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Foto del escritorCésar R. Espinel

La marca de la Bestia en la mano o la frente, ¿un chip de control?

a petición de Débora Cárceles Barea


El Apocalipsis (90-100) es muy probablemente el libro bíblico que más ha dado de qué hablar en la comunidad cristiana a lo largo de su turbulenta historia. Y digo turbulenta porque, a pesar de que la mayoría de los primeros Padres de la Iglesia (como San Hipólito, San Ireneo o San Justino) defendían la validez canónica de este texto por identificar a su autor con el apóstol Juan (a quien también atribuían la redacción del cuarto evangelio y de las tres cartas que llevan su nombre); no fue hasta el IV Concilio de Toledo celebrado en el año 633 cuando se estableció que el Apocalipsis era una obra del apóstol Juan y que debía considerarse obra divina y canónica, amenazando con la excomunión a todo aquel que lo negara. Esto nos da una pista de hasta qué punto este texto era polémico, y lo cierto es que no sorprende.


El Apocalipsis es sin duda el libro más preñado de lenguaje simbólico de toda la Biblia, y tanto en el estilo como en la temática difiere enormemente tanto del cuarto evangelio como de las cartas joánicas. La ingente cantidad de símbolos hacen muy difícil una exégesis completa, y de ahí vienen las numerosas investigaciones y debates que se han hecho sobre este texto. Leyendo el Apocalipsis se entiende muy bien el éxito de las interpretaciones literalistas: si lo que dice es lo que es, te ahorras el tener que pensar sobre su auténtico significado. Pero claro, siendo el libro más controvertido y difícil de interpretar, tampoco debe sorprendernos que en determinados círculos haya primado la comodidad de la lectura literal.


Débora pregunta por un pasaje muy concreto de este maravilloso texto pero, antes de entrar en materia, creo que es importante trazar un breve esquema contextual que nos permita acercarnos mejor a la comprensión del texto. Lo primero que debemos considerar es que cuando se escribe este texto, entre finales del siglo I y principios del siglo II, está teniendo lugar una de las famosas persecuciones romanas contra los cristianos, concretamente la que se dio en tiempos del emperador Domiciano. La mayoría de las veces no eran los emperadores, sino los propios habitantes del imperio los que realizaban la persecución. El motivo es fácil de adivinar: uno de los ejes en torno a los cuales giraba la vida pública era la adoración a los dioses y a las estatuas de los emperadores divinizados, que se hacían llamar "Señor de señores" e "hijos de Dios". Esto era algo inconcebible para los judíos y, por lo tanto, también para los cristianos.


Para el mundo pagano, si los dioses no estaban contentos porque había alguna falla en el culto, podían desencadenar terribles castigos sobre la población. Los habitantes paganos del Imperio estaban convencidos de que la actitud de los cristianos respecto a los dioses y el emperador podía acarrearles desgracias, y por eso les persiguieron. Era el mismo miedo que tuvieron más tarde los cristianos respecto a los paganos, pensando que adoraban a los demonios y que eran fuente de perdición, por lo que también les persiguieron. Pero eso fue cuando los cristianos ya eran un grupo independiente y fuerte y contaban además con la protección del emperador. A finales del siglo I y principios del II la situación era distinta, para la mayoría del Imperio los cristianos eran una secta más del judaísmo, y les perseguían por no ceñirse a las leyes sociales y religiosas de las ciudades en las que vivían. El autor del Apocalipsis conoce perfectamente cuál es la situación de los cristianos en el Imperio y aconseja a sus lectores, los cristianos de Asia, que se mantengan fuertes en la fe para poder soportar ese período de angustia y persecución; y que aquellos que se mantengan firmes podrán disfrutar en breve de las delicias de la Jerusalén Celeste. Es decir, que para los cristianos de los primeros tiempos, el fin del mundo era inminente. "En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda", dijo Jesús según Mateo 24:34.


A continuación, y ya para cerrar la introducción antes de entrar en materia, os dejo algunas fechas clave que marcan la pauta del cristianismo de los primeros tiempos:


- Década de los años 30: muerte y resurrección de Jesús de Nazaret

- Año 50: se celebra el I Concilio de Jerusalén, se debate sobre la predicación a los gentiles

- Años 60: mueren martirizados Simón Pedro y Pablo de Tarso. Persecución de los cristianos por Nerón

- Año 62: muere lapidado Santiago, el líder de la Iglesia de Jerusalén

- Años 66-73: Primera Guerra Judeo-Romana, en el año 70 Jerusalén y el Templo son arrasados y los judíos son enviados a la Diáspora. En el año 73 cae Masada, el último bastión de resistencia judío

- Después del año 73: crecen las tensiones entre el judaísmo y el cristianismo. En el año 90, posible fecha de composición del Apocalipsis, la separación es casi completa

- Años 81-96: Domiciano se convierte en César de Roma e impone con fuerza el culto al emperador

Representación de Apocalipsis 13:1-4 en el Libro de los Milagros de Augsburgo (c. 1550)


"Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia (...). También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió.Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis."


Este es el pasaje contenido en Apocalipsis 13:11-18, y la frase en negrita es sobre la que preguntó Débora. Como todo en este texto, este pasaje tiene muchas interpretaciones. La primera es la opción tecnológica. Se trata de una interpretación exclusiva de algunas doctrinas evangélicas (rama protestante originada en Reino Unidos, EE.UU. y Alemania), y tiene que ver con una supuesta tecnología, presente o futura, que marcaría el comercio; ya que el pasaje dice claramente que quien no tenga la marca no podrá comprar ni vender. Tal interpretación, surgida en esos círculos evangélicos y alimentada por las teorías de la conspiración, leen este pasaje como si la bestia fuese un gobierno mundial que controla quién vende y quién compra qué con alguna clase de chip, tarjeta de crédito o código de barras; que estaría implantado en la mano derecha o en la frente. Es decir, que en el final de los Tiempos, un gobernante mundial (que sería el Anticristo) marcaría a cada ser humano en la frente o en la mano derecha como se hacía con los esclavos o con el ganado en los tiempos de la antigüedad tardía.


En mi opinión, dejando de lado el hecho de que las bestias del Apocalipsis del mar y de la tierra están inspiradas tanto en Leviatán (Job 41) y Behemoth (Job 40:15-24) como en la visión de las cuatro bestias de Daniel 7:1-12; el principal problema de esta tesis es que es demasiado abierta y especulativa, y ninguna tecnología presente ni futura tiene por qué vincular la fe de alguien con el comercio. Además, esto es un texto destinado a los cristianos del siglo I, que de ninguna manera habrían comprendido nada sobre chips o códigos bancarios. En cambio, la cuestión de “la marca” sí la tenían presente: en el Imperio romano era habitual marcar a los esclavos para señalar que tenían un dueño, en el Génesis Dios coloca una marca a Caín para protegerle de los ataques de otros hombres; y el hecho de que no pudieran comprar y vender tiene que ver con la discriminación social y económica de los cristianos de los primeros tiempos al no participar en el mercado del culto a los dioses paganos, por lo que la expresión “poner la marca” implicaría que los seguidores de la bestia son “de su propiedad”, es decir, los seguidores de los dioses paganos. En definitiva, es una crítica a los paganos, que sí estarían marcados por la bestia, representación de los dioses del Imperio. El último punto que hace que esta interpretación se tambalee es que en la literatura neotestamentaria, la marca de la Bestia está normalmente asociada al número 666. Por lo tanto, decir que la marca de la Bestia es un microchip o algo así tiene el mismo rigor que decir que Utnapishtim construyó una nave espacial para salvarse del Diluvio, o que a Enoc y a Elías se los llevaron al cielo unos alienígenas.


Pero, si no se trata de ningún implante tecnológico en los seres humanos, ¿a qué se refiere con la marca de la Bestia? ¿Qué significa el número 666? Bueno, creo que hay dos factores a tener en cuenta para hacer una interpretación bastante aproximada a su significado real. El primero es la Gematría. Parece claro que el autor del Apocalipsis es un místico, un poeta, y en la mística judía la Gematría era muy importante. El alfabeto hebreo, al igual que el griego o el árabe, aporta valores numéricos a sus letras. Así, el aleph judío, el alfa griego y el alif árabe, las primeras letras de cada alfabeto, tienen valor de 1, por ejemplo. Esto ocurre con todas las letras: bet, beta o ba' tienen valor de 2, y así sucesivamente. Esto hace que, naturalmente, las letras que forman una palabra hacen que esa palabra tenga un cierto valor numérico al sumarse el de las letras que la componen. La Gematría estudia no sólo el valor numérico de las palabras sino también el establecer relaciones entre palabras con el mismo valor numérico. La tesis de la Gematría se apoya sobre todo en Apocalipsis 13:17, 15:2 porque se dice que el 666 no es la marca de la bestia sino el número del nombre de la bestia. Es decir, una palabra o frase cuya suma de sus letras dé el número 666.


La tradición católica ha interpretado casi siempre a la bestia mencionada como un emperador del Imperio romano que se opuso con especial firmeza a la divulgación del cristianismo, puesto que en la propia Biblia se dice que el Anticristo ya existía en tiempos de los apóstoles: "... y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, del cual habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo" (1 Juan 4:3). Es decir, la bestia sería una persona que ya existiera a finales del siglo I y cuyo nombre sometido a Gematría diese 666. La mayoría de los expertos coinciden en que tal individuo es Nerón, uno de los ejemplos presentados como anticristianos más claros a lo largo de la historia eclesiástica. Si aplicamos en Gematría griega - la lengua original del Apocalipsis - el nombre "César Nerón", efectivamente la suma de sus letras nos da como resultado el número 666. Pero, ¡ah, tenemos aquí un punto interesante! Y es que cuando en 1897 se descubrieron los llamados papiros de Oxirrinco (actualmente conservados en el Ashmolean Museum de Oxford, Inglaterra), se descubrió entre ellos el papiro original más antiguo conservado del Apocalipsis. Conocido como Papiro 115, está escrito en griego koiné y fechado entre el 225 y el 275. Y por lo que nos interesa a nosotros aquí es porque en este papiro descubrimos que el número del nombre de la bestia original era 616 y no 666. Pero los expertos dicen que poco importa ya que, en latín, "César Nerón" tiene una gematría de 616. Sin embargo Robert Graves, en su obra La diosa blanca (1985), aporta otra conjetura. Dice que, puesto que los romanos expresaban la numeración con letras, habría que trasladas el 666 a números romanos, y quedaría DCLXVI. Y esto, según Graves, es un acrónimo: Domitius (o Domitianus) Caesar Legatos Xti Violenter Interfecit, en traducción, "Domicio (o Domiciano) César mató vilmente a los enviados de Cristo". Domicio era el nombre de Nerón antes de ser adoptado por el emperador Claudio, mientras que Domiciano es el ya mencionado emperador que gobernaba cuando se redactó el Apocalipsis. Ambos personajes podían ser considerados sin problema el anticristo, pues los dos practicaron una muy mala política con los cristianos. Graves también aporta una solución al primitivo 616: basta con retirar la L de Legatos para que el acrónimo signifique "Domicio (o Domiciano) mató vilmente a Cristo", algo más genérico pero que sigue apuntando a Nerón o a Domiciano como causantes de los males de los cristianos en los primeros tiempos.

Césares: Nerón (37-68) y Domiciano (51-96)


Bien, eso en lo que respecta a la Gematría, pero el número 666 (que, recordamos, es la famosa "marca" de la bestia) también puede interpretarse a un nivel más simbólico, que es el que buscan la mayoría de los comentaristas (la tesis de la Gematría aún es muy discutida). A la luz del resto del Apocalipsis y de toda la Biblia, donde se mencionan números y cantidades muy concretas que tenían un significado claro (el siete de los días de la Creación es el número de la perfección, los cuarenta días de Diluvio, años del Éxodo, días que estuvo Moisés en el Sinaí antes de recibir la Torá y días que pasó Jesús en el desierto es el número del proceso que busca una culminación; y las doce tribus de Israel y apóstoles es el número de lo que está completo, por ejemplo). Según esto, el 666 representaría mucho más que una "marca" de carácter comercial o que el nombre de una persona. Si hemos dicho que el 7 es el número de la perfección, el 6 es un número que busca la perfección pero se queda corto. Siempre se ha dicho que Satán busca imitar a Dios pero nunca lo consigue. Dios creó el mundo en seis Dias, y para los cristianos Él es Uno y Trino. Este 6 triplicado sería una burla de Satán a la Trinidad y a los días de la Creación, más concretamente al sexto: en el sexto día fue creado el hombre, y en el texto griego original de Apocalipsis 13:18 se dice arithmos gar anthropou estín, es decir, que el número es número de hombre, pero hombre entendido como humanidad, como ser humano en su conjunto, no como un hombre/individuo. Por lo tanto, la marca de la bestia no se refiere a una marca física, visible, ni a nada físico en realidad. La marca de la bestia la "llevan" aquellos que reniegan del Evangelio y sirven al emperador y a los dioses paganos, es una manera simbólica de designar a los humanos que los cristianos consideran "caídos", corruptos y pecadores.

Una de las muchas imágenes que se pueden ver en Internet sobre la marca de la bestia del Apocalipsis y que, dando alas a las teorías de la conspiración, ignoran cualquier contexto histórico, cultural, religioso y lingüístico mientras fomentan el odio, el racismo, la paranoia y la xenofobia


El hombre fue creado al sexto día, y el séptimo es el día de Dios, donde la marca 666 no tiene poder. Así lo explica Kim Riddlebarger en The Man of Sin (2006): "El número 666 es perfectamente imperfecto, en contraste con el número de perfección, el 7. El número seis repetido tres veces implica trabajo interminable sin descanso. El patrón de la creación, para los humanos, era trabajar seis días y descansar el séptimo, como lo hizo el Creador. Pero en este caso, aquellos que llevan la marca de la bestia trabajan sin cesar y nunca entran en el descanso esperado del sábado." La marca de la bestia representa la fidelidad de sus seguidores. Esta marca que llevan en la frente y en la mano es todo lo contrario a lo que leemos en Éxodo 13:9, donde YHWH le ordena a su pueblo que lleven la Ley en la mano y en la frente (el tefilim que llevan los judíos). El significado simbólico de la marca de la bestia se refuerza viendo el contraste de ésta con la marca que portan los elegidos por Dios: "Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes" (Apocalipsis 9:4). Es, en resumen, una típica batalla de la literatura apocalíptica entre el Bien, o los marcados por Dios; y el Mal, o los marcados por la bestia. Un sistema dual inaugurado por la religión mazdeísta en el siglo VI a.C. Esta lucha se refuerza también en Apocalipsis 14:9-12, porque dice "Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero." En conclusión, la frente y la mano donde se pone la marca de Dios o la de la bestia representan tanto la convicción de una verdad, su pensamiento, como las acciones que son reflejo de esa convicción.

Los tefilin son pequeñas cajas de cuero negro que contienen pasajes de la Torá. Se ata alrededor del brazo izquierdo (cerca del corazón) y alrededor de la cabeza (cerca de la mente) con cintas negras de cuero. Las usan los hombres para la oración diaria de la mañana, excepto en shabbat. Su finalidad es obedecer las instrucciones del Deuteronomio: "Y estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón (...) Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos" (6:6, 8). Las correas se enrollan siete veces alrededor del brazo, recordando los siete días de la Creación. Luego dan vueltas en la mano hasta envolver el dedo medio, que siempre ha estado asociado al corazón


En conclusión: para judíos y cristianos, el mundo se divide entre los que siguen a Dios y los que no, los que están marcados por Él y los que se oponen a él. El Apocalipsis habla sobre un enfrentamiento entre estas dos corrientes, pero que ya se daba en la época en la que lo escribe el autor. Lo que ocurre es que en la literatura apocalíptica de toda religión dual, este enfrentamiento se traslada a un tiempo futuro donde el Bien termina triunfando y estableciéndose de forma definitiva en el mundo (la Jerusalén celeste). Así se establece ya en el llamado "pequeño apocalipsis de Mateo" (25:31-34). Es en los momentos de mayor tribulación cuando las esperanzas apocalípticas se disparan. No es de extrañar por tanto que en nuestra época, tal y como se están desarrollando las cosas, se vuelva con renovada devoción a textos como el Apocalipsis. Pero creo - y así intento transmitirlo como profesor - que no conviene dejarse llevar por la paranoia y el pánico, y analizar bien lo que estamos leyendo. Los textos religiosos se compusieron para liberar al ser humano y conectarle con lo Absoluto, no para anclarle en el miedo a los poderes terrenales. El Apocalipsis se escribió para aportar esperanza a los cristianos perseguidos, no para prevenir sobre posibles prácticas de un supuesto gobierno mundial más de veinte siglos después. Algunas iglesias evangélicas y teorías de la conspiración seguirán hablando de microchips, pero mi opinión respecto al pasaje de la marca de la bestia es esta. Muchas gracias por leerme una semana más.


Ultreia!



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1 bình luận


antoni.carne18
antoni.carne18
13 thg 5, 2020

Superinteresante el artículo... realmente el Apocalipsis es un texto apasionante... lo que encierra... ojalá algún día salga alguna exégesis antigua que aporte más luz tanto a su significado más profundo como al autor del mismo. Me ha interesado especialmente el simbolismo propio y relacionado de los números 6 y 7, entre otras muchas cosas...

Thích
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