Nunca se sabe qué vídeo va a funcionar mejor o peor. El dedicado a la historia de la formación del Corán que subí ayer ha superado ya las 700 visitas, cuando yo mismo digo al principio que no sé si es un tema que os interese. Lo cierto es que todo lo que he ofrecido en el Centro Ultreia que estuviese dedicado al islam o lo incluyera ha tenido escasa acogida, pero de repente me encuentro con esto. Sigo sin enten-derlo, y no sé si algún día lo haré.
La cuestión es que, a raíz de este vídeo, bastantes me habéis preguntado por la perspectiva que el islam tiene de Jesús. Estoy trabajando en ello, pero mientras tanto, quiero hablaros hoy de las influencias cristianas del islam, que son varias y muy interesantes, y servirán para entender mejor parte del contenido de un futuro curso dedicado a la espiritualidad monoteísta.
Lo primero que debemos tener claro es que, para el surgimiento del islam en el siglo VII, el cristianis-mo lleva ya 600 años por las regiones de la Península Arábiga, así que la influencia es innegable. Pero eso sí, no influye el cristianismo latino, que es al que estamos acostumbrados la mayoría de nosotros, sino el cristianismo oriental; los cristianos árabes, de quienes siempre nos olvidamos. Y conviene recordar que el Oriente Próximo de la Antigüedad Tardía era mayoritariamente cristiano: no en balde al norte de la Penín-sula Arábiga se erigía el poderoso Imperio Romano de Oriente, mejor conocido como Imperio Bizantino. De hecho, el famoso Justiniano I el Grande había muerto en el 565, y cinco años después nacía Muha-mmad. Quiero decir con esto que la propuesta espiritual del Profeta fue vista por primera vez como una herejía cristológica y denominada "herejía de los ismaelitas", como aparece en el libro Sobre las herejías de Juan Damasceno (675-749), erudito siríaco. Esto me recuerda que hace un par de semanas alguien me preguntó (no es la primera vez) si se podría considerar el islam una herejía cristiana. Juan Damasceno tenía claro que sí. Yo, no tanto. Transcribo mi respuesta:
Primero habría que ver qué entendemos por cristianismo, cuál es el fundamento último del mismo. Respondiendo de una forma muy general: el islam (aquí sigo el de la promulgación, el coránico) adopta la visión que de Jesús tenían algunas sectas cristianas orientales: niega que Jesús sea el hijo de Dios o Dios mismo encarnado. Pero como sobre su naturaleza los propios cristianos no estaban de acuerdo, no es determinante. En mi opinión, la clave está en el papel que cumple: el islam niega que fuese crucificado, que resucitara ni que muriera por los pecados de la humanidad. Es decir, no es un personaje de carácter soteriológico porque no hay nada que salvar, ningún pecado original que expiar ni ninguna relación perdida con Dios que recuperar. En mi opinión, esto descarta totalmente que se pueda hablar del islam como "un tipo de cristianismo": aunque el islam reconozca a Jesús como el Mesías enviado a los judíos, esta palabra no significa lo mismo que en el cristianismo y por supuesto su función y trascendencia es completamente distinta.
Los cristianos orientales no sólo influyeron en el islam a nivel cristológico: también introdujeron a los musulmanes en el aprendizaje del griego. Particularmente los nestorianos (hay vídeo sobre ellos) contribu-yeron a la civilización árabe islámica durante los períodos omeya y abasí al traducir obras de filósofos griegos al siríaco y luego al árabe. También se destacaron en filosofía, ciencia, teología y medicina. La ma-yoría de los países musulmanes también usan el calendario gregoriano, aunque mantengan el islámico pro-pio, lunar, para las festividades religiosas; y algunos países de mayoría islámica observan el domingo como un día no laborable (el domingo sabático, instaurado como tal por Constantino en el 321).
Oración y adoración
Buscando el origen del salah, el ritual de oración islámico, encontramos también interesantes indicios en el cristianismo oriental. Por ejemplo, los cinco tiempos de oración fijados en la oración islámica podrían tener su origen en las horas canónicas de los cristianos, especialmente las empleadas desde el siglo IV por los creyentes de las iglesias ortodoxas orientales, monofisitas (defendían que Jesús era totalmente divino), que rezaban siete veces al día. No debe extrañarnos la influencia, a juzgar por el extenso contacto que Mu-hammad y sus Compañeros tuvieron con los monjes cristianos sirios. El propio Abu Bakr, primer suegro del Profeta y quien le sustituiría al frente de la umma, y otros de los primeros seguidores entraron en contacto con esos tiempos fijos de oración de los cristianos sirios de Abisinia, y probablemente transmitieron sus observaciones a Muhammad; quien por su parte tuvo contacto directo con los cristianos de Najrān, en Ye-men, y por tanto habría estado al tanto de la práctica cristiana de mirar hacia el este mientras se reza, que era omnipresente en la cristiandad en aquellos años. En origen, Muhammad estipuló que el salat debía rea-lizarse mirando a Jerusalén, igual que los judíos: fue sólo cuando la ruptura con éstos y con los cristianos fue irreversible cambió de parecer y estipuló la orientación a La Meca. De hecho la mezquita de Quba, en Medina, la primera que se construyó, está orientada hacia Jerusalén.
Otra influencia interesante es la del propio sujūd, el acto de reverencia o postración: parece que ya lo realizaban los Padres del Desierto, monjes cristianos coptos de Egipto. Por otra parte el tayammum, la ablución, el lavado ritual antes de realizar el salah estaría influenciado por la práctica judía de lavarse las manos y los pies antes de rezar, común entre los judíos de Siria, Yathrib y Yemen: el Talmud de Babilonia enseña que en ausencia de agua, se debe usar tierra, una práctica adoptada en el islam:
¡Creyentes! No os acerquéis ebrios al Rezo. Esperad a que estéis en condiciones de saber lo que decís. No vayáis hasta que os hayáis lavado. Y si estáis enfermos o de viaje, si viene uno de vosotros de hacer sus necesidades, o habéis tenido contacto con mujeres y no encontráis agua, recurrid a arena limpia y pasadla por el rostro y por las manos. Al-âh es perdonador, indulgente.
Corán 4:43
Ayuno
El sawm islámico, obligatorio en el mes de Ramadán (exceptuando los menores, las mujeres embara-zadas o los ancianos), habría recibido influencias de la estricta disciplina cuaresmal de las iglesias sirias.
Idioma
A finales del siglo VII y VIII, los musulmanes se encontraron con los cristianos levantinos. La palabra siríaca sahedo puede haber influído en el árabe shahid (traducido como "mártir-testigo"). Durante el Cali-fato abasí (750-1259) se realizaron traducciones de los evangelios traducidos al siríaco (los originales esta-ban en griego koiné) al árabe, sobre todo por parte del historiador Bar-Hebraeus.
Arte
El estilo romano-bizantino prevaleció particularmente en la arquitectura islámica temprana. Uno de los ejemplos es la Qubbat al-Sajra, la Cúpula de la Roca (finalizada en el 691-692) que ordenó construir en Jerusalén el califa omeya Abd al-Málik, de quien hablamos en el vídeo sobre la formación del Corán. Arquitectónicamente, y también en sus mosaicos, sigue las trazas de la arquitectura romana y bizantina, aunque su apariencia exterior fue ampliamente modificada bajo el Imperio otomano. Otro ejemplo es la Madrasa-Mausoleo del sultán Al Nasir Muhammad, en El Cairo, que cuenta con una portada gótica traída de Acre, reutilizada como trofeo. La madrasa Al-Halawiyah en Alepo, Siria, era una antigua catedral cris-tiana tomada por Nur al-Din (1118-1174); mientras que la mezquita de al-Aqsa, también en Jerusalén, cuenta con un ornamento esculpido, tomado de estructuras cruzadas del siglo XII, en los arcos de la facha-da. El doble capitel superior de la mezquita sobre columnas torcidas expresa la unidad de la naturaleza en un estilo románico característico. Después de la caída de Constantinopla, los otomanos convirtieron la que era la basílica más importante, Hagia Sophia, en una mezquita; e incorporaron elementos arquitectónicos bizantinos en su propio trabajo, como las cúpulas. Esto fue parte de la conversión de lugares de culto no musulmanes en mezquitas. Hagia Sophia también sirvió como modelo para muchas mezquitas otomanas, como la Mezquita Shehzadeh, la Mezquita Suleiman y la Mezquita Rüstem Pasha.
Podemos encontrar motivos cristológicos en las obras de Nizami, Rumi y otros. Los artistas islámicos aplicaron patrones cristianos para la iconografía. La imagen del nacimiento de Muhammad en la obra Jami' al-tawarikh de Rashid ad-Din recuerda al nacimiento de Jesús: los ángeles, que se ciernen sobre la madre, corresponden a un tipo cristiano, mientras que las tres mujeres, que vienen a visitar a la madre, se corres-ponden a los tres Magos del relato del Evangelio según Mateo, tradición bien conocida y enriquecida en-tre los cristianos árabes. Algunos latones con incrustaciones ayubíes sobrevivientes presentan escenas del Evangelio e imágenes de la Virgen con el niño Jesús. Igualmente hay referencias a la Anunciación y al bau-tismo de Jesús al-Athar al-Baqiyah (Los signos restantes de siglos pasados), obra de Abu Rayhan al-Biruni redactado en el año 1000: allí se representa a la Virgen siguiendo los modelos del arte bizantino.
Influencia cultural
Ya hemos mencionado que los cristianos (particularmente los nestorianos) contribuyeron a la civili-zación árabe islámica durante los períodos omeya y abasí al traducir obras de filósofos griegos al siríaco y luego al árabe. Los centros de aprendizaje y transmisión de la sabiduría clásica incluyeron colegios como la Escuela de Nisibis, y más tarde la Escuela de Edessa, y el renombrado hospital y academia médica de Jun-dishapur; las bibliotecas incluyeron la Biblioteca de Alejandría y la Biblioteca Imperial de Constantinopla; otros centros de traducción y aprendizaje funcionaron en Merv, Salonika, Nishapur y Ctesiphon, situados justo al sur de lo que luego se convirtió en Bagdad.La Casa de la Sabiduría fue una biblioteca, un instituto de traducción y una academia establecida en la era abasí de Bagdad, Irak. Los nestorianos desempeñaron un papel destacado en la formación de la cultura árabe, con la escuela Jundishapur destacada a finales de los períodos sasánida, omeya y abasí temprano. En particular, ocho generaciones de la familia nestoriana Bukhtishu sirvieron como médicos privados de califas y sultanes entre los siglos VIII y XI.
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