El Libro de la Sabiduría, atribuido tradicionalmente al rey Salomón, fue redactado en realidad por un israelita piadoso, profundo conocedor de los textos sagrados, la historia y las costumbres propios del pueblo judío. Al reproducir de forma fiel y minuciosa las costumbres propias de la liturgia egipcia (que no considera actos religiosos sino meras prácticas idólatras) es más que probable que sea un israelita de la Diáspora, seguramente establecido en Alejandría. Y, si el autor era alejandrino, la fecha de la composición del libro no puede ser anterior a la fundación de la ciudad por Alejandro Magno en el 330 a.C. Pero la fecha exacta permanece desconocida, y no hay evidencia de que haya existido un texto anterior en hebreo o arameo, que podría aportar alguna pista, por lo que únicamente contamos con el texto griego.
El Libro de la Sabiduría siempre me ha resultado muy interesante, y esta semana quiero compartir con vosotros un ejercicio que tuve que presentar en el ISCREB, vinculando el capítulo 10 de Sabiduría con elementos de la cultura contemporánea. Y puesto que ese capítulo habla de cómo la Sabiduría divina guía a las grandes figuras de la historia del pueblo judío, he creído conveniente hablar un poco sobre dos películas que tratan la vida de dos de los personajes mencionados en Sabiduría 10: el Noé de la película Noé (2014) dirigida por Darren Aronofsky y el Moisés presentado en Exodus. Dioses y reyes (2014) de Ridley Scott.
Vayamos con la primera. El texto de Sabiduría 10 afirma: “Ella salvó otra vez la tierra inundada por causa de él, dirigiendo al justo a través de las aguas, sobre un leño despreciable.” Es un resumen interesante de la historia de Noé, contenida en Génesis 6-9, pero que tampoco es excesivamente larga. Con todo, Aronofsky consigue hacer una película de 2h30. ¿Cómo? Presentándonos a un Noé que pasa por un enorme arco argumental de desarrollo de personaje. En un principio es un hombre preocupado por cuidar la Creación tomando de ella tan solo lo que su familia necesita para sobrevivir, en contraposición a los descendientes de Caín, los cainitas. Tras recibir la visión de un futuro Diluvio, considera que él y los suyos son los elegidos para salvar a los inocentes en el Arca – los animales, cuya inocencia radica en que siguen viviendo igual que como lo hacían en el Edén –. Pero después, poco a poco y tras ver la maldad de los hombres, cree que los miembros de su familia no son mejores que los demás. Por eso está dispuesto, una vez acabe el Diluvio, a que su familia muera de manera natural. Pero todo eso cambia cuando debido a un milagro de su abuelo Matusalén la nuera de Noé, antes estéril, queda embarazada. Noé, dispuesto hasta las últimas consecuencias a seguir lo que él interpreta que es la voluntad de Dios – pues nunca habla con él – toma una decisión: si la criatura que esperan su primogénito Sem y su nuera es niño, sustituirá al benjamín Jafet como último hombre. Pero si es una niña, que podría crecer y quedarse embarazada, la matará con sus propias manos. En los penúltimos momentos de la película Noé se nos presenta como un hombre peligroso, dispuesto a matar a unas niñas (acabarán siendo gemelas) por seguir, según él, las órdenes de Dios. Adopta una postura fundamentalista violenta radical, muy alejada de la sabiduría divina que dice el libro de Sabiduría que le guiaba. Pero al final de la película encuentra su redención, y es precisamente su nuera quien, en un memorable monólogo final, encarna en ese momento la Sabiduría.
En lo que respecta a Exodus. Dioses y reyes, el director nos presenta al principio de la película a un Moisés incrédulo respecto a los vaticinios de una adivina, la cual interpreta a través de las entrañas de un ganso que en una próxima batalla contra los hititas “un guía será salvado, y su salvador algún día será el que guíe.” Moisés se burla de ella diciendo que las entrañas también deberían decir “que renunciaremos a la razón y nos guiaremos por presagios” y más tarde le dice en un aparte a Ramsés: “tu primera decisión cuando llegue el momento puede ser la de apartarla”, a lo que este le responde: “y lo haré”. La película muestra que ninguno de los dos confía en las artes adivinatorias y lo reconoce, cuando cuestionarlas en el Egipto del 1300 a.C. significaba cuestionar a los mismos dioses. Pero así parece que Moisés está guiado por una “sabiduría” superior a la de los dioses paganos, algo muy similar a como se presenta la Sabiduría del texto que nos ocupa. Un poco más adelante en la película, cuando visita una comunidad de esclavos hebreos y reúne en una tienda a sus ancianos, se burla de ellos, de su deseo de ir a Canaán y de Dios, al que se refiere como “vuestro dios, el Dios de Abraham, el dios que os dice que sois especiales”. Esta arrogancia es en esencia totalmente contraria a la sumisión absoluta de Noé de la que hemos hablado antes: mientras que Noé está dispuesto a lo que haga falta, incluso matar a sus nietas, por obedecer a Dios – lo que es una interesante referencia a Abraham – hasta niveles enfermizos, Moisés se nos presenta como un hombre que cree saberlo y poderlo todo, que se burla de la fe ajena de uno de los ancianos – que por cierto es Nun, el padre de Josué, quien sustituirá a Moisés como líder de los hebreos –. Esto, al contrario que en el episodio anteriormente comentado, sitúa a Moisés muy lejos de la Sabiduría de YHWH. Cuando Ramsés descubre que es hebreo lo envía al destierro y allí llega hasta la tribu de Jetró y se enamora de Séfora. Conviviendo con ella, Moisés da muestras de cierto ateísmo, de “creer en uno mismo”. “¿Quieres que nuestro hijo crezca sin creer en nada?”, pregunta Séfora a Moisés con preocupación.
Cuando Moisés sube por el Sinaí persiguiendo a una oveja, empieza una terrible tormenta que lo tira al suelo y lo inmoviliza. Entonces tiene la visión de la zarza ardiente y la del propio Dios. YHWH, aparecido bajo la forma de un niño, dice estar buscando a un general para librar una batalla. Diría que a lo largo de la película no hay Sabiduría, sólo belicismo. Y es que Moisés se nos presenta más como un sicario o un matón que como el hombre tartamudo y temeroso de Dios que recoge Éxodo. Cuando se encuentra por primera vez con Ramsés después de su revelación en el Sinaí, le dice que habla con Dios – y en un tono más de fundamentalista religioso que de profeta –. De hecho, todo el proceso de liberación del pueblo de Israel no es a través de palabras y milagros como en Éxodo, sino que Moisés los entrena en secreto como soldados. Es decir, cumple lo que le ha dicho YHWH en la película: “necesito un general”. De hecho, Josué – que en el relato original no goza de gran importancia, aunque es venerado por sus dotes militares en la conquista de la Tierra Prometida –, en la película aparece como un secundario de lujo, al lado de Moisés casi desde el primer momento, lo que refuerza la idea del militarismo sobre la sabiduría. De hecho, cuando en Sabiduría 10 se dice que fue ella quien guió al pueblo de Israel, esta película aboga por mostrar a Moisés y a los hebreos guiando su destino, de acuerdo con la personalidad del profeta en la película: “no importa no creer en Dios si crees en ti mismo”, una muestra de soberbia impropia de toda la tradición abrahámica. YHWH se muestra impulsivo, vengativo y enrabietado, alejado del concepto sapiencial recogido en Sabiduría o en Éxodo. Tanto Dios como el profeta son ante todo guerreros, YHWH es “el Señor de los Ejércitos” sobre el que hablará David ante Goliat cuatro siglos después.
¿Qué podemos sacar en conclusión? Lo que ya hemos dicho muchas veces: que los mitos están vivos y que actualmente se siguen vendiendo en otros lenguajes, como en este caso el cinematográfico. Y podemos encontrar de forma más o menos velada el mito mesiánico en Matrix o el viaje del héroe en la saga de Harry Potter, pero también vemos que existe una reactualización de los mitos bíblicos en estas películas que acabamos de comentar o en muchas otras que ponen todos los años en Semana Santa. La cuestión es cómo se transmiten esas historias a las nuevas generaciones, si nos hacen reflexionar sobre el papel de la humanidad en la naturaleza, como Noé, o si nos ofrece una historia de acción y tintes sobrenaturales muy alejada de la sabiduría y aventura del relato original como Exodus. En fin, eso es cuestión de gustos. Yo os animo a que veáis las dos y os forméis vuestra propia opinión de los nuevos Noé y Moisés.
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