Os lo debía y aquí lo tenéis. Vamos primero, como siempre, a la etimología: el término "ángel" proviene del latín angelus, que deriva del griego ángelos, "mensajero". En hebreo el término más similar sería mal'ach, que significa lo mismo, aunque tiene un matiz diferente. La raíz original en hebreo, m-a-j, significa "ir y venir". La insinuación es entonces que se trata de un trabajo duro, lo que da lugar a otra palabra hebrea, melaja, que significa "trabajo físico". Un ángel es un incansable mensajero que va de un lado a otro entregando información: el Dios de Israel utiliza a los ángeles como intermediarios, que se desplazan entre el cielo y la tierra. La voz griega ángelos se utilizó en la Septuaginta para traducir tres palabras:
- El hebreo abbir, literalmente "poderoso", en Salmos 78:25
- El hebreo Elohim, traducido como "dioses" o empleado como plural mayestático, según los traductores, un término polémico encontrado en varios pasajes como, por ejemplo, Salmos 8:5
- El hebreo shin'an, vinculado con la letra shin, que puede significar tanto "ventana" (apertura), revelación (iluminación), vida (soplo de vida, suspiro) y/o gracia (embellecimiento). Este concepto polisémico es traducido como "ángeles" en Salmos 68:17 y 34:11, aunque también hay Biblias donde en el versículo 68:17 se traduce como "carros de Dios" y en 34:11 como "hijos".
Dicho esto, vayamos a la naturaleza de nuestros protagonistas de hoy. Se considera que los ángeles son criaturas sobrenaturales y espirituales, normalmente inmateriales, cuyos deberes son asistir y servir a Dios. Sin embargo, muy a menudo son la forma que tiene el Principio Supremo de comunicar su voluntad a los seres humanos, de ahí lo de "mensajeros". Fueron ángeles los que dijeron a Abraham que iba a tener un hijo, fue un ángel quien protegió a Agar e Ismael de morir en el desierto, fue un ángel el que llamó a Moisés hacia la zarza ardiente del Sinaí, fue un ángel quien informó a María que iba a ser madre, también fue un ángel quien avisó a los pastores de que Dios había nacido y a los magos de Oriente de que no regresasen a informar a Herodes, etc., etc. También se considera a los ángeles protectores de los seres humanos, tal y como recoge el Catecismo de la Iglesia Católica cuando dice: "Desde su comienzo (cf Mt 18, 10) hasta la muerte (cf Lc 16, 22), la vida humana está rodeada de su custodia de los ángeles". Pero, ¿cómo son esos ángeles que nos custodian? Estamos acostumbrados a verlos en representaciones artísticas como seres de gran belleza y alados... pero eso es, por así decirlo, un "extranjerismo". Y es que la iconografía de los ángeles con alas viene de la lejana Mesopotamia, el actual Iraq, donde se representaban divinidades o genios alados. También había ejemplos en Grecia, como el dios Thánatos o la diosa Niké, ambos representados con alas. Incluso la imagen que tenemos del amorcillo está inspirado en Eros, hijo de Afrodita. En cambio, los ángeles del mundo semita (denominados mal'ach, mal'achim en plural) no parecen llevar alas, sino que van andando: los tres ángeles que anuncian a Abraham el nacimiento de Isaac o el ángel que lucha contra Jacob. Los primeros ángeles se representaron sin alas, pero a partir del siglo V, por influencia de las visiones de Ezequiel 1:1-24 y del mundo grecorromano, este elemento se generalizó.
Algunas figuras mitológicas aladas. De izquierda a derecha podemos ver al dios mesopotámico Enlil, el pequeño Cupido, Thánatos con su espada al cinto, la célebre diosa Victoria y el divino y primordial Eros
En su obra "Abraham y los tres ángeles" (1667, Hospital de la Caridad, Sevilla), también conocido como "La teofanía de Mambré", Bartolomé Esteban Murillo representa el momento en el que Abrán recibe la visita de los tres extranjeros y manifiesta su filoxenia según el relato recogido en Génesis 18:1-15. En esta pintura Murillo ha respetado la iconografía original de los ángeles judíos, que no vuelan, sino que caminan
En cambio, el famosísimo icono de Andrei Rublev, un monje ruso ortodoxo del siglo XV, ya presenta a esos tres ángeles con alas, identificándoles además con la Santísima Trinidad. La tabla "El Sacrificio de Isaac" de Andrea del Sarto (c. 1528, Museo del Prado) presenta en cambio un ángel idéntico, iconográficamente hablando, al dios Cupido romano; y por tanto en nada relacionado con el ángel semita
Otro punto interesante de nuestro análisis. Actualmente, el término "ángel" lo utilizamos indistintamente, pero la tradición abrahámica nos hace intuir que existen distintas criaturas de carácter angélico, tal como se deduce del versículo de Colosenses 1:16, donde se afirma que "en Él fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles; los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades, todo fue creado por Él y para Él." No sería hasta el siglo VI que Pseudo Dionisio Areopagita, inspirándose en los textos bíblicos, codificaría las jerarquías angélicas en un tratado que tituló De coelesti hierarchia y que tuvo una gran aceptación y difusión en la Edad Media, puesto que fue valorado por Gregorio Magno en el mismo siglo VI y no se empezó a cuestionar hasta la llegada del humanismo del siglo XV. En su obra, Pseudo Dionisio habla de la existencia de nueve coros angélicos, recogidos de esta manera:
- Primer Orden o Consejeros: Serafines, Querubines y Tronos
- Segundo Orden o Gobernadores: Dominaciones, Principados y Potestades
- Tercer Orden o Ministros: Virtudes, Arcángeles y Ángeles
Cada uno de estos coros desempeña una función y tiene, por tanto, atributos distintos. Aunque desde finales del siglo XIX varios autores han intentado sistematizar qué atributos y formas iconográficas acompañan a cada coro angélico, lo cierto es que hay bastante confusión a este respecto. Sin embargo, actualmente ésta es la iconografía para el cristianismo establecida por la mayor parte de los especialistas:
- Los serafines, manifestados en la visión de Isaías 6:1-3, tienen seis alas y están asociados al fuego y al color rojo. De hecho, en hebreo seraf significa "ardiente", y según los gnósticos fueron los serafines quienes destruyeron las ciudades de Sodoma y Gomorra, encarnando en enormes bolas de fuego. Fue un serafín quien "hirió" místicamente a Santa Teresa y así aparece en la famosa escultura de Bernini.
- Los querubines, según Ezequiel 10:4-22, tienen cuatro alas con ojos y están asociados al azul. En hebreo, querub significa "segundo", por lo que su nombre indica que son el segundo coro angélico. A este grupo de ángeles es a quienes puso Dios al oriente del Edén después de la expulsión de Adán y Eva según aparece recogido en el libro del Génesis 3:24.
- Los tronos, también según Ezequiel (1:15-21), se reconocen porque son ruedas llenas de ojos que en ocasiones aparecen también representadas con alas y emanando llamas de ellas. En hebreo son denominados ofanim, ya que ofan significa "rueda".
- Las dominaciones, los principados, las potestades y las virtudes nunca han sido objeto de grandes representaciones, y por ello no tienen iconografía concreta asociada a ninguno de ellos.
- Los arcángeles, cuyo nombre significa "ángel superior", varían en número y en nombre dependiendo de la tradición. Conocemos los nombres de 7 de ellos: Miguel (jefe de la milicia celestial), Gabriel (el mensajero celestial), Rafael (protector de los viajeros y de la salud), Uriel (protector de las tierras y los templos de Dios), Raguel (protector de la imparcialidad y la armonía), Sariel (encargado de las almas de los pecadores) y Remiel (encargado de los resucitados). En Oriente la tradición sobre los 7 arcángeles está muy estudiada y difundida, no así en Occidente. De hecho, según el canon bíblico aprobado por las Iglesias occidentales, sólo se llama "arcángel" a Miguel y sólo se menciona a Rafael en el libro de Tobías, que es deuterocanónico; por lo que está reconocido por los judíos de la Diáspora, la Iglesia de Roma y las iglesias orientales, pero no por los rabinos jerosolemitanos ni por los protestantes. De entre todos, los más representados son Gabriel (nimbado y vistiendo una túnica) y Miguel (indumentaria militar).
- Y finalmente están los ángeles, anónimos, que son ministros ordinarios de la providencia divina y que se dedican tanto a la asistencia como a la adoración de Dios. Son los más representados en la historia del arte universal y, por tanto, su iconografía es más clara y es la que hemos mencionado más arriba: son los que aparecen acompañando las principales escenas bíblicas.
Un último comentario antes de despedirnos. La iconografía angélica tuvo que superar un gran obstáculo: ¿cómo representar lo inmaterial e invisible, lo que es espíritu puro y carece de cuerpo? Como ocurrió con la propia divinidad en las tradiciones paganas y en el cristianismo, se acabó imponiendo una iconografía antropomorfa. Aunque los ángeles podían aparecer representados bajo la forma de niños, e incluso doncellas, en el occidente medieval aparecieron casi siempre como varones adolescentes, generalmente imberbes y rubios. La idea de representarlos de sexo masculino en la mayoría de los casos tiene que ver, aparte del machismo imperante en Europa, con el apócrifo Libro de Enoc. Muy valorado durante muchos siglos, en él se cuenta cómo algunos ángeles se enamoraron de las hijas de los hombres y tuvieron hijos con ellas, ampliando y explicando ese incómodo versículo de Génesis 6:4. Por ello, lo más habitual es representar a los ángeles bajo forma varonil, y muy a menudo descalzos. Su indumentaria también fue variando a lo largo de la Edad Media. En el primer arte cristiano visten una larga túnica blanca, símbolo de pureza y de luz (ya San Juan Damasceno, en el siglo VIII, considera a los ángeles seres inmateriales hechos de luz, pues son un reflejo de la divinidad). Por su parte, el arte bizantino los concebirá como cortesanos, y por ello visten trajes fastuosos que imitan los que se usaban en la corte imperial. En este caso llevan las manos veladas en señal de respeto y homenaje a su soberano. En el arte occidental, a partir del siglo XIII y por influencia del teatro litúrgico en el que los ángeles eran interpretados por los diáconos, se los empieza a representar con traje sacerdotal (con una capa y la dalmática), agitando incensarios (llamados entonces "ángeles turiferarios") o sosteniendo cirios (siendo así "ceroferarios"). Incluso pueden llegar a aparecer tonsurados, como ocurre en el "Retablo de San Cristóbal" en el Museo del Prado, del siglo XIII.
Actualmente, si uno busca "ángel" en Google Imágenes, las imágenes que aparecen vuelven a tomar elementos de las representaciones primitivas, con los ángeles vestidos con largas túnicas blancas y asociados con la luz. Curiosamente, la mayoría de los ángeles son representados como mujeres hermosas o bien con la influencia del Cupido romano, presentados entonces como niños pequeños. Los ángeles varones parecen haber quedado delimitados a las representaciones de los ángeles caídos. Otro de los elementos iconográficos más representados en los ángeles del mundo moderno es el concepto de Ángel de la Guarda que, si bien no es un dogma, la Iglesia lo acepta como creencia popular.
Como vemos, el tema de la iconografía angélica es un tema apasionante y complejo, que da para mucho más, pero lo dejamos aquí. Espero que hayáis disfrutado de este viaje iconográfico y nos vemos en la próxima entrada. Cuidaos mucho, sed buen@s y ultreia!
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