Cuando empecé a trabajar como guía turístico en Madrid, el primer nombre que utilicé para mi "agencia" se llamaba Bianor. Y, naturalmente, había personas (no muchas, cierto) que me preguntaban el por qué de este nombre. Y para saber qué o quién es Bianor, tenemos que remontarnos a una época muy lejana... hasta la caída de Troya. Sin embargo, la historia del hombre llamado Bianor apareció en tierras hispanas por primera vez durante el reinado de Felipe III, cuando las villas de Madrid y Valladolid se disputaban la capitalidad del reino. La primera referencia escrita de Bianor la dio el historiador y clérigo español Jerónimo de Quintana en 1621 en su obra "A la muy antigua, noble y coronada villa de Madrid. Historia de su antigüedad, nobleza y grandeza." Bianor fue considerado el fundador de la ciudad.
Esta leyenda está tomada, como hemos dicho anteriormente, de una historia al término de la guerra de Troya. En el Canto XI de La Ilíada de Homero, el autor nos habla del átrida Agamenón y de su pelea con el jefe troyano Bianor I tras derrotar a los teucros. Agamenón mató a Bianor I, pero el hijo de éste consiguió escapar de la matanza aquea.
La leyenda supone que el joven Bianor II, en su huida, intentó volver a Grecia, pero al no poder conseguir una nave capaz de atravesar el Egeo pasó a través de los Dardanelos y acabó establecido en la actual Albania donde fundó su reino. A la muerte de Bianor II, su hijo Tiberis (Tiberio según otras fuentes que servirían de inspiración para el futuro emperador romano) le sucedió en el trono. Éste, a su vez, tuvo dos hijos: uno llamado como él Tiberis (legítimo) y Bianor III (ilegítimo). Para evitar la pretensión al trono de su hijo ilegítimo, el rey Tiberis le ofreció a la madre, la bella campesina Manto (llamada "la fatídica") y a su hijo Bianor III una importante suma de dinero a cambio de que abandonasen el reino. Madre e hijo se dirigieron al norte, donde el tercer Bianor de la estirpe troyana fundaría la ciudad de Mantua (en la región de Lombardía, Italia), en honor a su madre.
Siendo rey de Mantua, Bianor tuvo un sueño en el que el dios Apolo le auguraba fortuna si abandonaba el recién creado reino y partía con su ejército a "la tierra donde muere el sol", es decir, a Hispania (actual España). Tras el sueño, su madre Manto le puso el prenombre de Ocno, esto es, "el que ve el porvenir a través de los sueños". Tras un viaje de diez años en el que llegaron a Hispania y recorrieron palmo a palmo casi todo su territorio, una noche Apolo volvió a sus sueños para indicarle que el lugar donde habían acampado era el indicado para que fundase una nueva ciudad a la que dedicaría el resto de su vida.
Al despertar, Ocno Bianor se encontraba en una pradera llena de vegetación, surcada por numerosos arroyos y donde apacentaban sus ganados unas gentes que se hacían llamar "carpetanos". Estos carpetanos eran gente sin patria que, según le dijeron, esperaban una señal divina para dejar de ser nómadas y asentarse en algún lugar. Al contarles Ocno su sueño, tanto su ejército como los carpetanos comenzaron a construir la muralla, el caserío y el palacio de la nueva ciudad. Pero a la hora de construir el templo surgió el conflicto sobre a qué deidad debía de ser consagrado. Ocno convocó en sueños a Apolo, quien le dio esta respuesta: la ciudad debía consagrarse a la diosa Metragirta, diosa de la naturaleza e hija de Saturno, quien había ofrecido su propia vida para que desapareciese la discordia en la Tierra. Y, del mismo modo que Metragirta, Ocno Bianor debía dar su vida en sacrificio por el bien y la prosperidad de su pueblo.
Al despertar, Bianor ordenó cavar un foso donde se metió e hizo tapar con una losa de piedra. Carpetanos y soldados se sentaron a rezar junto a la losa y, al poco, de una tormenta que se formó en la sierra vecina (la sierra de Guadarrama) apareció la diosa Metragirta sobre un carro tirado por dos leones. La diosa sacó a Ocno de su tumba y lo hizo desaparecer. A la ciudad la llamaron Metragirta en honor de la diosa, que con el tiempo y la lengua de las gentes se convirtió en Magerit y finalmente en Madrid.
Esta Metragirta es el nombre que daban los carpetanos, lógicamente, a la diosa frigia Cibeles. El escultor Ventura Rodríguez se encargó de diseñarle una hermosa fuente por orden de Carlos III en 1782 que hoy podemos apreciar en el Paseo del Prado. Respecto a Ocno Bianor, se desconoce qué pasó con él. Hay quien dice que la diosa se lo llevó a vivir con ella para servirla, mientras otros cuentan que le envió al Inframundo junto a su madre, a vivir en la Isla de los Bienaventurados. Y para terminar, el enorme "error" historiográfico de gran audacia mítica que cometió Jerónimo de la Quintana al redactar esta historia fue el situar la fundación de Madrid en fecha anterior a la de Roma, cuando según la literatura clásica, Eneas, antepasado de los fundadores de Roma, era compañero en Troya del abuelo de Ocno. Jerónimo de la Quintana, en este mito, recuperó la idea de la Eneida de Virgilio para dotar a la villa de Madrid de un origen similar a la Ciudad Eterna, Roma. Ni más ni menos.
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