miedos y lastres que a menudo nos retienen en el pasado y nos impiden avanzar en nuestro camino y desarrollarnos plenamente. En esta película, canciones como Mucho más allá o Muéstrate hablan sobre la continuidad de la experiencia: cuando nos conocemos y aceptamos a nosotros mismos somos capaces de ir más allá (ejem, ultreia, ejem) y de reencontrarnos con la esencia de las cosas. A mí me gusta mucho más Frozen II que Frozen, y de hecho cuando salí del cine después de verla, y hay testigos presenciales que pueden dar fe, dije que me daba la sensación de que Disney había concebido desde el principio ambas películas como un solo producto, y que la primera sólo era el planteamiento de la historia, una cinta a modo de presentación, y que esta segunda parte era realmente el nudo y el desenlace del asunto. Y no iba mal encaminado, porque lo que yo no sabía es que el 30 de septiembre de 2019 (la película se estrenó el 22 de noviembre) el productor Peter del Vecho, en una visita a Madrid para la presentación de la película, había dicho que el objetivo es que los espectadores sientan "como si Frozen I y Frozen II son en conjunto una gran película." En mi caso, lo han conseguido. No, el objetivo no es que niños y niñas de todo el mundo vayan cantando el equivalente a Let it go, sino el comprender cuál es el significado de canciones como Mucho más allá. La cuestión es bastante más madura, pero ya lo hemos dicho: las películas de Disney están diseñadas tanto para los niños como para los jóvenes y padres. En mi opinión, Disney está volviendo a tener una Edad de Plata (el tiempo dirá si es una nueva Edad de Oro) con películas como Vaiana (2016), Coco (2017) o Frozen II (2019). Con películas como estas, en las que la tradición espiritual de todos los tiempos está más presente que nunca, tengo muchas ganas de ver qué tienen por ofrecernos en el futuro.
Leí un artículo, en una página católica, en la que se preguntaban si merecía la pena ver Frozen II. Ojo, la pregunta no es sobre si la película está bien o mal, sino si siquiera merece la pena verla. El otro día alguien me comentaba en un directo de Youtube que debería hacer vídeos hablando de películas, porque para muchas personas es frustrante ponerse a ver una película que no saben si les va a gustar o no. Damas y caballeros, de TODO se aprende. Solamente viendo una película puedes saber si te gusta o no, porque que a mí me haya gustado no significa que a ti vaya a hacerlo, y viceversa. No somos una mente colmena, ni siquiera se trata de generar opinión. Estamos devaluando el arte hasta el punto de ver o no una película, o escuchar o no una canción, en función de lo que diga un papanatas cualquiera. Yo os puedo decir que para mí Frozen II es la mejor película de animación de los últimos tiempos y que las películas de Blade Runner me provocan un aburrimiento monumental, pero con eso no quiero decir que veáis una y dejéis de ver las otras. Construyamos nuestro propio criterio, por favor.
Volviendo al artículo en cuestión, la página arriba citada hace una reseña para padres católicos. Nunca he visto que se haya hecho esto con otra película que no fuera de contenido religioso (que seguro que sí), por lo que me he animado a echar un vistazo. Según parece, la Conferencia de Obispos de Estados Unidos han realizado una clasificación sobre la película, en la que han dicho que está destinada a un público joven y adulto, pero que puede asustar a los más pequeños. A ver, yo mucho trato con niños no tengo, pero la cinta creo que no tiene escenas que puedan generar un miedo serio en una mente infantil. Si me hablas de Los mundos de Coraline (2009), otra fantástica película de animación, pues ahí sí te digo que cuidado. Pero en este caso me parece más otro signo de nuestro tiempo, en el que estamos criando a las nuevas generaciones de manera sobreprotectora y entre algodones para que no se enteren de que la maldad existe; y no tiene que ver tanto con el contenido de la película. Hay sobre todo dos puntos que me llaman la atención (el segundo me preocupa) de esta crítica. El primero es la razón que dan sobre el miedo que puede generar en los niños pequeños: "con las manifestaciones de los espíritus del bosque y las batallas que se producen a un ritmo vertiginoso, así por los contenidos míticos y la magia de los elementos básicos (tierra, aire, agua y fuego) que podrían ser confusos para los espectadores más impresionables. (...) La estética de la película es además bastante oscura, y la trama compleja al punto que los niños más atentos seguramente saldrán con varias inquietudes sobre la forma como se termina desenvolviendo la historia."
¿Que los niños salgan con inquietudes sobre el final de la trama es malo? Las inquietudes, en general, son maravillosas, porque implica que la película ha llegado al corazón del espectador y le ha generado dudas sobre sí mismo y su propia realidad, que es lo que persigue toda obra de arte que se precie. Es labor de los adultos responsables de esos niños atender esas inquietudes y, en la medida de lo posible, aportar respuestas a las dudas que puedan tener, enfocadas a hacer de ellos en el futuro personas respetuosas, empáticas, responsables, solidarias, honestas, compasivas, amorosas y capaces de practicar tanto el perdón como la gratitud. Eh, nadie dijo que fuera fácil. Tampoco comparto eso de que la película tiene una estética bastante oscura, porque creo que hay que matizar eso: hay momentos en la película que son bastante oscuros. Pero claro. Como que es una película sobre el Viaje del Héroe, que no es otra cosa que una metáfora del recorrido vital. Alerta de spoiler: en la vida hay momentos oscuros, muy oscuros. Pretender que el lobo se siente a tomar el té con los tres cerditos o que el caballero y el dragón se vayan a jugar a los bolos no es educar a los niños, es vendarles los ojos a la realidad. Y cuando algún infeliz sufra un episodio de bullyng en el colegio nos preguntaremos qué estamos haciendo mal. La maldad, el dolor, el sufrimiento, el odio, la ira... todo ello existe. Y esta película ni siquiera trata esos temas con toda la profundidad que podría, porque no deja de tener una calificación Todos los públicos. Pero sí habla del dolor de la pérdida, del miedo al cambio, de la búsqueda de la identidad, de la muerte y de la vida como elementos interconectados... No, la película no es oscura, solo es más adulta que la primera. Pero hay que considerar que los que vieron Frozen hace seis años también son más adultos.
La crítica de la web habla también sobre la manifestación de los espíritus, los contenidos míticos y la magia de los elementos de la naturaleza, que pueden resultar duros para espíritus demasiado impresionables. Bueno, imagino que se refiere sobre todo a la aparición del espíritu del fuego y a la del espíritu del agua, son los dos únicos que me encaja que podrían causar esa impresión. Los cuatro espíritus son impresionantes, pero mientras que la tierra y el aire tienen una presentación más pasiva, por así decirlo, las del fuego y el agua son muy impresionantes y más agresivas. Cosa lógica por otra parte, simbólicamente estos dos elementos han sido considerados siempre destructores y purificadores al mismo tiempo. Pero a la crítica le parece mal esta representación por algo que luego veremos. Quiero presentaros ahora a los cuatro seres elementales de Frozen II, ligeramente diferentes a los del Gran Grimorio:
BRUNI (fuego)
Este pequeño reptil, uno de los puntos adorables de la película y que seguro que venderá muchos peluches, parece una lagartija, pero en realidad es una salamandra. Su aparición en la película, como ya detalla el grimorio, se debe a la tradición que asocia a las salamandras con el fuego. Desde Aristóteles a Paracelso, son muchos los sabios de la Antigüedad que realizaron esta asociación debido a hechos que, en aquel entonces, resultaban inexplicables. Entre ellos destaca el hecho de que las salamandras se mantengan siempre frías y húmedas al tacto, y que surgieran "prodigiosamente" de las hogueras. En realidad, los pobres animales salían disparados de los leños donde se habían escondido para hibernar cuando estos ardían en las chimeneas de las casas. Pero así ha quedado como espíritu del fuego.
GALERNA (aire)
El más esquivo de los cuatro seres elementales, sólo da indicios de su presencia cuando crea remolinos de hojas. Pero se trata, por supuesto, de una sílfide, el equivalente femenino del silfo que menciona el Gran Grimorio. Pero no es su autor quien inventa el término, sino que Theophrastus Bombast von Hohenheim (1493-1541), más conocido como Paracelso, ya había acuñado el término "silfo" para referirse a las encarnaciones del aire en su sentido alquímico. Los silfos y sílfides se consideraban criaturas de aspecto humanoide, aunque Galerna resulta invisible al ojo humano. Es la segunda de su especie de la que conocemos su nombre, la primera fue Ariel en La tempestad (c. 1611) de William Shakespeare.
EL NOKK (agua)
En este caso, el espíritu del agua no tiene nada que ver con las ondinas del Gran Grimorio o la obra de Paracelso, sino que tenemos que irnos un poco más lejos, tanto en el tiempo como en el espacio. Puesto que Frozen II está claramente ambientada en una tradición escandinava, raro era que no hubiera ningún elemento de su mitología. Según ésta, un Nøkk es un peligroso espíritu acuático que cambia de forma y se sabe que atrae a los viajeros a la orilla del agua transformado en un poderoso caballo, un hombre atractivo (a menudo tocando el violín) o una mujer hermosa, solo para arrastrarlos a las profundidades y ahogarlos. Parece que, en un principio, los desarrolladores de la película quisieron mantenerse fiel a la mitología en la que se basa y diseñaron al Nøkk como un cambiaformas, pero los directores querían que el personaje mantuviera la forma constante de un caballo (al ver las escenas de la película en las que aparece se entiende el por qué) y se presentara como algo serio, no como una caricatura. También podemos recordar que, según la mitología griega, el dios del mar Poseidón es un dios equino.
LOS GIGANTES (tierra)
Los gigantes son uno de los puntos fuertes de la mitología del mundo, y vinculado con la tierra tenemos en la mitología griega al personaje de Anteo, un gigante hijo de Gea que, cada vez que era derrotado por Heracles y caía al suelo, su madre le volvía a poner en pie con las fuerzas renovadas. Pero para obtener una asociación más precisa con los gigantes de Frozen II, que son varios y no sólo un individuo, hay que volver a la tradición nórdica. Porque en ella encontramos a los famosos jötunn, aunque estos gigantes no son de tierra, sino de escarcha. Será la inspiración de esta raza de gigantes pasada a través del filtro de la cristianización europea, culminando en J. R. R. Tolkien (que menciona en El Hobbit a gigantes de piedra) lo que desembocará en estos gigantescos personajes de roca de la película.
Ahora viene la parte del artículo de dicha web que refleja el pensamiento que me preocupa. El titular es el que sigue: Ecologismo, indigenismo y feminismo: adoctrinamiento político que enreda la trama infantil.
Hemos dejado ya claro que la trama no es infantil, sino que busca construir un ideal de vida para formar individuos que avancen hacia un mundo de paz, libertad, igualdad y justicia; que son algo más que palabras: son metas alcanzables. Tenemos que dejar la dichosa expresión de "adoctrinamiento", porque esos mismos ideales son los que han sido perseguidos por toda tradición espiritual verdadera. Y lo peor de todo es que el ecologismo, los derechos de los indígenas y el feminismo se consideren "adoctrinamiento político". Eso es lo que tiene que cambiar. ¿Qué clase de tradición espiritual es este catolicismo que renuncia a cuidar el planeta, a defender los derechos de los pueblos indígenas y a luchar por la igualdad entre hombres y mujeres? Para mí, esto no es catolicismo, del griego katholikós, que significa "a través del todo", es decir, "universal". Aristóteles o Polibio ya utilizaban esta palabra en el sentido de algo universal, para todos. Por tanto, cualquier tipo de exclusión es contradictoria con el sentido mismo de la palabra.
La crítica continúa así: "Frozen II refleja plenamente la visión política indigenista promovida con entusiasmo por la izquierda contemporánea, mostrando a los pueblos indígenas como ideal de sabiduría, pacifismo y armonía con la naturaleza, con la cual mantiene una relación mística y mágica. Mientras que por el contrario, el hombre occidental con sus paradigmas implícitamente cristianos, representa la ignorancia, la soberbia y la ruptura con la naturaleza." Dejando de lado que esta película viene de algo tan sospechoso de pensamiento de izquierdas como Hollywood, voy a contaros un pequeño secretito: no hace falta ser de izquierdas para defender los derechos humanos. Parece que hay que revisar la historia de la Iglesia Católica, cómo a partir de Teodosio I y su Edicto de Tesalónica del 380, todos los cultos catalogados despectivamente como "paganos" (del latín pagus, habitantes del campo, personas con tradiciones animistas y/o politeístas) fueron perseguidos y aniquilados. Pero no sólo la historia de la Iglesia, sino la historia de la humanidad hasta hoy. ¿Acaso vamos a negar que nos estamos cargando el planeta, nuestra propia casa? ¿Alguien va a negar que la sociedad pos-moderna es, en efecto, ignorante y soberbia? Pero es que esos paradigmas de los que habla la web no son bíblicos. Muy al contrario. ¿Qué hay del mito de Caín y Abel contenido en Génesis 4, donde se habla de un conflicto precisamente entre los nómadas (indígenas) encabezados por Abel y los creadores de la "civilización occidental cristiana", en sus propios términos, reflejados en Caín? Uno es el que vive en contacto con la naturaleza, nómada, pastor. El otro es el que vive en un asentamiento, que construye la primera ciudad del mundo, que es agricultor. La propia historia bíblica empieza con este conflicto entre el respeto por la naturaleza y el alejamiento de ella, no es una "política indigenista" de la izquierda. En sus propios términos históricos, Abel representa al pueblo hebreo, que es un pueblo nómada, de pastores, en contacto directo con los elementos divinos de la naturaleza (los árboles de Mambré para Abraham, la roca de Betel para Jacob, la zarza ardiente de Moisés...); mientras que Caín representa a los grandes pueblos extranjeros establecidos en ciudades, con una economía de producción y conservación, como todas las grandes civilizaciones que habitaban o influían en Canaán: Babilonia, Egipto o Asiria. Y sin embargo, a pesar de que la historia bíblica está del lado de los "indígenas", por así llamarlo, en este punto; Abel se ha convertido en una prefiguración de Cristo y algunos de sus seguidores abogan por el sometimiento de los pueblos indígenas, cuando el propio Jesús afirmó que el mayor mandamiento es "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". (Marcos 12:31). Incluso cuando en un salmo, el 24, se dice en su primer versículo aquello de "Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que en él habitan." Pero a la web le parece mal la defensa de los indígenas. ¡Qué ironía!
En definitiva, y con esto termino: a los autores católicos del sitio web les parece mal que Frozen II plantee temas como el ecologismo, la supervivencia indígena y el feminismo; además de que considera "peligrosa" la idea de que la naturaleza tenga magia y personalidad que castigue las injusticias, porque equivale a Dios, y por lo tanto presenta un sistema espiritual panteísta. Hay muchas cosas que comentar sobre eso, pero daría para otro artículo y creo que ya he dicho suficiente. Puedo entender que, si crees en el pleno sentido de la palabra que la Biblia es Palabra de Dios y que todo cuanto aparece en ella es verdad literal, en estos términos esta película te rechine por los cuatro costados. La has visto, no te ha gustado, perfecto. Pero no hay que manipular, que es al final lo que se está haciendo aquí, diciendo a los padres católicos que no lleven a sus hijos a ver esta película porque está lleno de mensajes de adoctrinamiento feminista izquierdista, porque eso es una soberana estupidez. La película toma elementos de la mitología escandinava y de la tradición religiosa europea, que por suerte es muchísimo más amplia y va mucho más allá de un catolicismo tan cerrado como este. Las criaturas elementales, el Viaje del Héroe con elementos tan fácilmente reconocibles y visualmente espectaculares como la llamada a la aventura, el rechazo a esa llamada o el primer umbral... son muchos los elementos que hacen mágica esta película. Y sí, también la ecología, los derechos de los indígenas (y de los pueblos oprimidos en general) y el feminismo. Pero es que, aunque haya gente a la que no le guste, estamos en el siglo XXI. Y aunque la solución, en mi opinión, no pasa por realizar actos vandálicos sobre estatuas de los Reyes Católicos o Cristóbal Colón como se está viendo en varias partes del mundo (el delirio iconoclasta); sí viene bien empezar a plantearnos algunas cosillas de las que no hemos querido hablar hasta ahora. Precisamente de eso va también la película: Elsa descubre el pasado de su propia familia, que en el fondo configura su identidad. Sabemos que Velázquez tenía un esclavo, pero no por ello vamos en masa al Museo del Prado a descolgar y a quemar sus pinturas. La Historia es la que es, y no puede cambiarse. Pero se trata de que, conociendo nuestra historia, no caigamos en los mismos errores del pasado y podamos avanzar todos y todas, juntos, hacia un futuro que resulte más prometedor del que vieron los siglos. Quizá me digáis que eso es simplemente una utopía, una fantasía de rojos. Pero veréis, cuando le preguntaron a Eduardo Galeano para qué servía la utopía, él citó a Fernando Birri (1925-2017), cineasta argentino. Dice así: "Esa pregunta me la hago todos los días. Para qué sirve la utopía, si es que la utopía sirve para algo. Porque, fíjense ustedes, que la utopía está en el horizonte, y si está en el horizonte yo nunca la voy a alcanzar. Porque si camino diez pasos, la utopía se va a alejar diez pasos. Y si camino veinte pasos, la utopía se va a colocar veinte pasos más allá. O sea que yo sé que jamás nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve? Para eso, para caminar."
Ultreia
Me alegro de que te haya gustado, Antoni. La verdad es que es una pena, porque aún sabiendo que no todo el catolicismo es así, que a estas alturas tengamos que estar todavía debatiendo estas cosas... pero en fin, que de todo se puede aprender :)
Cuando se rasca un poco... es apasionante... tengo que decirte, César, que a mí también me gusto más la segunda parte que la primera... y luego el tema de la crítica que rebates tan acertadamente... no me extraña, porque hay un cacao mental (y espiritual) en el ámbito cristiano bastante importante... Yo estuve en una Iglesia anglicana, no hace muchos años y durante bastante tiempo, y en círculo relativamente reducido, podías encontrar visiones -a menudo de los propios textos sagrados- prácticamente contrapuestas.
De todas formas, si esa crítica ha servido para que nos ofrezcas cosas tan interesantes... casi que la agradezco... Gracias y un abrazo!