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Foto del escritorCésar R. Espinel

Los 21 Concilios Ecuménicos

Material complementario a la 4ª clase del Módulo II dedicado al cristianismo del curso Hijos de Abraham, titulada "Ortodoxia y herejías". Se presenta un listado de los 21 Concilios Ecuménicos acompañado cada uno de un breve párrafo, como muestra de la compleja y rica historia del cristianismo.

PRIMER CONCILIO ECUMÉNICO: Primer Concilio de Nicea (325)

El concilio de Nicea duró dos meses y doce días, y contó con la asistencia de 318 obispos. Hosio, obispo de Córdoba, asistió como legado del Papa Silvestre I. El emperador Constantino también estaba presente. A este concilio se debe el Credo (Symbolum) de Nicea, que definió contra Arrio la divinidad de Jesucristo como Hijo de Dios (de la misma esencia y sustancia que el Padre), así como la fijación de la fecha para celebrar la Pascua de Resurrección en el primer domingo después de la luna llena tras el equinoccio de primavera en el hemisferio norte, fijando el equinoccio el 21 de marzo.​ Por lo tanto, la fecha para la Pascua varía desde entonces entre el 22 de marzo y el 25 de abril. En esto se discutió contra la posición de los cuartodecimanos, cristianos que celebraban la Pascua en la víspera del día 14 del mes judío de Nisán, coincidiendo con la pésaj judía.


SEGUNDO CONCILIO ECUMÉNICO: Primer Concilio de Constantinopla (381)

A este concilio, celebrado bajo el Papa Dámaso y el emperador Teodosio I, asistieron 150 obispos. Este Concilio se dirigía contra los macedonios, seguidores de Macedonio I, Patriarca de Constantinopla. Macedonio, preocupado por salvaguardar el monoteísmo estricto del cristianismo, negaba la divinidad del Espíritu Santo, afirmando que difería de los ángeles únicamente en grado y que estaba subordinado al Padre y al Hijo. La resolución de este Concilio añadió al Credo de Nicea las cláusulas que se refieren al Espíritu Santo (qui simul adoratur) y todo lo que sigue hasta el final, dando lugar al Credo Nicenoconstantinopolitano, que es el que en la actualidad aceptan la Iglesia católica, las Iglesias ortodoxas bizantinas, las Iglesias ortodoxas orientales, la Iglesia del Oriente (actualmente dividida en Iglesia asiria del Oriente y Antigua Iglesia del Oriente), la anglicana, y la mayoría de las Iglesias protestantes.


TERCER CONCILIO ECUMÉNICO: Concilio de Éfeso (431)

Con más de 200 obispos, fue presidido por Cirilo de Alejandría representando al Papa Celestino I. Este Concilio definió la unidad personal de Jesucristo y declaró a María la Madre de Dios (theotokos), posturas que contradecían las tesis de Nestorio, obispo de Constantinopla: éste defendía una separación total entre la humanidad y la divinidad de Jesucristo, y dudaba de la virginidad de María, afirmando que no podía ser madre de Dios, sino de un hombre que tenía algo de divino, pero entremezclado con su naturaleza plenamente humana. El nestorianismo, condenado como herejía, se difundió por Asia y fue el cristianismo que conoció el profeta Muhammad. Este Concilio de Éfeso, además, renovó la condena de Pelagio, un monje asceta británico que se enfrentó con Agustín de Hipona negando la existencia del pecado original, una falta que habría afectado solo a Adán, por lo que la humanidad nacía libre de culpa. Además, sostenía que una de las funciones del bautismo, limpiar ese supuesto pecado, quedaba así sin sentido, por lo que no aprobaba el bautismo infantil. También defendía que la gracia no tenía ningún papel en la salvación, solo era importante obrar bien siguiendo el ejemplo de Jesús. Estas tesis habían sido ya condenadas por Agustín en el Sínodo de Cartago del 418, y el Concilio de Éfeso lo confirmó.


CUARTO CONCILIO ECUMÉNICO: Concilio de Calcedonia (451)

250 obispos, bajo el Papa León I el Magno y el emperador Marciano, definieron las dos naturalezas (divina y humana) unidas en Cristo contra Eutiques, que fue excomulgado. Este Eutiques, o Eutiquio, fue un monje griego iniciador de la creencia monofisita, también llamada eutiquianismo. Esta doctrina estipula que en Jesús sólo existe la naturaleza divina, mas no la humana. Pero, desde este Concilio, Jesucristo es plenamente divino y plenamente humano, con todas sus consecuencias.


QUINTO CONCILIO ECUMÉNICO: Segundo Concilio de Constantinopla (553)

615 obispos bajo el Papa Vigilio y el emperador Justiniano I condenaron las doctrinas de Orígenes, uno de los grandes teólogos del mundo antiguo y Padre de la Iglesia de Oriente; así como ciertos escritos (los llamados Tres Capítulos) de de Teodoreto, obispo de Mopsuestia, y de Ibas, obispo de Edesa. El II Concilio de Constantinopla confirmó los cuatro primeros concilios anteriores, especialmente las disposiciones acordadas en el de Calcedonia, cuya autorizad todavía era discutida por algunos cristianos, que se convirtieron desde entonces en herejes.


SEXTO CONCILIO ECUMÉNICO: Tercer Concilio de Constantinopla (680-681)

Bajo el Papa Agatón y el emperador Constantino Pogonato asistieron los patriarcas de Constantinopla y Antioquía, además de 174 obispos y el propio emperador. Este Concilio puso fin al monotelismo, que defendía dos naturalezas en Cristo, la divina y la humana, pero una única voluntad. El monotelismo buscaba armonizar el cristianismo trinitario y el monofisismo. Pero los asistentes al Concilio determinaron la existencia de dos voluntades, la divina y la humana, y por lo tanto dos principios distintos de operación. Por ello anatematizó al patriarca Sergio de Constantinopla y a todos sus seguidores.


SÉPTIMO CONCILIO ECUMÉNICO: Segundo Concilio de Nicea (787)

Fue convocado por el emperador Constantino VI y su madre Irene, bajo el Papa Adriano I. Presidido por los legados del Papa Adriano; reguló la veneración de las imágenes sagradas. Asistieron al II Concilio de Nicea entre 300 y 367 obispos.


OCTAVO CONCILIO ECUMÉNICO: Cuarto Concilio de Constantinopla (869)

Bajo el Papa Adriano II y el emperador Basilio, contó con la presencia de 102 obispos, 3 legados papales y 4 patriarcas. Todos ellos arrojaron a las llamas las Actas de un concilio celebrado de forma irregular por Focio, patriarca de Constantinopla, contra el Papa Nicolás I e Ignacio, el patriarca legítimo de Constantinopla. El IV Concilio de Constantinopla condenó a Focio, pero el llamado Cisma de Focio triunfó en la Iglesia Griega (de hecho, es considerado santo por la Iglesia ortodoxa) y a partir de entonces ya no volvió a celebrarse en Oriente ningún otro concilio ecuménico. Tanto es así que, en 1054, se produce el Gran Cisma, en el que la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa quedan separadas definitivamente.


NOVENO CONCILIO ECUMÉNICO: Concilio de Letrán (1123)

Es el primero celebrado en Roma, y se reunió bajo el Papa Calixto II. Asistieron alrededor de 900 obispos y abades. En este Concilio se condenó la simonía y se prohibió el matrimonio a los sacerdotes, diáconos, subdiáconos, y monjes; prohibiendo también mantener concubinas. Los matrimonios en vigor de los clérigos son nulos de pleno derecho, y los que los hubiesen oficiado son declarados pecadores y obligados a confesión. En este Concilio también se concede el perdón de los pecados y toma bajo su protección a las familias y posesiones de los cruzados, tanto en Tierra Santa como en la Península Ibérica, incurriendo en excomunión aquellos que se atrevan a molestar o apoderarse de ellos en ausencia del propietario. Se condena también con la excomunión a los laicos que se apoderasen de los ofrecimientos hechos a la Iglesia, y de aquellos que fortificasen las iglesias como fortalezas, así como a aquellos que asaltaran a los peregrinos en su camino a Roma.


DÉCIMO CONCILIO ECUMÉNICO: Segundo Concilio de Letrán (1139)

Se celebró en Roma bajo el Papa Inocencio II, con la asistencia de unos mil prelados y el emperador Conrado. Su objetivo fue condenar las tesis de Arnaldo de Brescia, sacerdote y reformador religioso que, siguiendo a su maestro Pedro Abelardo, defendía que la Iglesia debía renunciar a la riqueza y regresar a la austeridad de los primeros cristianos, abandonar el poder temporal, renegar de la validez de los sacramentos administrados por clérigos indignos y aceptar la predicación por laicos y la confesión practicada entre fieles, sin necesidad de sacerdotes. Estas propuestas fueron condenadas en el II Concilio de Letrán, y en 1155 Arnaldo fue ahorcado, sus restos quemados en la hoguera y sus cenizas arrojadas al río Tíber para que sus partidarios no utilizaran su tumba como lugar de peregrinación. Con todo, los arnaldistas siguieron predicando y poniendo en práctica sus ideas hasta el 1166.


UNDÉCIMO CONCILIO ECUMÉNICO: Tercer Concilio de Letrán (1179)

Se efectuó bajo el Papa Alejandro III y el emperador Federico I Barbarroja, que había entregado a Arnaldo de Brescia a cambio de su coronación imperial. En este Concilio hubo 302 obispos presentes que exhortaron a la cruzada contra los albigenses (los famosos cátaros) y excomulgaron a los valdenses, además de prohibir en el seno de la Iglesia la simonía y el nicolaísmo.


DUODÉCIMO CONCILIO ECUMÉNICO: Cuarto Concilio de Letrán (1215)

Se realizó bajo el pontificado del Papa Inocencio III, y estuvieron presentes los patriarcas de Constantinopla y Jerusalén, 71 arzobispos, 412 obispos y 800 abades, el primado de los maronitas

y Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores (los dominicos). Este Concilio emitió un credo contra los albigenses (el Firmiter credimus) y condenó las ideas del abad Joaquín de Fiore y de los joaquinitas, que proponían una observancia más estricta de la Regla franciscana. Además, impuso a los judíos (ya afectados por el III Concilio de Letrán) nuevas restricciones: se les obligó a distinguirse en sus ropas con un círculo de tela coloreado, se les impidió acceder a cargos públicos y se endurecieron las medidas contra aquellos conversos que estuvieran tentados de regresar a su antigua fe. Está considerado el concilio más importante de la Edad Media y marca el punto culminante del poder papal.


DÉCIMOTERCER CONCILIO ECUMÉNICO: Concilio de Lyon (1245)

Fue presidido por el Papa Inocencio IV, los patriarcas de Constantinopla, Antioquía y Aquilea (Venecia), 140 obispos y el emperador de oriente Balduino II. Asistió también Luis IX de Francia, el célebre San Luis. En este Concilio se excomulgó y depuso al emperador Federico II Hohenstaufen y a Sancho II, rey de Portugal. También se convocó una nueva cruzada (la séptima), esta vez bajo el mando de Luis IX. Curiosamente, en este concilio no se promulgaron decretos dogmáticos.


DECIMOCUARTO CONCILIO ECUMÉNICO: Segundo Concilio de Lyon (1274)

Celebrado por el Papa Gregorio X, los patriarcas de Constantinopla y Antioquía, 15 cardenales, 500 obispos y más de 1000 dignatarios. Santo Tomás de Aquino falleció cuando se dirigía a este concilio, y tuvo una especial relevancia la presencia de los embajadores del Khan de los Tártaros cuyo reino, situado a espaldas del islam, abría la posibilidad de atenazar a los musulmanes desde Oriente y Occidente. En este concilio, los responsables de la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa (Gregorio X y Juan XI, respectivamente) lograron un acuerdo sobre las diferencias que separaban ambas Iglesias: primado romano, Filioque, sacramentos, etc. Sin embargo, el éxito de esta unión fue muy efímero, ya que se encontró desde el primer momento con la oposición del bajo clero y del pueblo griego.


DECIMOQUINTO CONCILIO ECUMÉNICO: Concilio de Vienne (1311-1313)

Celebrado en esa ciudad francesa por orden del Papa Clemente V, el primero de los Papas de Aviñón, fruto del Cisma de Occidente. A este concilio asistieron los patriarcas de Alejandría y Antioquía, 300 obispos y 3 reyes: Felipe IV de Francia, Eduardo II de Inglaterra y Jaime II de Aragón. En la primera sesión del concilio se debatió fuertemente sobre la cuestión de los templarios, y fue el Papa quien el 22 de marzo de 1312, presionado por Felipe IV el Hermoso, rey de Francia; suprimió la Orden mediante la bula Vox in excelso, sin condenarla. La Orden del Temple había sido fundada en 1119 con la finalidad de defender Tierra Santa, acumulando a lo largo de los años numerosas riquezas gracias a los beneficios y exenciones fiscales otorgadas por los distintos monarcas cristianos. Cuando en 1291 cae San Juan de Acre, el último bastión cristiano en Tierra Santa, los templarios se trasladan a Europa y se convierten en los principales banqueros y prestamistas de las monarquías europeas, especialmente de la francesa, en cuyo territorio se localizaban sus mayores posesiones. Apremiado por Felipe, Clemente V procedió a convocar el concilio; y el 3 de abril de 1312, en la segunda sesión, el Papa anunció la transferencia de todos los bienes de la Orden del Temple a la de los caballeros de San Juan y órdenes militares, a través de las bulas Ad providam y Considerantes. Eso sí, esto fue en contra de la voluntad de Felipe, quien quería los tesoros para la corona francesa. También se condenó a los seguidores de Pedro Juan Olivi, que encabezaba una facción radical dentro de la orden franciscana conocida como los Espirituales y cuya doctrina se basaba en la observancia de una pobreza extrema. Por último, se llamó al orden a un grupo de begardos y beguinas, seguidores de los escritos espirituales de Margarita Porete.


DECIMOSEXTO CONCILIO ECUMÉNICO: Concilio de Constanza (1414-1418)

Se celebró durante el Gran Cisma de Occidente con el objetivo de acabar con las divisiones dentro de la Iglesia. Solamente fue legítimo cuando el Papa Gregorio XI lo convocó formalmente, y por ello logró poner fin al cisma eligiendo al Papa Martín V, lo que el Concilio de Pisa (1403) no había logrado debido a su convocatoria ilegal. Tras esto, el nuevo Papa legítimo confirmó los decretos anteriores del concilio contra John Wyclif (traductor, teólogo y reformador inglés de origen judío que fundó el movimiento lolardo) y Jan Hus (teólogo y filósofo checo, fundador del movimiento husita). Así que este concilio es ecuménico sólo en sus últimas sesiones (XLII - XLV inclusive) y respecto a los decretos de las sesiones anteriores aprobados por Martín V.


DECIMOSÉPTIMO CONCILIO ECUMÉNICO: Concilio de Basilea-Ferrara-Florencia (1431-1439)

El Concilio de Basilea se reunió primero en esa ciudad bajo el pontificado de Eugenio IV y con Segismundo como emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico. Pero surgieron dificultades con el Papa y el concilio se trasladó primero a Ferrara (1438) y después a Florencia (1439), finalizando en Roma (1445). Sus principales objetivos fueron negociar la reunificación con la Iglesia Ortodoxa, erradicar la herejía husita y reformar la Iglesia, aunque durante su desarrollo se produjo un cisma.


DECIMOCTAVO CONCILIO ECUMÉNICO: Quinto Concilio de Letrán (1512-1517)

Bajo los Papas Julio II y León X, siendo emperador Maximiliano I, asistieron 15 cardenales y alrededor de 80 arzobispos y obispos. Todos ellos acordaron la condena del conciliarismo (doctrina que consideraba los concilios ecuménicos como la máxima autoridad de la Iglesia, por encima del Papa) y del filósofo italiano Pietro Pomponazzi, que negaba la inmortalidad del alma. Se planteó también una nueva cruzada que quedó en nada debido al cataclismo religioso en Alemania que supuso Martín Lutero.


DECIMONOVENO CONCILIO ECUMÉNICO: Concilio de Trento (1545-1563)

Con una duración de 18 años y dirigido por 5 Papas (Paulo III, Julio III, Marcelo II, Paulo IV y Pío IV) y 2 emperadores (Carlos V y Fernando I de Habsburgo), es seguramente el concilio más importante de la Historia de la Iglesia. Estuvieron presentes 5 cardenales legados de la Santa Sede, 3 patriarcas, 33 arzobispos, 235 obispos, 7 abades, 7 generales de órdenes monásticas y 160 doctores en teología. Este concilio se convocó como respuesta a la Reforma protestante para aclarar diversos puntos doctrinales. Sus objetivos fueron definir la doctrina católica y disciplinar a sus miembros condenando la Reforma, considerada por la Santa Sede como una herejía. Fue el concilio más influyente y su importancia histórica se debe a haber definido la doctrina de la Iglesia sobre la Sagrada Escritura, la Tradición, los Sacramentos y el celibato, prohibiendo el casamiento de los sacerdotes, la afirmación de la supremacía de la autoridad papal, el decreto de la fundación de los seminarios y la delimitación de los campos de aplicación de los teólogos. El concilio definió las nuevas normas dogmáticas, litúrgicas y éticas de la Iglesia, en especial las prácticas rechazadas por los protestantes: presencia real de Cristo en la Eucaristía, justificación por la fe y por las obras, conservación de los siete sacramentos, las indulgencias y la veneración de la Virgen María y los santos. Es decir, marcaría definitivamente a la Iglesia Católica.


VIGÉSIMO CONCILIO ECUMÉNICO: Concilio Vaticano (1869-1870)

Convocado por el Papa Pío IX, comenzó el 8 de diciembre de 1869 y duró hasta el 18 de julio de 1870, pero no terminó, sino que fue interrumpido por la invasión de los Estados Pontificios por las tropas piamontesas. El 20 de octubre de 1869 el Papa publicó la bula Postquam Dei munere, la cual prorrogaba el concilio indefinidamente. Estuvieron presentes 49 cardenales, 11 patriarcas, 680 arzobispos y obispos, 28 abades, 29 generales de órdenes religiosas; un total de 803 personas. Su objetivo fue enfrentar el racionalismo y el galicanismo, una tendencia autonomista de la religión católica en Francia con respecto a Roma y al Papa. Contra el racionalismo, se estipuló que la razón, por sí sola, puede conocer con certeza la existencia de Dios y algunos de sus atributos, pero que las fuerzas naturales de la razón son insuficientes para descubrir misterios divinos como la Trinidad, la Encarnación, la Redención, etc., por lo cual subraya la necesidad e importancia de la Revelación. En este concilio fueron condenados también el ateísmo, el materialismo, el panteísmo y el fideísmo. Pero este concilio es famoso sobre todo por el decreto de la infalibilidad del Papa cuando habla ex cátedra, es decir, cuando como pastor y maestro de todos los cristianos define una doctrina sobre la fe o moral que ha de observar toda la Iglesia.


VIGESIMOPRIMER CONCILIO ECUMÉNICO: Segundo Concilio Vaticano (1962-1965)

Convocado por el Papa Juan XXIII, tuvo cuatro sesiones: la primera la presidió en 1962 Juan XXIII, que murió el 3 de junio de 1963. Las otras tres etapas fueron convocadas y presididas por su sucesor, el Papa Pablo VI, hasta su clausura en 1965. Ha sido el concilio más representativo de todos, ya que asistieron alrededor de 1000 padres conciliares de todo el mundo y miembros de otras confesiones cristianas, unas 2450 personas en total. La finalidad del concilio fue el aggiornamento o puesta al día de la Iglesia, renovando lo viejo, revisando el fondo y la forma de su acción, en un diálogo con el mundo moderno.


- Acercamiento y diálogo con otras religiones: se defendió la libertad de pensamiento, por lo que se promulgó un decreto sobre el derecho de las personas a la libertad religiosa y de conciencia.


- Intención de aumentar la presencia de la Iglesia en los medios de comunicación: con la intención de anunciar el Evangelio al mundo moderno y reforzar el papel de los laicos en la Iglesia.


-Cambios en la forma de practicar la liturgia y el culto: antes, el sacerdote celebraba la Eucaristía de espalda a los fieles y las oraciones y las lecturas se hacían en latín, aunque la predicación fuera en el idioma de cada lugar. A partir de este concilio se introdujo el llamado Novus Ordo, en el que el sacerdote celebra la misa de cara al público y en la lengua propia del lugar donde se celebra la misa.


-Más atención a la problemática social: con una especial solicitud por los reclamos de la clase obrera y la defensa de los más débiles, una postura cercana a la Teología de la Liberación.


Las disposiciones tomadas en en este no fueron bien recibidas en todo el mundo católico, y de los sectores más conservadores surgieron figuras como Marcel Lefevre (1905-1991) y su Hermandad Sacerdotal de San Pío X o Clemente Domínguez (1946-2005) y su Iglesia palmariana, instituciones que se oponen clara y abiertamente a las nuevas disposiciones conciliares, se consideran a sí mismas la auténtica Iglesia y tachan al Papa de hereje. Como vemos, la división en el cristianismo ha existido desde el principio, desde la propia muerte de Jesús, y parece que está lejos de terminar.




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2 Comments


antoni.carne18
antoni.carne18
Sep 26, 2021

Magnífico resumen... muy de agradecer.... Leyendo el texto con detenimiento queda claro cuán lejos esta la Iglesia y el cristianismo actual oficial de la figura -vida, obras y enseñanzas- de Jesús de Nazaret...

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Es curioso que uno de los concilios haya tenido lugar en Constantinopla (capital del Imperio Romano de Oriente), ya que cerca de 300 años después los otomanos (musulmanes) la conquistarian, cambiando completamente la arquitectura y la religion que ahi se profesa, hasta nuestros días. Y que siglos después el concilio de Trento, resultado de las reformas protestantes, tuviera lugar en plena época de esplendor otomano con Suleiman el magnifico. Me recuerda a una de las frases de la serie «El sultan» "Mientras ellos pelean, nosotros nos hacemos más fuertes".

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