Probablemente sea el personaje neotestamentario más polémico sólo por detrás de Jesús, y lo digo con conocimiento de causa: a lo largo de estos años he visto que la relación de la gente con María Magdalena está altamente polarizada, dividida entre aquellos que la consideran una prostituta redimida por el Salvador y los que piensan que fue la discípula principal y esposa de Jesús de Nazaret. Ambas posturas son opiniones más o menos fundadas, pero ninguna de ellas manifiesta la verdad total del personaje. Para empezar, porque es imposible saber cuál es. Partiendo de la hipótesis de que María de Magdala realmente existió (cosa que parece altamente probable), en el día de hoy que celebramos su santo, vamos a hablar sobre lo que realmente sabemos de María Magdalena,
En primer lugar, su nombre no era María, sino Miriam; y Magdalena tampoco era su apellido, sino que deriva del nombre de su ciudad de origen, Migdal Nunayah, en griego llamada Tariquea, una pequeña población junto al lago de Galilea, a 5,5 km al norte de Tiberíades. Recientemente se descubrió la sinagoga de Migdal, fechada en el siglo I, la más antigua de toda Galilea y de las más antiguas de Israel. Es más que probable que Jesús visitara Migdal, ya que nos dice Mateo 4:23 que "Jesús recorrió toda Galilea, enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino y sanando toda enfermedad y dolencia entre la gente." La sinagoga de Migdal se encuentra en muy buen estado de conservación, e incluye una sala de ingreso que debió servir como escuela (Bet Midrash) y la habitación donde estaban los rollos de la Torá (Aaron Kodesh). La pregunta es necesaria: ¿pudo ser en la sinagoga de Migdal Nunayah donde María conoció a Jesús? Es altamente probable que así fuera.
"La conversión de la Magdalena", del Veronés (1545-1548). National Gallery de Londres
Para empezar, conviene recordar que los primeros testimonios sobre María Magdalena aparecen en los cuatro evangelios canónicos... aunque no son precisamente pródigos en detalles, ni tampoco coinciden totalmente en los pocos datos que ofrecen. Por ejemplo, Marcos y Lucas nos dicen de María Magdalena que Jesús había expulsado de ella siete demonios: "Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios" (Marcos 16:9). Lucas añade que la Magdalena habría provisto materialmente a Jesús y a sus discípulos durante su predicación, junto a otras mujeres ricas. Y es que probablemente Miriam era una respetada integrante de la clase alta judía, pues la industria pesquera había hecho rica a Magdala, por lo que no es descabellado pensar que nuestra protagonista perteneciera a esta aristocracia. ¿Por qué una mujer así se habría convertido en seguidora de Jesús? Por lo que dice Marcos y que repite Lucas, el exorcismo: "Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el Evangelio de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de quien habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes" (Lucas 8:1-3). ¿Qué significan esos siete demonios? A menudo se ha presentado como una metáfora de que María había sido llevada por Jesús a la Sabiduría de Dios eliminando de su persona los siete pecados capitales, pero esta tesis no se sostiene, ya que no se empezaría a hablar de pecados capitales hasta la segunda mitad del siglo III, y en origen ni siquiera eran siete, sino ocho. Y el hecho de que esos demonios expulsados sean precisamente siete es demasiado simbólico. El número 7, para la tradición judía, es el número de lo que es o llegará a ser perfecto y pleno, porque en hebreo la palabra "siete" es shiv'a en masculino, sheva en femenino y shva en plural; que viene de sabah, que quiere decir "lleno", "satisfecho" o "ser suficiente". La numerología bíblica respecto al siete es abundantísima, y ya la encontramos en el relato mismo de la Creación: Dios descansó el séptimo día, el primer ser humano que fue justo a los ojos de Dios fue Enoc, la séptima generación desde Adán, y no conoció la muerte; Noé metió a los animales en el arca de siete en siete, siete días después vino el Diluvio, el arca reposó finalmente al séptimo mes sobre las montañas del Ararat, etc. Incluso en los evangelios hay un relato sobre la importancia del siete, cuando Pedro le pregunta a Jesús cuántas veces ha de perdonar al hermano que peque contra él, si hasta siete, a lo que Jesús le responde: "no te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete" (Mateo 18:21-22). Esta preponderancia del número siete en toda la tradición judeocristiana hace que nos preguntemos por el significado real de esos siete demonios que Jesús expulsó de María Magdalena. Lógicamente este tema continúa siendo objeto de debate hoy en día, pero si nos ceñimos a la numerología del siete puede que la expulsión de esos siete demonios sea una forma simbólica de decir que Jesús la hizo ser una tzadika, una "justa", entendido esto como una mujer que sigue con todo su cuerpo, toda su mente, todo su corazón y toda su alma la Ley de YHWH. Aunque claro, no hay que descartar que fuera realmente una curación física, pues las enfermedades se asociaban a los demonios. De hecho, uno de los términos utilizados para referirse a Jesús en griego era sóter que, además de "salvador", significa "sanador". Para la cristología de Marcos y Lucas, Jesús lleva a las personas a la verdadera salud, a la plenitud de sí mismas, hasta conseguir salvarlas de la muerte. Quizá sea esta la explicación más acertada, ya que el propio Lucas señala que esas mujeres habían sido sanadas "de espíritus malos y enfermedades."
Según Marcos, Mateo y Juan, la Magdalena estuvo presente en la crucifixión de Jesús: "También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacob el menor, y de José; y Salomé, quienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén" (Marcos 15:40-41), "Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole, entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacob y de José, y la madre de los hijos del Zebedeo" (Mateo 27:55-56) y "Estaban junto a la cruz su madre, y la hermana de su madre, María, la de Cleofás; y María Magdalena" (Juan 19:25). Según Marcos y Mateo, la Magdalena estuvo presente en el entierro y vio dónde era puesto Jesús: "Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro" (Mateo 27:61), y "María Magdalena y María, la madre de José, veían dónde le ponían" (Marcos 15:47). Según los cuatro evangelios canónicos, María Magdalena fue la primera testigo de la resurrección, sola o en compañía de otras mujeres, dependiendo del evangelio (Marcos 16:1-5, Mateo 28:1-5, Lucas 24:1-10 y Juan 20:2-1). Por último, según Juan, María Magdalena fue testigo de una aparición privada de Jesús resucitado:
<< Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar adentro del sepulcro; y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde Jesús había sido puesto. Y le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?” Les dijo: “Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto”. Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré”. Jesús le dijo: “¡María!” Volviéndose ella, le dijo: “¡Raboní!” (que quiere decir, Maestro). Jesús le dijo: “No me toques, porque aún no he subido a mi Padre, mas ve a mis hermanos, y diles: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” >>
Juan 20:11-17
“Noli me tangere”, de Aleksandr Ivánov (1835). Museo Estatal Ruso, San Petersburgo. Sobre esta célebre expresión, traducida como "no me toques", conviene hacer una observación: el verbo griego que utiliza el evangelio y que Jerónimo tradujo en la Vulgata como tangere es ápto, que en su primera acepción significa "sujetar", "atar" o "enlazar". Jerónimo optó por una acepción secundaria que es la que conocemos todos, "tocar" o "poner la mano en algo". Y es curioso, porque también era el verbo utilizado para "tener comercio carnal", lo que podría explicar de cierta manera la fama de prostituta que tenía (y tiene) la Magdalena
Esta es toda la información que dan los evangelios sobre María Magdalena, las fuentes más antiguas con respecto a su posible existencia histórica (recordemos que el Evangelio de Marcos, el más antiguo, se compuso en torno al año 71). Esta información tan vaga sobre una figura tan aparentemente importante despertó la curiosidad del cristianismo de los primeros siglos, e hizo que algunas comunidades cristianas de los siglos II y III centraran en ella su teología. Aquí es donde entran en conflicto los que serían considerados los Padres de la Iglesia con las comunidades cristianas que serían con el tiempo declaradas heréticas y sus libros apócrifos. Mientras que los escritos patrísticos destacan el papel de María como discípula del Señor y proclamadora del Evangelio (la Apóstola de apóstoles, un término griego que significa "enviado"), los movimientos gnósticos cristianos recogen en sus escritos revelaciones secretas de Jesús después de la resurrección, y en muchos casos recurren a la figura de la Magdalena para transmitir sus ideas. De este modo nos encontramos con Valentín, fundador de una de las más importantes sectas gnósticas del siglo II, los valentinianos. Su escrito principal, el Pistis Sophia, cuenta cómo Jesús, tras su resurrección, pasa doce años adoctrinando a sus discípulos. Se le formulan al Revelador 46 preguntas, 39 de las cuales están planteadas por María Magdalena. Esta proporción da idea de que la Magdalena está al mismo nivel de sabiduría gnóstica - o superior - que el resto de los apóstoles. Tenemos también el Evangelio de Tomás, descubierto en 1945 junto a otros textos en Nag Hammadi y que contiene 114 dichos atribuidos a Jesús. Allí leemos, en 114: "Simón Pedro les dijo: Haced que María se aleje de nosotros, pues las mujeres no son dignas de la vida. Jesús dijo: Mira, yo me encargaré de hacerla un varón, para que ella pueda convertirse en un espíritu viviente como vosotros los hombres, pues toda mujer que se haga varón, entrará en el Reino”. El significado de este texto, que cierra el evangelio apócrifo, es que todo espíritu que no tiene una revelación perfecta (la gnosis) es femenino y por tanto imperfecto, pues para los gnósticos lo femenino es el símbolo de la materia, el escalafón más degradado del ser. Los discípulos varones han llegado a la masculinidad, es decir, han recibido la revelación/gnosis. A María Magdalena le queda aún mucho camino por recorrer y, por tanto, aquí aparece muy lejos de ser esa figura privilegiada que recibe las enseñanzas secretas del Salvador: otros han obtenido ya esas enseñanzas. Pero también es verdad que en el mismo evangelio encontramos otro pasaje muy interesante, el 22: "Jesús les dijo: Cuando hagáis de los dos uno; lo de dentro como lo de fuera, lo de fuera como lo de dentro, lo de arriba como lo de abajo y lo masculino como lo femenino; cuando hagáis de los opuestos uno sólo, entonces entraréis en el Reino.” Esto es probablemente una referencia a uno de los sacramentos gnósticos, la llamada “cámara nupcial” (también presente en la alquimia), en la que presumiblemente se realizaba una androginia, una suerte de unión hermafrodítica o conjunción de los principios masculino y femenino, lo que los alquimistas llamaron la coniunctio oppositorum. Para los redactores de este evangelio, la conjunción de lo masculino y lo femenino llevará a su reintegración en la unidad, lo que traerá el Reino de Dios.
Dos ejemplos en manuscritos alquímicos que reflejan la fusión de los opuestos y la reintegración en el Uno
También el Evangelio de Felipe ha alcanzado renombre en su tratamiento de la figura de María Magdalena, ya que dice en 32 que "tres [eran las que] caminaban continuamente con el Señor: su madre María, la hermana de ésta, y Magdalena, a quien se designa como su compañera. María es, en efecto, su madre, su hermana y su compañera." Y este otro pasaje, el 55, dice: "La Sofía - a quien llaman 'la estéril' - es la madre de los ángeles; la compañera [de Cristo es María] Magdalena. [El Señor amaba a María] más que a [todos] los discípulos, [y] la besó en la boca [repetidas] veces. Los demás [...] le dijeron: ¿Por qué [la quieres] más que a todos nosotros? El Salvador respondió y les dijo: ¿A qué se debe el que no os quiera a vosotros tanto como a ella?". Por supuesto, estos besos que menciona el evangelio han sido la piedra angular de las teorías que shippean a Jesús y María Magdalena, pero no nos emocionemos todavía. Estos besos tienen su explicación, pero esperad al final del artículo. De María Magdalena habla también el Diálogo del Salvador, encontrado en el Códice III de Nag Hammadi, que la presenta como "la mujer que conocía el Todo". Y ese Todo es casi seguro el Pleroma de los gnósticos, la absoluta integración de todas las realidades en la divinidad, una palabra que viene del griego pléro ("llenar"). El Pleroma es la unidad primordial de la cual surgen todos los elementos que existen, en otras palabras, es la Plenitud absoluta. Otro texto que acabaría siendo apócrifo es el propio Evangelio de María Magdalena, del cual se conservan solo tres fragmentos: dos muy breves, escritos en griego, en manuscritos del siglo III; y otro más extenso en copto, probable traducción del original griego. En él se presenta a María como una discípula aventajada que comprendió todas las enseñanzas de Jesús, por profundas que fueran. Esto se demuestra en el Folio X, donde tiene lugar un brevísimo pero interesante diálogo entre Simón Pedro y María Magdalena:
"San Pedro", de Rubens (1610-1612) en el Museo del Prado de Madrid; y "María Magdalena", de Pietro Perugino (1500) en el Palazzo Pitti de Florencia. Ambos personajes a menudo aparecen enfrentados
Pedro le dice: "Hermana, sabemos que el maestro te amó más que a las demás mujeres. Dinos aquellas palabras que el maestro te dijo y que recuerdes, que tú conoces y que nosotros no hemos escuchado", a lo que María le responde: "Lo que no os está dado comprender os lo anunciaré. Vi al Maestro en una visión y le dije: Señor, te veo hoy en una visión. Él respondió: Bienaventurada eres, pues no te has turbado al verme, pues allí donde está el nous, allí está el tesoro." María termina el relato con las últimas palabras de Jesús: "en adelante alcanzaré el reposo del tiempo de la eternidad del tiempo. Voy al silencio." Después de esto, el Evangelio de María Magdalena continúa, en el Folio 17:
"Dicho esto, María permaneció en silencio. El Maestro había hablado con ella hasta aquí. Entonces, Andrés habló y dijo a sus hermanos: Decid, ¿qué os parece lo que ha dicho? Yo, por mi parte, no creo que el Maestro haya dicho estas cosas. Estos pensamientos difieren de lo que conocemos. Pedro respondió: ¿Ha hablado el Maestro con una mujer sin que lo sepamos, y no manifiestamente, de cosas que ignoramos, de modo que todos debamos volvernos y escuchar a esta mujer? ¿Acaso la ha preferido a nosotros? Entonces Mariam se echó a llorar y dijo a Pedro: Pedro, hermano mío, ¿qué hay dentro de tu cabeza? ¿Crees acaso que yo he reflexionado estas cosas por mí misma, que he inventado esta visión o que miento respecto al Salvador? Entonces Leví tomó la palabra y dijo: Pedro, siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo arremetiendo contra una mujer como hacen nuestros adversarios. Sin embargo, si el Salvador la hizo digna, ¿quién eres tú para rechazarla? Bien cierto es que el Salvador la conoce perfectamente; por esto la amó más que a nosotros. Más bien, arrepintámonos y revistámonos del Hombre Perfecto en su totalidad. Dejémosle arraigar en nosotros y crecer como Él nos lo pidió. Partamos y prediquemos el Evangelio sin establecer otros preceptos ni otras leyes fuera de aquellas de las que Él fue Testigo.”
En este pasaje tan emocionante del evangelio toman parte, además de la Magdalena, cuatro de sus compañeros varones: dos la atacan y uno la defiende. Empieza Andrés, en griego Andréas, cuyo nombre tiene un valor numérico de 361, igual que la palabra "carne". Representa pues, junto a su hermano, al hombre carnal, material: “estos pensamientos difieren de los que conocemos”, dice: no se fía de lo nuevo. Su hermano Pedro, por su parte, actúa igual que según el Evangelio de Tomás: manifiesta un desprecio por la Magdalena y por la mujer en general. Pero Leví Mateo sale en su defensa, y su nombre viene del verbo lavah, que significa "juntar, agregar, integrar". Mientras Andrés y Pedro rechazan cualquier nueva doctrina que no venga de labios del maestro, Leví sabe cómo integrar todo el conocimiento del Evangelio. En conclusión, según la visión general de los gnósticos, María Magdalena es considerada como la Sophia inferior, la Sabiduría del mundo o Anima Mundi, de la misma forma que Jesús, es la imagen del Salvador o Cristo cósmico. Juntos forman una eterna y perfecta hierogamia que muestra el sendero de la redención a través de una operación gnóstica, una suerte de alquimia interna que realiza la unión de los opuestos y su complementación a través del Amor. Después de todo, en el cristianismo Dios se hace hombre para que el hombre se haga Dios, el Absoluto se hace relativo para que el hombre se alce sobre sí mismo. Y la necesidad de conciliar lo Absoluto y lo relativo conducirá al Amor, que es lo único capaz de conciliar todos los opuestos. En el cristianismo, el hombre es pasión y Dios es Amor.
Esta diversidad de interpretación sobre la figura de la Magdalena llevó a la Iglesia post-nicena a la necesidad de una concreción de su figura. Y fue así que en el año 591 se publicó la Homilía XXXIII del papa Gregorio Magno donde se dice que "ella, la cual Lucas llama la mujer pecadora, la cual Juan llama María [de Betania], nosotros creemos que es María, de quien siete demonios fueron expulsados, según Marcos." De esta manera quedó asociada María Magdalena a María de Betania, quien en Juan 12:1-8 unge a Jesús en casa de sus hermanos, dando lugar al episodio de la unción en Betania; así como a la mujer adúltera a la que Jesús salva de una lapidación en Juan 8:3-11 y a la mujer que unge con perfumes los pies de Jesús y los seca con sus cabellos según Lucas 7:36-50, Marcos 14:3-8 y Mateo 26:6-13. Los evangelios no mencionan el nombre de ninguna de estas dos mujeres, lo que facilitó su asociación con la Magdalena para la mentalidad colectiva. Y fue esta asociación realizada por el pontífice en el siglo VI la que empezó a edificar la imagen que todo el mundo hasta tiempos muy recientes ha tenido de María Magdalena.
Por otro lado, cuando se produce el Cisma de Oriente y Occidente el 16 de julio de 1054, la Iglesia ortodoxa desarrolla su propia tradición sobre la Magdalena. Así, una leyenda afirma que María marchó a Roma en tiempos del emperador Tiberio (14-37) para predicar el Evangelio y que, en presencia del emperador y sosteniendo en la mano un huevo de gallina, anunció la resurrección de Cristo. El emperador se rió de ella y le dijo que eso era tan improbable como que ese huevo se volviera de repente rojo... y bueno, ya os podéis imaginar lo que pasó en ese momento.
Varios iconos ortodoxos que representan a María Magdalena con el frasco de mirra y el huevo rojo
Sin embargo, la tradición ortodoxa mayoritaria defiende que María Magdalena marchó a Éfeso, en la actual Turquía, acompañando a Juan y a la Virgen María, y allí murió. Siguiendo esta misma tradición, en el año 886 sus reliquias habrían sido trasladadas a Constantinopla, actual Estambul, por orden del recién nombrado emperador bizantino León VI el Sabio, habiendo sido depositadas en el monasterio de San Lázaro. El cristianismo oriental honra especialmente a María Magdalena por su cercanía a Jesús, negando que hubiese sido prostituta y reconociéndola como una igual entre los apóstoles. Pero claro, la Iglesia Católica no podía ser menos que la Iglesia Ortodoxa, así que también ella aportó importantes novedades al mito de María Magdalena. Curiosamente, a principios del siglo XI y sin que nadie sepa por qué, los monjes de la abadía de Vézelay, en la Borgoña francesa, decidieron que María Magdalena estaba enterrada allí y, aunque en origen estaba dedicada a la Virgen María, hay noticias de peregrinaciones al supuesto sepulcro de la Magdalena desde el año 1030. Y el 27 de abril de 1050, una bula del papa León IX colocaba de manera oficial la abadía de Vézelay bajo el patronazgo de María Magdalena. Pero la relación de esta santa con Francia no acabaría aquí: en 1279 sucedió que el conde de Provenza, Carlos II, tuvo un sueño en el que se le apareció la Magdalena, que le dijo que sus restos se encontraban bajo la cripta de la iglesia de Saint Maximin. Cuando Carlos II dirigió unas excavaciones en ese lugar, se encontró allí un sarcófago. Y cuenta la tradición que, al abrirlo, un extraordinario aroma inundó el aire, el perfume que se dice que emanan los cuerpos de los santos y que en este caso fue el que la Magdalena habría derramado en los pies de Jesús. Según la tradición provenzal derivada de este supuesto sueño y hallazgo, María Magdalena, junto con Marta, su hermano Lázaro y otros seguidores de Jesús huyeron al sur de Francia para evitar la persecución en un bote sin remos ni velas. Milagrosamente llegaron a un pequeño pueblo costero de la Provenza llamado ahora Saintes Maries de la Mer. Allí continuaron predicando. Después, María Magdalena se retiró a una cueva donde vivió hasta su muerte. A este lugar se le conoce como la gruta o La Baume de María Magdalena, lugar de peregrinaje. Carlos II, al descubrir su tumba, construyó una gran basílica, Saint-Maximin-la-Sainte-Baume en el lugar de la pequeña iglesia. El cráneo, que se halló incompleto, se completó con una mandíbula gracias al papa Bonifacio VIII y se muestra detrás de un cristal en un relicario. Cada año, el domingo más próximo al 22 de julio, se coloca una máscara de oro en el relicario y se saca en procesión. Durante la Revolución francesa desaparecieron parte de los restos, y uno de los dientes de esta supuesta María Magdalena se conserva en un relicario que se puede contemplar en la sala de arte medieval del Museo Metropolitano de Nueva York. Pero esta historia, como la de toda reliquia, está salpicada de intereses políticos más que de motivos histórico-religiosos, por lo que la dejaremos aparte.
“Viaje de María Magdalena a Marsella o a Saintes-Maries-de-la-Mer”, por Giotto di Bondone o uno de sus discípulos (1320) en la Basílica inferior de San Francisco el Grande, en Asís, Italia
El problema de no disponer de una teología organizada en los siglos XI-XIII en la Iglesia Católica dio lugar a un problema de este calibre: por un lado, los monjes de Vézelay habían afirmado que su abadía era el lugar de enterramiento de la santa, mientras que Carlos II afirmaba lo mismo en Saint Maximin. Obviamente, la santa no podía estar en dos lugares a la vez, por lo que seguramente ninguno de los dos relatos sea verdad. Lo que sí parece auténtico es la existencia del culto a María Magdalena al menos desde el siglo XI en el sur de Francia. ¿Por qué? Nadie lo sabe, pero ahí está. El mundo cristiano oriental llevaba desde el siglo IX con una teología sobre la Magdalena bien asentada que la vinculaba con Éfeso, donde habría fundado junto con Juan y la Virgen una comunidad cristiana y allí habría muerto. Pero en occidente la cosa estaba más complicada, pues a finales del siglo XIII había dos lugares en Francia separados por casi 600km. que defendían ser el lugar de eterno reposo de María Magdalena. Había que hacer algo. Por eso, en 1399, el obispo genovés Santiago de la Vorágine justificaría en su Leyenda Dorada el traslado de sus reliquias desde su sepulcro en el oratorio de San Maximino en Aix-en-Provence hasta la recién fundada abadía de Vézelay, en el año 771. Siguiendo con la leyenda recogida por Santiago de la Vorágine, María Magdalena se habría retirado al desierto tras la muerte de Jesús para limpiar sus pecados viviendo en penitencia (debido a la asociación que hizo Gregorio Magno de la Magdalena con la adúltera y la pecadora de los evangelios en el siglo VI que ya hemos comentado). Y, aunque la Iglesia nunca lo haya afirmado, esa asociación devino en que la mentalidad popular la calificara de prostituta. A esto contribuyó además la entremezcla de los relatos de María Magdalena y de María Egipcíaca, una santa del siglo V que sí se había dedicado a la prostitución y se había marchado al desierto para limpiar sus pecados y seguir una vida en Cristo. El hecho de que la iconografía de María Magdalena la represente muy a menudo desnuda y llevando una vida penitente en el desierto ha ayudado a arraigar esa idea. Santiago de la Vorágine escribe:
“Sobre Santa María Magdalena existe una historia escrita por unos según Hegesipo y según otros por Josefo. En efecto, en esta mencionada historia (...) se refiere que María Magdalena, ya fuese por la intensidad de su amor a Cristo, ya por la tristeza y vacío que la ausencia del Salvador produjo en su alma, no quería ver a nadie y que cuando llegó a la tierra de Aix se refugió en el desierto en el que escondida y aislada del mundo, vivió treinta años a lo largo de los cuales siete veces cada día un ángel la subía al cielo para que asistiera a la celebración de las horas canónicas que en la gloria se cantaban. (...) Se cuenta que en cierta ocasión se acercó un sacerdote a la celda en que ella vivía, y que la santa desde dentro, a través de la puerta que siempre permanecía cerrada, le pidió que le llevara ropa con la que vestirse, y que cuando el sacerdote hubo hecho este encargo, vestida con las prendas que le proporcionara, se fue con él a una iglesia para que le administrara la comunión, y que una vez que hubo comulgado juntó sus manos en actitud de oración y mientras oraba, junto al altar, entregó su alma a Dios y descansó en paz”
De izquierda a derecha: "Magdalena penitente" de Veronés (1583) en el Museo del Prado, la escultura "Magdalena penitente" de Donatello (1453-1455) en el Museo dell'Opera del Duomo de Florencia y una copia de la "Magdalena penitente" de Murillo del siglo XVII también en el Museo del Prado
Desde el siglo XIV hasta bien entrado el siglo XX, estos relatos y la iconografía correspondiente ha sido la que ha imperado casi unánimemente en todo el cristianismo occidental; salvo algunos notables ejemplos, como santa Teresa de Ávila (1515-1582), quien dijo haber recibido ayuda espiritual de María Magdalena, o santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), que admiraba tantísimo el amor tan profundo resaltado en el Evangelio por el cual la Magdalena piensa en servir a quien ama, que por ello la llamada Teresita decidió dedicar su vida a quien más amaba ella, Jesús de Nazaret, llegando a decir que "Jesús nos ha defendido en la persona de María Magdalena". Pero, como digo, salvo muy contadas excepciones, el pensamiento predominante del cristianismo occidental sobre María Magdalena ha sido el de una prostituta arrepentida. Pero en los últimos tiempos esto ha ido cambiando. En 1960 el papa Pablo VI retiró del calendario litúrgico el apelativo de “penitente” adjudicado a la Magdalena. Desde esa fecha también dejó de emplearse en la liturgia de la festividad de María Magdalena la lectura del Evangelio de Lucas de la mujer pecadora de la casa de Simón el fariseo. En 1988, el papa Juan Pablo II en su carta Mulieris Dignitatem se refirió a María Magdalena como la “apóstol de los apóstoles” y señaló que en “la prueba más difícil de fe y fidelidad” de los cristianos, la Crucifixión, “las mujeres demostraron ser más fuertes que los apóstoles”.. Y el 10 de junio de 2016, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó un decreto por el cual se eleva la memoria de Santa María Magdalena al grado de fiesta en el Calendario Romano General por expreso deseo del papa Francisco. Por su parte Arthur Roche, obispo y teólogo inglés, escribió un artículo sobre ella titulado Apostolorum apostola en el que decía que “es justo que la celebración litúrgica de esta mujer tenga el mismo grado de fiesta dado a la celebración de los apóstoles en el Calendario Romano General y que resalte la especial misión de esta mujer, que es ejemplo y modelo para toda mujer en la Iglesia.” Todo esto responde a la necesidad de una reflexión más profunda sobre la dignidad y el rol de la mujer en la comunidad eclesiástica, así como una nueva evangelización. Para el padre Juan Solana, que encabeza el proyecto Magdala en Tierra Santa y que anda siempre a caballo entre Jerusalén y esta ciudad, "María era la líder del grupo de mujeres que acompañaba y apoyaba a Jesús, también con sus bienes, y no me cuadra que este fuera el perfil de una prostituta, que en general está más vinculada a la pobreza." Actualmente, incluso desde los sectores más conservadores de la Iglesia, que siguen defendiendo la asociación de Gregorio Magno, se dice que "en todo caso, aun cuando se tratara de la misma mujer, su pasado pecador no es un desdoro. Pedro fue infiel a Jesús y Pablo un perseguidor de los cristianos. Su grandeza no está en su impecabilidad, sino en su amor." Pero claro, desde los sectores más anti-clericales de la sociedad se ha ido imponiendo cada vez más otro tipo de revisión de la Magdalena...
"A veces los biblistas que se dedican a buscar cualquiera de las obras que hasta el momento se dan por perdidas, o a publicarlas, no se ven libres del sensacionalismo; y, por supuesto, aunque no colaboren con ella, la prensa disfruta con el sensacionalismo. Si se me permite generalizar, con una cierta dosis de cinismo, los lectores que no tienen interés en lograr a través de los evangelios canónicos un mayor conocimiento de Jesús, parecen embelesados ante cualquier nueva obra que venga a insinuar que ¡Jesús bajara de la cruz, se casara con María Magdalena, y se fuera a la India a vivir tranquilamente!"
Estas palabras las escribió Raymond Edward Brown (1928-1998), sacerdote católico estadounidense y autoridad mundial en exégesis bíblica, siendo de los primeros en aplicar la exégesis histórico-crítica a las Sagradas Escrituras. Y lo cierto es que no le falta razón. Desde los años 80 del siglo pasado, algunos autores han escrito sobre la hipótesis de que María Magdalena fuese la esposa de Jesús, además de la depositaria de un mensaje cristiano de signo feminista que habría sido perseguido y cuidadosamente ocultado por la Iglesia Católica. Recuerdo que cuando en 2019 se estrenó María Magdalena me hizo mucha gracia una crítica que leí, que decía algo así como "es como si María Magdalena hubiese leído a Simone de Beauvoir en la Palestina del siglo I". Estas teorías, presentadas como la verdad histórica cuando analizan e interpretan muy libremente los pocos datos que tenemos de la Magdalena desde una mentalidad moderna, se puede encontrar en obras como El enigma sagrado (1982) de Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln; La revelación de los templarios (1997) de Lynn Picknett y Clive Princey; Los hijos del Grial (1992) de Peter Berling o El Código da Vinci (2003) de Dan Brown. Los partidarios de la tesis del matrimonio entre Jesús y María Magdalena, a la que suman la existencia de una descendencia de ambos, el Santo Grial y la instauración de una dinastía en Francia, se apoyan en los siguientes argumentos:
1º En varios textos gnósticos, como el Evangelio de Felipe (que ya hemos visto), se muestra que Jesús tenía con María Magdalena una relación de mayor cercanía que con el resto de sus discípulos, incluidos los apóstoles. En concreto, el Evangelio de Felipe habla de María Magdalena como «compañera» de Jesús, y dice que la besaba repetidamente en la boca.
El problema que tiene este argumento es que el famoso ósculo o beso santo era para los gnósticos una acción muy importante en el culto, lleno de simbolismo, que acompaña a otros rituales como el bautismo, la unción o la cámara nupcial, y sirve en las reuniones de los gnósticos para expresar la fraternidad o señalar el estado o comienzo de una iniciación. En el propio Evangelio de Felipe se dice que "los perfectos conciben mediante un beso, y engendran. Por ello nos besamos unos a otros, recibiendo la concepción por la gracia mutua que hay entre nosotros" (59:1-5). También encontramos el beso en el 2 Apocalipsis de Santiago, donde habla el hermano del Señor, y dice que "Jesús, el Revelador, me besó en la boca y me abrazó diciendo: Amado mío, he aquí que voy a revelarte aquellas cosas que los cielos no han conocido, como tampoco los arcontes (...) Pero ahora tiende tu mano, ahora abrázate a mí" (56:15-57, 12). Como se ve, el beso en la boca es un signo ritual de iniciación en la gnosis o conocimiento espiritual. Si lo tomamos como una prueba de afecto físico tendríamos que aceptar que Jesús no sólo se besaba en la boca con María Magdalena sino también con su propio hermano, lo que le convertiría en un bisexual incestuoso.
2º En los evangelios canónicos, María Magdalena es (excluyendo a la madre de Jesús) la mujer que más veces aparece, y es presentada además como seguidora cercana de Jesús. Su presencia en los momentos cruciales de la muerte y resurrección de Jesús podría sugerir que estaba ligada a él por lazos conyugales.
Este argumento es una deducción apoyada en realidad en nada, ya que hay muchas otras mujeres seguidoras de Jesús que le acompañan en momentos importantes y que no les une ningún vínculo familiar, aparte de que no hay nada en los evangelios que permita deducir que la Magdalena estaba casada con Jesús. Por lo que esta deducción es, cuanto menos, fantasiosa. Lo cierto es que María Magdalena en la literatura neotestamentaria aparece poco y mal, y lo mismo da decir que era su esposa que su prima.
3º En la Palestina de la época era raro que un varón judío de la edad de Jesús (unos treinta años) permaneciese soltero, especialmente si se dedicaba a enseñar como rabino, ya que eso hubiese ido en contra del mandamiento divino «Creced y multiplicaos».
El judaísmo del siglo I que profesó Jesús era muy distinto del actual, y el rol del rabino (existente sólo en la rama farisaica) no estaba todavía bien definido. Únicamente tras la destrucción del Segundo Templo por las tropas romanas en el año 70, desaparecidos los saduceos, los esenios y los zelotes; el papel del rabino quedó establecido con claridad en las comunidades judías supervivientes. En tiempos anteriores a Jesús ya está atestiguada la existencia de maestros religiosos solteros, como el profeta Jeremías y, ya en el siglo I a. C., se dieron muchísimos casos entre los esenios, que no habitaban sólo en Qumrán, y también entre otros predicadores ambulantes. También Juan el Bautista fue soltero, según todos los indicios, y más adelante algunos primeros cristianos, como Pablo de Tarso, serían también predicadores célibes. En conclusión, que aunque no era la norma, el de Jesús no habría sido un caso único; y el hecho de que no se diga que era célibe en los evangelios no quiere decir que estuviese casado.
4º En los manuscritos del Mar Muerto encontrados entre 1946 y 1956 se halla mucha información sobre Jesús y los primeros años del cristianismo primitivo que contradice abiertamente las doctrinas la Iglesia.
Aunque es cierto que los manuscritos del Mar Muerto están fechados entre el 250 a.C. y el 66 d.C., antes de la destrucción del Templo de Jerusalén por los romanos, y que por lo tanto abarca la época de Jesús y sus discípulos; no hay ni una sola palabra que se refiera a Jesús, ni a María Magdalena, ni a los cristianos, ni a nada de eso. De los 972 manuscritos que conforman la "colección" del Mar Muerto, se han encontrado aproximadamente 200 copias (muy fragmentadas) de todos los libros del Tanaj o Biblia hebrea, con excepción del Libro de Ester. Otra parte de los manuscritos no son textos del Tanaj, sino que se trata de comentarios o exégesis de esos textos, calendarios, oraciones o normas de la comunidad judía que los escribió, que la mayoría de los expertos actuales identifica con los esenios, vinculados a la comunidad de Qumrán. Pero no hay entre esos manuscritos ni una sola mención a ninguno de los personajes de la literatura neotestamentaria, ni mucho menos ningún evangelio o escrito de carácter netamente cristiano. Afirmar lo contrario es, simple y llanamente, mentir.
En conclusión, no existe ningún pasaje ni en los evangelios canónicos ni en los apócrifos que nos permita afirmar que María Magdalena fue la esposa de Jesús de Nazaret, ni que tuvieron descendencia, ni nada de eso. El verbo "amar" que aparece en algunos apócrifos y que a menudo se utiliza como argumento no tiene ninguna connotación erótica. Según el Evangelio de María Magdalena (compuesto en torno al 150-200), Jesús la amaba más porque ella "conocía": aceptaba su revelación. Igual ocurre con Judas en el Evangelio de Judas. María es sólo la discípula perfecta de su evangelio, como Judas del suyo, Santiago en sus dos Apocalipsis o Tomás en el Evangelio de Tomás. Y el beso arriba citado no tiene ningún componente erótico, pues habría que aceptar que Jesús era bígamo, algo impensable. Por lo tanto, la mayoría de los estudiosos del Jesús histórico consideran su matrimonio con María Magdalena una posibilidad que ni siquiera merece ser tomada en serio. Entre ellos destaca muy especialmente Bart Ehrman (1955), erudito del Nuevo Testamento, experto en cristianismo primitivo y jefe del Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Carolina del Norte, quien concluye que en la evidencia histórica no hay «ciertamente nada que indique que Jesús y María (Magdalena) tuvieron una relación sexual de ninguna naturaleza». Ehrman afirma que la pregunta que le formula la gente con mayor frecuencia es si María Magdalena y Jesús se casaron. Su respuesta es la que sigue: «No es verdad que los rollos del Mar Muerto contengan evangelios que hablen de María (Magdalena) y Jesús. No es verdad que un casamiento de María (Magdalena) y Jesús se discuta repetidamente en los Evangelios que no entraron en el Nuevo Testamento (el canon). De hecho, no se discute nunca ni se menciona siquiera una vez. No es verdad que el Evangelio de Felipe llame a María la esposa de Jesús». La palabra que se ha traducido como "compañera" y que es utilizada en estas teorías como sinónimo de "esposa" son los términos copto/griegos koinonós y hotre, "compañera/consorte", que en los textos gnósticos sirven para designar tanto una unión sexual como la unión espiritual, aún en la tierra, de un gnóstico con su consorte celeste que le aguarda en el cielo. Es la palabra empleada para referirse al matrimonio espiritual, al misterio de la cámara nupcial. De hecho, respecto al beso sagrado, el propio Cantar de los Cantares declama: "¡Que me bese con los besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino" (1:2).
Tenemos una prueba añadida del error que supone interpretar estos textos al pie de la letra. Si aceptáramos, pese a todo lo dicho hasta ahora y mucho más que queda por decir, que esa unión sexual y ese beso de los evangelios apócrifos es carnal y erótico en lugar de espiritual, y que Jesús se lo diera tanto a María Magdalena como a su hermano Santiago, si aceptamos todo esto, habría que aceptar también que Jesús era bígamo. En efecto, otra autoridad, el Evangelio de Tomás, afirma que la consorte de Jesús era Salomé, y no María Magdalena. Salomé dice: "¿Quién eres tú, hombre (Jesús) y de quién procedes? Has subido a mi cama y has comido de mi mesa. Jesús le dijo: Yo soy el que procede del Igual. Me ha sido dado de mi Padre. [Salomé dijo]: Yo soy tu discípula." Queda poco más que añadir: o bien Jesús es bígamo, o bien el significado es simbólico: se comparte cama y mesa espiritualmente - la unión con el esposo espiritual en la cámara nupcial celeste - gracias a la revelación de la doctrina gnóstica. Ocurre a menudo en los textos gnósticos o de carácter más místico que, para expresar la unión íntima de entidades espirituales que constituye la plenitud espiritual se utilizan metáforas sexuales, pues no hay otras que transmitan con tanta claridad el sentido profundo de una unión tan intensa. Algunos gnósticos podían imaginar un matrimonio de Jesús con María Magdalena, sí, pero éste no era nunca carnal y no había en él en absoluto sexo, sino únicamente la pura y preclara revelación divina. Por lo tanto, lo que se ha venido escribiendo en las últimas décadas sobre la Magdalena al respecto de matrimonio e hijos con Jesús de Nazaret es simplemente falso, fruto de una mala interpretación de la tardía tradición evangélica apócrifa. Ahora, la última novedad respecto a la santa ha sido la película María Magdalena (2019), cuyo novedoso planteamiento ha despertado un nuevo interés en su figura. Veremos a dónde nos lleva.
Y esta es, a grandes rasgos, la verdadera historia de María Magdalena: la verdad es que no sabemos (y probablemente nunca lo sepamos) cuál es la verdad histórica de esta mujer, si realmente existió, cómo era, cuál fue su relación con Jesús, etc. Pero la verdad sobre ella es que es un personaje que ha generado siempre muchísimo interés, y muchas veces no se sabe del todo el por qué. Quizá en una época en la que la feminidad en la historia de las religiones está clamando más poderosamente que nunca sea el momento para enarbolar a María Magdalena como estandarte y presentar a una mujer sobre la que se ha dicho y escrito mucho sin saber de ella casi nada. Al final, como ocurre siempre, todo es una cuestión de fe. Los hechos son los presentados más arriba, ahora te toca a ti decidir qué haces con ellos. Por mi parte, seguiré viendo a María Magdalena como un símbolo maravilloso que a lo largo de su convulsa historia en el cristianismo oriental y occidental tiene muchas cosas que decirnos sobre la naturaleza humana. Y hoy, 22 de julio, día de la santa para católicos, ortodoxos y anglicanos; celebramos el día de la santa patrona... de los peluqueros. Porque sí, el estar viviendo tanto tiempo en una cueva (según Santiago de la Vorágine) tiene sus consecuencias. En nuestro caso, el haber estado confinados en casa 99 días, que nos ha llevado a todos raudos y veloces a las peluquerías del barrio. Así que la Magdalena ha ejercido su patronazgo como pocas veces a lo largo de la historia. En fin, querida amiga, querido amigo, mi enhorabuena por haber llegado hasta aquí y muchísimas gracias, espero que hayas disfrutado de este recorrido desde el año 71, con la primera mención a María Magdalena en el Evangelio de Marcos hasta la María Magdalena más feminista de la película homónima de 2019. Confío en que hayas aprendido algo o, por lo menos, que te haya resultado interesante o entretenido. Nos leemos en la próxima entrada y, como siempre, ultreia!
Magnífico artículo sobre María Magdalena. En mi caso es una figura que me sigue fascinando, y poco importa -ya digo en mi caso, claro- si tuvieron relaciones sexuales -o no- con Jesús de Nazaret... o si estuvieron casados. Por lo que tú aportas, César, y por tus mismos razonamientos, parece claro que Maria de Magdala fue una discípula muy cercana a Jesús y a sus discípulos y familia más cercana. Por ello, como en relación con cualquier otro discípulo que 'conocía' en el sentido que se emplea en el ministerio de Jesús, me encantaría compartir con ella su sabiduría.
Además, toda persona que deviene símbolo, también es apasionante conocer todo el desplegamiento simbólico que, a partir de su figura, impregna…