a petición de Brenda Baluarte
Creo que hay tres grandes mitos platónicos que han trascendido hasta prácticamente formar parte de la cultura popular: la figura de Sócrates, el mito de la caverna y, por supuesto, la Atlántida. El mito del continente perdido dio tanto de sí que en el siglo XIX aparecieron teorías científicas que defendían eso mismo, especulando sobre otros dos continentes a los que bautizaron como Lemuria y Mu. Quiero señalar que actualmente la información sobre estos "continentes perdidos" sólo se encuentran o bien en literatura especializada o en páginas como recuerdosdepandora.com, legadocosmico.com o codigooculto.com. Pero hubo un tiempo en que se hablaba de la Atlántida y de Lemuria en prestigiosas revistas científicas.
Primero vamos a ver la historia de Lemuria ya que, según sus teóricos, fue un continente anterior a la Atlántida y a África.La tesis de su existencia surge en épocas tan recientes como el siglo XIX. El primer paso lo dio William Thomas Blanford, geólogo y naturalista inglés, al encontrar en 1860 interesantes similitudes entre los tipos de roca del sur de África y del sur de la India. Las rocas correspondientes el Período Pérmico (hace 299-251 millones de años) eran idénticas en unos territorios separados por una distancia de 5.000 kilómetros. Esto llamó poderosamente su atención y, tras pensar mucho sobre ello, consideró la posibilidad de la existencia de un desaparecido puente de tierra que, en un pasado muy remoto, uniera ambos continentes. Pero la cosa no quedó ahí. En los mismos años 60, y un poco antes, numerosos naturalistas se habían percatado de la extraña distribución geográfica de varias especies de animales, especialmente los lémures, incluso en islas a las que no podían haber llegado con facilidad. Así, en 1864 aparece un escrito de Philip Lutley Sclater, abogado y zoólogo británico, publicado en The Quarterly Journal of Science y titulado "The Mammals of Madagascar". En este artículo, Sclater especula sobre esta extraña distribución de los animales, y dice:
"Las anomalías de la fauna mamífera de Madagascar pueden ser mejor explicadas al suponer que antes de la existencia de África en su forma actual, un gran continente ocupó partes del océano Atlántico e Índico, extendiéndose hacia lo que (ahora es) América al oeste, y hacia India y las islas al este. Este continente se rompió en varias islas , algunas de las cuales se han amalgamado con el presente continente de África, y algunas otras con lo que ahora es Asia, y en Madagascar y las Islas Mascareñas ahora tenemos reliquias de este gran continente. Ya que fue el origen de las Stirps Lemurum, debo proponer el nombre de Lemuria."
Es curioso comprobar que lo que actualmente sólo se trata en páginas y libros de misterios históricos, cuando nació lo hizo en los más estrictos círculos académicos. A esta tesis de Sclater sobre Lemuria se unió en 1868 otra, la del biólogo Ernst Haeckel, quien defendía que este supuesto continente perdido en África y Asia sería la verdadera cuna de la humanidad, y que antes de hundirse permitió al ser humano salir de allí para habitar otras regiones de la geografía mundial. Por lo tanto, el continente perdido de Lemuria no sólo era la tierra de origen de los lémures, sino también de la humanidad.
Mapa publicado por Ernst Haeckel para explicar su teoría de las migraciones humanas desde Lemuria
Haeckel era un gran admirador de Charles Darwin y dio a conocer su trabajo en Alemania. Una vez publicado El origen de las especies y sin haber encontrado todavía ningún antepasado de los humanos, Haeckel consideró que debía haber un antepasado que sirviera de transición entre los simios y los humanos. Fascinado por su propia teoría, invitó a sus alumnos a que encontrasen el eslabón perdido, que según su tesis debía ser el cadáver de un habitante de Lemuria. Curiosamente uno de sus alumnos, Eugène Dubois, acabaría encontrando en 1891 al llamado Hombre de Java, que posteriormente fue reclasificado por la comunidad científica como el primer especímen encontrado de Homo erectus. Ya lo veis, uno de los mayores éxitos de la arqueología y la antropología surgió a partir de la búsqueda de los habitantes de un continente perdido. Pero esta historia también tiene su parte oscura: Haeckel consideraba que las "razas primitivas" habían evolucionado poco desde los tiempos de Lemuria y se encontraban por tanto en un estado de "infancia permanente", por lo que debían ser tuteladas por sociedades más desarrolladas y maduras. Esta filosofía suya sentó las bases de justificación del racismo, del darwinismo social y del nacionalismo, y se convirtieron en un referente del corpus doctrinal del nazismo y el fascismo.
El caso es que esta tesis de Haeckel que consideraba Lemuria como cuna de la humanidad sirvió de inspiración a cierta persona, llamada Helena von Han (aunque tras un breve matrimonio adoptó el nombre de Helena Provna Blavatskaya), que pasaría a la historia como Madame Blavatsky. Esta famosa escritora y ocultista, fundadora de la Sociedad Teosófica, desarrolló su propio pensamiento a partir de esta tesis de Lemuria en sus libros Isis sin velo (1875) y La Doctrina Secreta (1888), aunque no fue la única que difundió el nombre y la leyenda de Lemuria. Se dijo entonces que el continente perdido podría haber sido el lugar de origen de una de las siete razas de la humanidad y que, de poder encontrarlo en las profundidades del mar, la humanidad podría acceder entonces a grandes secretos de la historia antigua. En 1875, Blavatsky habla sobre el llamado Libro de Dzyan que contiene las Estancias de Dzyan, citado por la teósofa como una de las fuentes utilizadas para su obra. Este trabajo, supuestamente un antiguo texto tibetano, habría llegado a manos de Blavatsky cuando estaba estudiando la tradición esotérica en el Tíbet, y afirmó que era el libro más antiguo de la historia... en el que por supuesto se habla de Lemuria, dando origen a una gran cantidad de nuevos mitos sobre el continente perdido:
"En Kumari Kandam (el nombre que recibía Lemuria) habitaron unos humanoides hermafroditas de entre 3 y 4 metros de altura, algunos de los cuales eran patizambos, tenían 4 brazos, e incluso ojos en la espalda. Los dinosaurios coexistieron con estos humanoides, y fueron tratados como sus mascotas. Cuando los lemurios (por ponerles un nombre) descubrieron el sexo su destino fue fatal. El continente se hundió en las olas de un mar embravecido, dejando descendientes a ambos lados del continente."
Como vemos, el destino que se atribuye a Lemuria es bastante similar al de la Atlántida. Y es que, si hay un continente perdido que ha alcanzado fama universal, es éste. Se produce también un fenómeno curioso: mientras que en el caso de Lemuria o Mu la postura mayoritaria es considerarlas ficticias, no ocurre así con la Atlántida, y actualmente miles de personas de todo el mundo creen que la Atlántida existió, que fue un hecho histórico y que está hundida en algún lugar del océano Atlántico. Ha habido a lo largo de la historia exploradores y aventureros que, convencidos de su existencia, han dedicado sus recursos y su vida a dar con ella, sin éxito. Los más escépticos afirman que nunca la encontrarán ya que, si tratamos a la Atlántida como un mito, es porque lo es. Lo cierto es que sólo hay un par de fuentes antiguas que mencionen este legendario continente, y las dos están escritas por la misma persona: Aristocles de Atenas (o de Egina), más conocido como Platón. En efecto, el mito de la Atlántida (en griego Atlantis nesos, "isla de Atlas") aparece en dos diálogos platónicos, el Timeo y el Critias, compuestos en torno al 360 a.C. En el primero, Sócrates está hablando con Timeo, Critias y Hermócrates. El maestro les describe lo que él considera que es el estado ideal y entonces les pide que cuenten historias basadas en las relaciones de Atenas con otras ciudades o estados. Y es Critias quien menciona la Atlántida, relatando que a su abuelo le había contado la historia Solón, el gran legislador ateniense y uno de los conocidos como Siete Sabios. Y es que Solón había estado en Egipto y en la ciudad de Sais había recibido la historia de la Atlántida de parte de un sacerdote. Éste le relató algo que había ocurrido 9.000 años atrás...
"Nuestras historias guardan muchas grandes y maravillosas hazañas de vuestro pueblo. Pero hay una que sobrepasa al resto en grandeza y valor. Estas historias cuentan de una gran potencia que, sin ser provocada, organizó una expedición en contra de toda Europa y Asia, a la cual vuestra ciudad (Atenas) puso fin. Esta potencia vino del océano Atlántico, que en aquellos días era navegable, y había una isla situada frente a los estrechos que vosotros llamáis Columnas de Hércules (el actual Estrecho de Gibraltar). La isla era más grande que Libia y Asia juntas, y estaba en el camino a otras islas, y desde estas podías cruzar el resto del continente en el otro lado, el que rodeaba el verdadero océano. Este mar que está dentro del Estrecho de Hércules (el Mediterráneo) no es más que una bahía con una angosta entrada, pero el otro es una mar verdadero, y la tierra que lo rodea bien puede denominarse un continente sin límites. Ahora bien, en esta isla de la Atlántida había un imperio grande y maravilloso que dominaba toda la isla y varias otras más, y partes del continente, y más allá; además, los hombres de la Atlántida habían conquistado la parte de Libia dentro de las Columnas de Hércules, hasta Egipto, y Europa hasta Tirrenia. Esta gran potencia, planeaba atacar y subyugar nuestro país y el vuestro y toda la región dentro del estrecho; y entonces, Solón, tu país brilló en la excelencia y la virtud de su fuerza, entre toda la humanidad. Ella (Grecia) fue preeminente en el coraje y talento militar, y fue la líder de los helenos. Y cuando el resto la abandonó, viéndose obligada a resistir en solitario, y después de verse en peligro, venció y triunfó sobre el invasor y libró de la esclavitud a aquellos que aún no habían sido subyugados, y generosamente liberó a aquellos del resto de nosotros que viven de las Columnas hacia dentro. Pero después ocurrieron terremotos e inundaciones violentas, y en un sólo día con su noche de mala fortuna, todos vuestros soldados se hundieron en la tierra, y la isla de la Atlántida, de la misma manera, desapareció en las profundidades del océano (...)
Si bien el Timeo se enfoca sobre todo en la ubicación de la isla y sus dominios, la victoria de los atenienses sobre ellos y la desaparición de la Atlántida en el mar, el Critias ahonda más en su historia, geografía, organización y gobierno. También recoge el momento en el que los atlantes, llevados por su soberbia, deciden olvidar a los dioses. Tal agravio requiere una respuesta divina, y Zeus convoca a los dioses en el Olimpo para discutir cómo proceder. Sin embargo, aquí el relato se interrumpe abruptamente.
Tales son las únicas referencias escritas que nos ha legado la Antigüedad sobre la Atlántida, pues todas las teorías e ideas y libros que tratan el tema están escritos con posteridad y se basan en los textos de Platón. Pero claro, como son textos que mezcla mitología con realidad (la existencia de Sócrates y de Solón) no tardaron en aparecer las teorías que han ido evolucionando hasta convertirse en conspirativas. La primera de la que tenemos noticia es de poco después de la publicación del Timeo: el filósofo académico Crantor de Cilicia (siglos IV-III a.C.) redactó lo que se considera la primera exégesis del diálogo de Platón, titulado Comentarios al Timeo o Sobre la naturaleza de Platón. En esta obra, Crantor relata un supuesto viaje a Egipto para confirmar que la Atlántida había existido de verdad, tal como él creía, y para ello cuenta que habló con sacerdotes egipcios y que incluso vio jeroglíficos en los que se hablaba del legendario continente perdido. Por desgracia, hoy en día no se conserva ningún ejemplar de esta obra, que sólo se conoce por referencias externas realizadas ocho siglos después. Aunque la obra de Platón ubica la Atlántida enfrente de las Columnas de Hércules, no han faltado autores que la han querido ubicar en el Mediterráneo, en diversos puntos del océano Atlántico o incluso en el océano Pacífico.
Hay otras fuentes que hablan sobre la Atlántida, por ejemplo Estrabón (siglo I a.C.), que en el Libro II de su Geografía considera que el relato de Platón no es ficticio; o Plinio el Viejo (siglo I d.C.), que en su Historia Natural comenta que, de dar crédito a Platón, habría que aceptar también que en el pasado el océano Atlántico se tragó grandes cantidades de tierra. Habría que esperar hasta el siglo II para que Plutarco mencionara el nombre de los sacerdotes egipcios que le habrían contado la historia a Solón, a saber: Sonkhis de Sais y Psenophis de Heliópolis (desconocidos para cualquier otra fuente). Y ya en el siglo V el filósofo neoplatónico Proclo, comentando el Timeo, hace la primera referencia conocida al escrito ya mencionado de Crantor de Cilicia. En la Edad Media el mito de la Atlántida era conocido pero no gozaba de gran popularidad. Tenemos una mención en la obra de Eustacio de Tesalónica (1110-1198), obispo de ibídem, en su comentario sobre la obra de Dionisio Periegeta, autor de una Descripción del mundo. También muchas leyendas medievales toman importantes elementos de la isla de la Atlántida para configurar sus propios mitos sobre tierras que se encuentran en las inexploradas aguas del Atlántico. Nos encontramos así con la Isla de San Brandán (aparecida en la obra Navigatio sancti Brandani del siglo X-XI) o la legendaria Avalon del ciclo artúrico bretón (recogido por Geoffrey de Monmouth en el siglo XII).
Fue en la época del Renacimiento que el estudio de la Atlántida recibió un nuevo empuje al interesarse los eruditos por las obras de la Antigüedad clásica. Y fue aquí donde, por primera vez, la exégesis habló de la Atlántida como elemento mitológico: la representación de un paraíso perdido, equivalente al Edén bíblico o a la tierra de la Edad de Oro de la que habla Hesíodo en Trabajos y Días. El mito trata sobre una sociedad muy antigua que alcanzó una convivencia de paz y armonía - algo muy común en el imaginario de todos los pueblos que han formado un colectivo -, por lo que experimentaron un gran desarrollo que acabaría llevándoles a la perdición al caer en lo que los griegos llamaban la hybris, el orgullo, lo que les costaría la desaparición. Lo que seguramente pretendía Platón con este mito es lo mismo que pretendieron los redactores de Génesis 3: mostrar a los lectores, que viven en un mundo de eterno conflicto, que hubo una vez en que fueron realmente libres y que vivían en paz y armonía, pero que acabó ocurriendo algo que hizo que se perdiera ese estado de cosas, que no volveremos a recuperar (en el caso de las tradiciones abrahámicas, al menos hasta el día del Juicio). Ojo, esta idea de sociedad avanzada que es destruida ya se trabajó en la literatura mucho antes de Platón: es la ciudad de Ur que aparece en la Epopeya de Gilgamesh o la Troya que muestra Homero en la Ilíada. Ambos relatos cumplen el mismo rol, y así creo que debemos entender los mitos de la Atlántida, Lemuria y Mu. Por supuesto, este ideal de una sociedad tan avanzada y desarrollada fue impulsada en los siglos XIV y XV por el humanismo y su visión utópica de la modernidad, cuyo mayor exponente sería sin duda la Utopía (1516) de Thomas More, que no hace sino recoger todas estas tradiciones de la Edad de Oro, Troya, el Edén o la Atlántida y traducir esos conceptos mitológicos y simbólicos al lenguaje de la modernidad de su tiempo. Tanto es así que la esencia misma de Utopía parte de la idea de una isla en el Atlántico (el lejano Occidente) habitada por una civilización perfectamente desarrollada, justa, igualitaria y libre. Pero Utopía (del griego u-topos, "no lugar") es un lugar ficticio. Como la Bensalem de la novela La Nueva Atlántida (1626) de Francis Bacon, una tierra mítica situada en algún punto del Pacífico Sur cercano a Sudamérica y que tiene el conocimiento como centro y tesoro de sus habitantes en un lugar llamado "Casa de Salomón". Son estas y otras obras posteriores las que han mantenido vivas el interés por los lugares legendarios (hay muchos más, como El Dorado en tierras mesoamericanas o el Shambhala tibetano). Se trata de relatos mitológicos, es decir, simbólicos. En el propio Timeo, Platón diseña el mito de la Atlántida para presentar su argumento, pero como hemos leído más arriba, no se extiende en datos sobre ella. Habría que esperar al Critias para encontrar la descripción de la isla y la mención que hace Platón de que se trata de una "historia verdadera". En esto se basan las investigaciones que buscan demostrar que la isla existió, mientras que el uso constante de la ironía en los diálogos platónicos y que esa fuente sea de una tradición no comprobada ha hecho considerar a otros investigadores que se trata de un mito que simplemente busca expresar las ideas políticas del filósofo.
Es curioso que a lo largo de toda la historia (Antigüedad, Edad Media, Renacimiento, Edad Moderna...) casi siempre se haya considerado la Atlántida como un mito hasta el Romanticismo del siglo XIX, cuando se empezó a asociar la isla con antiguas culturas o incluso como la cuna de la humanidad (al igual que Lemuria). Y aunque seguramente Platón se inspirara en un hecho histórico para construir su mito (todas las teorías apuntan a la erupción del volcán de Thera, la actual Santorini, sobre la que ya hablé en otro artículo), eso no le quita el simbolismo que hemos comentado.
Teorías, las que queráis. Yo he leído desde que, puesto que los vascos son descendientes de los vascones y que estos a su vez eran los supervivientes de la Atlántida, el euskera era lo que se hablaba en el continente perdido; hasta que actualmente Atlantis se encuentra bajo el hielo de la Antártida. Para todos los gustos
Todas las tesis que defendían la existencia histórica de la Atlántida fueron invalidadas por la comprobación del fenómeno conocido como "deriva continental" en 1950. Se afirma que la evidencia asociada a la Atlántida, Lemuria, Mu u otras regiones “perdidas” del mundo corresponde a lo que es conocido como Gondwana, una de las primeras fracciones del supercontinente Pangea de hace 250 millones de años, en la época denominada Período Pérmico. Hace 200 millones de años ésta se dividió, dando lugar a dos supercontinentes: Laurasia al norte y la mencionada Gondwana al sur. Fue el meteorólogo y geofísico alemán Alfred Lothar Wegener (1880-1930) quien planteó por primera vez en la primera mitad del siglo XX la teoría de la deriva continental. Pocos años más tarde se propuso la teoría de expansión del fondo oceánico, lo que unido a la existencia de Pangea terminaría desembocando en la actual Teoría de Placas Tectónicas. Esta teoría sería rápidamente aceptada por la comunidad científica a finales de la década de los 50 y comienzos de la década de los 60, con lo que Lemuria y la Atlántida caían en el olvido para la ciencia. Y en el olvido se habría mantenido de no ser porque para entonces, toda la atmósfera legendaria que se había creado en torno a estos supuestos continentes provocó que aún hoy se siga hablando de ellos.
En resumen, que desde Platón hasta 2020 se ha venido hablando largo y tendido de la Atlántida y, desde hace un par de siglos, de otros territorios perdidos como Lemuria o Mu. Y aunque a nivel histórico o científico a la mayor parte de la sociedad ya no le diga nada, los que nos dedicamos al simbolismo seguimos teniendo muchas cosas que extraer de estos continentes perdidos. Ultreia.
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