Hoy se celebra el Jueves Santo. A pesar del confinamiento en el que nos encontramos a nivel mundial, los cristianos no se olvidan (y los que no lo son tampoco) de los días en los que estamos: desde el pasado domingo 5 hasta el próximo domingo 12 se celebra en todas partes del mundo judeocristiano la llamada Semana Santa. Hace años escribí en el blog que tenía por entonces un artículo sobre el simbolismo del Via Crucis, pero actualmente ese tema lo trato en mis clases y sería hacer spoiler... así que esta vez quiero dedicar este artículo, más breve, a un elemento muy interesante y que muy a menudo pasa desapercibido. Puesto que Jesús y los apóstoles eran judíos y lo que celebraron ellos y se celebra estos días no es otra cosa que la Pésaj, la Pascua judía (que comenzó ayer por la tarde, día 8), vamos a ver qué hicieron aquellos hombres en Jerusalén. Como siempre, conviene acudir a los textos. Nos dice Mateo (26:20-30):
"Al anochecer, Jesús estaba sentado a la mesa con los doce. Mientras comían, les dijo:
Os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar. Ellos se entristecieron mucho, y uno por uno comenzaron a preguntarle: ¿Acaso seré yo, Señor? El que mete la mano conmigo en el plato es el que me va a traicionar —respondió Jesús—. A la verdad el Hijo del hombre se irá, tal como está escrito de él, pero ¡ay de aquel que lo traiciona! Más le valdría a ese hombre no haber nacido. —¿Acaso seré yo, Rabí? —le dijo Judas, el que lo iba a traicionar. —Tú lo has dicho —le contestó Jesús. Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciéndoles: —Tomad y comed; esto es mi cuerpo. Después tomó la copa, dio gracias, y se la ofreció diciéndoles:—Bebed de ella todos vosotros. Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados. Os digo que no beberé de este fruto de la vid desde ahora en adelante, hasta el día en que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre. Después de cantar los salmos, salieron al monte de los Olivos."
Aunque hay mucho para comentar en este texto, quiero centrarme hoy en el final de la Última Cena, la parte que está subrayada y que ni siquiera se menciona en el resto de los relatos evangélicos. Por ejemplo, en Marcos (14:17-23) se nos dice que Jesús avisa de la traición de uno de los apóstoles y que celebra el misterio del vino y el pan. Pero nada más. Existen interesantes diferencias entre los Evangelios, pues es un pasaje que da para un apasionante análisis exegético. Pero, respecto al final, en Marcos no se menciona nada sobre que canten los salmos, al contrario que en Mateo, que es posterior. Por tanto, en el avance de la tradición se quiere que Jesús y sus discípulos canten los salmos. Por su parte, Lucas (22:14-23) relata también el episodio del vino y el pan pero, por primera vez, introduce la frase de Jesús "haced esto en conmemoración mía" que la Iglesia ha utilizado para la instauración de la Eucaristía como uno de los siete sacramentos. El pasaje de Lucas termina cuando Jesús anuncia que uno de ellos le va a traicionar y los apóstoles empiezan a preguntarse unos a otros quién haría eso. Y, por último, el caso de Juan (13:1-35). Su relato es muchísimo más largo y Jesús dirige todo un monólogo teológico sobre Él y Dios - a finales del siglo I la cristología ya estaba muy desarrollada -. Además, el autor del evangelio incluye en el marco de la Última Cena episodios que ninguno de los tres evangelistas anteriores ha tratado: el lavatorio de pies, más detalles sobre la traición de Judas o el nuevo mandamiento del amor. Es decir, que de los cuatro evangelistas, solamente Mateo incluye el canto de los salmos. ¿Por qué? Porque es el más judío de todos, y quiere que se cumplan todo lo que caracteriza este momento en el judaísmo.
El hecho de que el evangelista diga que Jesús y sus apóstoles cantaron los salmos de David no debe extrañarnos, después de todo, lo que nosotros llamamos "Última Cena" era con todas las de la ley un Séder, una cena de Pésaj (Pascua), y en ella por supuesto que se cantan los salmos. Algunas Biblias utilizan el término "himno", pero éste es una traducción de la palabra hebrea halel, una referencia a los conocidos como "salmos de alabanza" (del 113 al 118), los cuales se cantan en la noche de la Pésaj como parte de la festividad del Séder. Parece que a Jesús le encantaban estos salmos cuyo mensaje principal es la salvación y, como buenos judíos, él y sus apóstoles los recitaron. En hebreo, halel significa "alabar", y es una de las palabras más importantes en el Tanaj. Su raíz se encuentra en el término Haleluya, que significa "Alaben a Dios", al igual que en el nombre del Libro de Salmos en hebreo, Tehilim. Es precisamente el libro de Tehilim (concretamente Salmos 118:25-26) el que se recita en Domingo de Ramos, cuando las multitudes proclaman "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!" (Marcos 11:9). Por lo tanto es bonito e importante saber que Jesús y sus apóstoles, al terminar la cena, cantaron los salmos de alabanza.
La Pascua, que estamos celebrando esta semana, es la fiesta judía de la libertad, porque en el judaísmo se celebra que los antepasados del pueblo judío fueron liberados de Egipto tras cuatro décadas de esclavitud. Estamos celebrando que somos libres y que tenemos la responsabilidad de ejercer nuestra libertad, con todo lo que ello conlleva. En estos tiempos de aislamiento, más que nunca, la libertad es un bien preciado. Quiero cerrar esta entrada con un canto dedicado, precisamente, a la libertad. El pasado 4 de abril de 2020 nos dejó Luis Eduardo Aute, uno de los cantautores de referencia en mi casa al que conocí gracias a un disco que tenía mi padre en el que distintos artistas cantaban sus temas. Por eso quiero rendirle este homenaje. Ya que Jesús y los apóstoles cantaron, que él también cante y viva así por siempre.
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